En la 4T, el discurso y la realidad caminan por senderos diferentes. Mientras el discurso del compañero presidente Andrés Manuel López Obrador va de un triunfalismo hueco a una victimización (de pena ajena), los hechos muestran algo muy distinto, ejemplos hay muchos, pero en este caso, el tema es el Huachicol.

AMLO ha cuestionado constantemente a Felipe Calderón por haber declarado la guerra al crimen organizado, lo curioso es que recurrió a la misma estrategia cuando declaró la guerra contra las mafias del huachicol.

El 27 de diciembre de 2018, poco después de tomar posesión de su cargo, arrancó la guerra contra el huachicol y en septiembre, con motivo de su primer Informe de Gobierno, el compañero presidente celebraba el fin de ese flagelo. Decía que en 2018 el robo de combustible llegó a 60 mil millones de pesos y que los gobiernos anteriores no hacían nada para combatirlo. Sostuvo que su gobierno decidió emprender el combate a esta forma de crimen organizado, que no fue fácil, por el sabotaje a las instalaciones, pero a la fecha, afirmó: “hemos podido eliminar prácticamente esta actividad delictiva”.

Al inicio del plan, el diagnóstico señalaba que en promedio cada día se extraían clandestinamente cerca de 56,000 barriles de combustible a través de los ductos de Pemex y de las pipas. A partir de entonces, el Gobierno presumía haber reducido el delito a seis mil barriles en promedio al día, lo que representa un ahorro diario de 24.8 millones de pesos, según un reporte presentado al 30 de marzo de 2019.

Las ocurrencias

Año y medio después, el camarada Andrés en su conferencia mañanera de ayer miércoles, dio otras cifras, las que se le “ocurrieron”:

“Porque hemos avanzado bastante en todo lo que es el robo de combustible, baste decir que, de 80 mil barriles diarios que se robaban de gasolinas, el reporte de hoy en la mañana es de tres mil, de 80 mil a tres mil. Pero esto es gasolina”.

AMLO

En 2019 oficialmente eran 56 mil barriles, ahora dice que 80 mil y que ya solo se roban tres mil. Pura manipulación y ocurrencia.

Pero no es todo, olvida el saldo rojo de su guerra en contra del huachicol. Tristemente, AMLO recuerda a los 43 de Ayotzinapa, a los 65 mineros en pasta de Conchos o los 72 de San Fernando, Tamaulipas; son desgracias, sin lugar a duda, pero López Obrador recurre a ellas con fines políticos electorales; sin embargo, nunca menciona lo sucedido en el poblado de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde en plena guerra contra el huachicol, explotó una toma clandestina en instalaciones de Pemex que dejó un saldo de 137 muertos, para ellos ni una palabra, como si nada hubiera pasado.

A pesar de que el INAI ordenó a Pemex entregar una versión pública de las notas preliminares sobre la explosión de Tlahuelilpan, la paraestatal se reservó la información con el argumento de que, de revelarse, se comprometerían la seguridad nacional y pública.

La Organización Nacional de Responsabilidad del Estado A. C. (ONRE) informó que tras dos años de litigio, el 25 de junio del 2021, el juez titular del juzgado Décimo Primero de Distrito en materia civil en la CDMX, dictó una resolución que declara procedente la demanda colectiva que iniciaron a favor de las víctimas de la explosión en Tlahuelilpan, en la que se demanda que Seguros Mapfre dé cumplimiento a la póliza de responsabilidad civil que contrató Pemex por una cobertura de hasta mil millones de dólares para este tipo de eventos.

Según se afirma, en ese siniestro Pemex no ejerció la póliza del seguro con Mapfre por lo que reclaman como indemnización la cantidad de mil cien millones de dólares que serían repartidos entre los deudos de las 137 personas fallecidas y los ocho sobrevivientes.

¿Proteger a Mapfre? ¿Será que implica que Pemex reconozca su incapacidad en el control de los ductos? ¿Es una estrategia mediática de las que AMLO acostumbra, para que sea “papá” gobierno quien les dé unas cuantas migajas a los deudos?

Al año de la desgracia, AMLO, acompañado por la entonces subsecretaria de Gobernación, Diana Álvarez y David León, el gran amigo de Pío, el mismo de las donaciones en efectivo para “la causa”, en su carácter de director de Protección Civil del Gobierno Federal, presentó un informe sobre Tlahuelilpan, en el que afirmó que el gobierno federal brindó acciones inmediatas tras la explosión tales como apoyo humanitario, terapéutico y funerario, así como la entrega de apoyos bimestrales, mensuales y únicos. ¿Por qué razón no se ejerció el seguro?

Además, en el colmo del cinismo, en su discurso AMLO mostró más empatía hacia los huachicoleros que hacia las víctimas, aseguró que su gobierno tiene “el compromiso de seguir dando opciones” a los ladrones de combustible y puso como ejemplo el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”.

Las muertes por la actividad del huachicol se acumulan, tanto por las explosiones de ductos perforados para hacer la “ordeña”, como pasó en Tlahuelilpan o hace unos días en Puebla, o bien, por la lucha del crimen organizado por el control del territorio como sucede en Guanajuato.

La realidad es que, al igual que sucedió con la guerra de Calderón contra el crimen organizado, la guerra de AMLO contra el huachicol está estancada y ha dejado más víctimas que resultados. Como lo dijo el columnista de la Jornada, Julio Astillero: la 4T es solo una etiqueta de propaganda política, no es una realidad, o qué ¿todavía le sigues creyendo?