En Baja California Sur algunos daban por muerta la movilización social. Creyeron que el aparente silencio fue causa de la llegada de Morena al gobierno estatal, con el profesor Víctor Castro Cosío, y no de la pandemia que nos encerró en nuestras casas. Tal afirmación es totalmente reduccionista y revela el desconocimiento en torno a la complejidad cultural, social y política de estos en nuestra sociedad.

El colocar a la movilización social dentro del espectro de la izquierda morenista, no es otra cosa que invisibilizar más de una década de luchas contra los extractivismos en el siglo XXI. No niego que dentro de los círculos existan personas vinculadas o se sientan representadas por gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, pero de ahí a asegurar que se esfumaron las redes construidas por años, es ignorar esa complejidad que nutre a los movimientos sociales.

En 2022, dos años después de una pandemia que paralizó a estos grupos ciudadanos, vemos dos momentos que demuestran lo vigorizante de la movilización social. Por un lado, la marcha por el Día Internacional de la Mujer, encabezada por las madres buscadoras, y, por el otro, el retiro del proyecto muelle para megacruceros en Pichilingue.

Las compañeras feministas demostraron el poder de convocatoria y organización. Más de 1,500 mujeres caminaron hasta el Gobierno de Baja California Sur para exigir poner un alto a la violencia machista en sus distintas acepciones.

Expusieron situaciones que les pasa desde la intimidad de la cotidianidad con agresores, en muchos de los casos violentadas por personas cercanas a ellas, en entornos que deberían ser para su seguridad o cómo las mismas instituciones que en repetidas ocasiones desestiman sus acusaciones hacia sus violentadores.

En el caso del muelle para megacruceros en Pichilingue exigieron cumpliera con su palabra de campaña de evitar la construcción de una terminal operada por una empresa transnacional como lo es Carnival Corp. Poco antes de la pandemia, un grupo de gente preocupada por el impacto ambiental y social de la llegada de embarcaciones en la bahía de La Paz.

La presión social surtió efecto. La empresa decidió detener la evaluación de su manifestación de impacto ambiental y retiró el documento. Esto fue tomado como una batalla ganada, pero la guerra no ha terminado, porque ese grupo que busca beneficiarse, no lo hace por el desarrollo de BCS, lo hacen para alimentar sus cuentas bancarias.

En este sentido, la constante llegada de inversionistas para especular financieramente con nuestras costas, extraer recursos naturales de áreas protegidas o establecer terminales privadas a costa de infraestructura que al Gobierno de BCS, provocó la agrupación de más de 40 colectivos en el evento llamado “Protegiendo nuestro territorio”, a realizarse el día sábado 01 de abril de 2022.

Así la movilización social sigue latente en Baja California Sur como una onda expandiéndose en el mar. A veces parecerá dormida, otras veces estará reaccionando a los estímulos de las decisiones globales sobre nuestro territorio, un reajuste natural frente a la amenaza a la que se resiste o se busca combatir para transformarlo.

Una lucha por la vida misma y una pelea por vivir bien.

Carlos G. Ibarra en Twitter: @Cachobanzi