“Caín se brincó el portón de la escuela, la niña corrió al baño a esconderse pero al final él la alcanzó. Al día siguiente encontraron a Caín comiéndose su oreja.
Luego de eso a Caín lo amarraron en el patio de su casa, y así ya lleva mucho. Ahí duerme, ahí come y ahí caga.
Llegaba en la madrugada, con unos señores muy feos… Mi mamá me decía vete a tu catre Nubia. Yo me hacía la dormida, pero ni podía de tanto ruido que hacían.
Cuando se iban los señores mi mami se quedaba tumbada en el catre como bulto y oliendo a muerto".
Este 21 de abril se presenta una obra para pensar en las niñas y los niños, el grupo más vulnerado durante los últimos sexenios. ¿Habías pensado cómo vive hoy un niño que creció durante la “guerra contra el narco” de Calderón?
Somos un país muy injusto con las niñas y los niños. Durante varios sexenios la materia “educativa” ha sido, en realidad, un asunto de condiciones laborales de maestros, cuotas sindicales de maestras, votos y al final, el bienestar de las infancias. Hablar de escuelas ya es, de por sí, un privilegio. Las niñas y niños más pobres, no logran siquiera terminar la primaria. Sus presentes son truncados por la dura vida de explotación infantil.
La compañía Carozo Teatro lanza una obra con la dirección y dramaturgia de Jennifer Mápula trantando de visibilizar la vida de aquellos que han sido elegidos por la sociedad como invisibles. Una obra que, a decir de su directora, servirá para reflexionar sobre las infancias, en especial sobre las que se encuentran en marginación. Partiendo de la idea de que los niños son el sector más vulnerable en cuanto a hacer valer los derechos y libertades se refiere, esta puesta en escena hace notar la tremenda desventaja de no contar con autonomía, mantenerse desprovistos y en el peor de los casos, ser víctimas de abusos mucho más extremos y despreciables.
Hay bastante valentía en hablar sobre niñas y niños pues el círculo de silencio nace desde la precariedad, se alimenta con los maltratos y se perpetua con la falta de acceso a educación sobre derechos, paz, emociones, bienestar, recreación y otros temas elementales para el crecimiento humano.
¿Alguna vez nos habremos preguntado qué es hoy de aquellos que eran niños o niñas durante el sexenio de Felipe Calderón? ¿Cuántos de ellos seguirán con vida? ¿Cuántos de ellos habrán apagado sus sueños para incorporarse a grupos del crimen? ¿Cuántos tuvieron que migrar? ¿Cuántas niñas fueron violadas o asesinadas? ¿Cuántos jóvenes no volvieron a casa? ¿Cuántos crecieron viendo en las calles de sus entidades cuerpos colgados, narcomantas y tiroteos? ¿Cuántos niños se quedaron huérfanos por el ejército en las calles, los fuegos cruzados o por estar en un mal momento en algún lugar?
El olvido de las infancias se ha traducido en violencia y por ende, priorizar el bienestar de niñas y niños comenzando por sacarlos de las calles, de las redes de trata de pornografía y prostitución, de la explotación infantil, de la mendicidad y de los contextos violentos es punto de partida para la pacificación del país. Por eso se impulsa la Ley Vicaria, la Ley Sabina, la Ley Camila y las estancias infantiles dignas.
En esta obra, el elenco conformado por Karina Maya, Ariadne Alfonseca de la Cruz y Luna Xiadan se ha involucrado de manera muy íntima con la historia de Nubia, la niña que se convirtió en pájaro. Desde vestuario donde Anabel Ortega dejó su toque hasta la Iluminación y escenografía de Alfredo Márquez con la musicalización Luis Velarde, esta obra es una señal de luz entre tanto ruido visual que no nos permite concentrarnos en quienes más padecen.
A partir de este 21 de abril, esta obra será presentada en el Foro Bellescene todos los jueves y las entradas están disponibles desde la página boletopolis.com o directamente en el foro el día de la función.
Ariadne Alfonseca, actriz del elenco, ha contado que “El día que Nubia se convirtió en pájaro” nos regala un recorrido por el mundo interno de una niña de 11 años en el contexto de marginación social de las niñas y niños mexicanos. Poder entender este fenómeno desde las palabras y la mirada de Nubia, nos ayuda a pensarlo desde un punto de vista crítico, creativo y sensible. Y a la vez, nos invita a reconectar con nuestra propia infancia; procurarla, contenerla y preguntarle ¿Cómo estás y qué necesitas?
La infancia, desafortunadamente, no es el sinónimo de felicidad que muestran los comerciales y novelas. Puede ser la peor etapa en la vida y esta obra, a la vez, intenta honrar la memoria de muchas niñas que no han logrado sobrevivir a los contextos hostiles donde les ha tocado nacer y que atentan contra su vida; es una obra incómoda. Descrita desde su elenco como algo que nos molesta ver y escuchar por ser tan cruda y vigente, pero que al mismo tiempo nos permite imaginar “finales” más felices para todas las niñas y niños de nuestro país y el mundo entero.
“Ojo de vidrio pegándole a mi hermana, la subió a su carro, mi mamá estaba ahí con Chitamana, ella le dio dinero, mi hermana gritaba, mi mamá se metió a la casa, mi hermana gritaba, mi mamá se fue a dormir. Mi hermana gritaba”