“Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar…
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás.”
Alfonsina Storni
Supongo que ese “poema horrible” no debe de gustarle a Paco Ignacio Taibo II. Tal vez porque se ve reflejado en él. O porque, al oír a Storni, recuerda aquella frase de Elena Garro —“ya sabes que tengo miedo y que por eso traiciono” (La culpa es de los tlaxcaltecas)— y él piensa en Claudia Sheinbaum, en la forma en que se expresó de las escritoras mexicanas hace apenas unos días en Palacio Nacional.
Quizá Taibo II olvida otra sentencia de Garro: “Cada seis años la Patria cambia de apellido” (Los recuerdos del porvenir). Y aunque ahora se jure claudista, su misoginia lo delata. Es —como tantos en la 4T— una veleta con complejo de profeta. Y, de paso, un bruto arrogante.
Sin proponérselo, el director del Fondo de Cultura Económica confirmó lo que Elena Poniatowska escribió en Tinísima: “Se desprecia a las mujeres, se les consume, se les desecha, se les estigmatiza, se les cuelga para siempre del árbol patriarcal y allí se les ahorca”.
No imaginó que su misoginia tendría respuesta. Este martes, a las 10 de la mañana, frente al Fondo de Cultura Económica, se realizará un mitin poético de mujeres. Un acto de dignidad contra un macho que confunde el humor con el insulto y el poder con la impunidad.
No sé quién lo propuso —quizá la propia presidenta, dolida y con A mayúscula—, pero alguna de las participantes respondió a una de las viejas vulgaridades del susodicho con esta joya: “El poema lo vamos a meter doblado por la rendija de la puerta.” Brillante.
Los lemas de la convocatoria lo dicen todo: #PoemasHorriblesParaTaiboII y #TraeTuPoemaDoblado. Qué mejor manera de contestar a su desprecio: llenar la puerta del FCE con poemas de mujeres. Para él serán todos “horribles, horribles”. Así dice también Donald Trump de los mexicanos, por cierto.
Gracias a Taibo II recordamos que hay “realidades horribles” que encumbran o hunden a quien las enfrenta. No es virtud ni error de la pifia, sino de quien la asume o la esquiva. En este caso, lo suyo no fue una pifia: fue misoginia pura y dura. La arrogancia del funcionario que se sabe inamovible, impune ante sus dichos y sus hechos.



¿Y la virtud? La dignidad de quienes no están dispuestas a callar. Es momento de decir basta. De exigir que no haya un solo misógino más en este gobierno. ¿Tanto así como para pensar que la propia Sheinbaum respalda el mitin? No sería descabellado. Se especula incluso que podría ser la antesala de un programa federal para garantizar la igualdad sustantiva en la literatura mexicana. A la fecha, no hay anuncio oficial, pero la posibilidad corre fuerte en el ambiente cultural. Ya existen en otras latitudes del planeta y son un ÉXITO (como ocurre con muchas cosas que hacen y dirigen las mujeres).
Será horrible para Paco Ignacio ver que en este mitin se juntan mujeres de todos los colores: morenistas, opositoras, independientes. Demasiadas puyas, demasiados agravios para seguir fingiendo que no pasa nada.
Ni siquiera Isabel I de Inglaterra hubiera tolerado que su lema Semper Eadem —“siempre igual”— se usara como escudo para proteger a un machista. Tampoco Elenita Poniatowska podría salvarlo: ella misma ha dicho que “la cultura no puede estar al margen de la ética”.
Es una pena que Taibo II, tan “leído y escribido”, ignore a María Zambrano, una de las mentes filosóficas más brillantes del siglo XX. Ella acuñó el término “razón poética” como puente entre lo racional y lo irracional, entre el pensamiento y la vida. Justo lo que él no comprende: que no se puede vivir de prosa sin poesía. O, como decía Garro, un hombre que teme a la mujer acaba por romperla antes de que sea mujer.
Así, quizás el martes, alguien —recordando a Rosario Castellanos— le espete: “Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza? ¿Atar al mundo? ¿Castrar al potro Dios?”.
Pero Dios, como las mujeres, rompe el freno y sigue creando vida.
Y cuando Taibo II finalmente deje el Fondo, podremos parafrasear a Ángeles Mastretta en Arráncame la vida: “La viudez es el estado ideal de la mujer. Se pone al difunto en un altar, se honra su memoria y una se dedica a hacer todo lo que no pudo hacer con él en vida”.
Por ello decreto lo que será: su retrato colgado en una pared, recordatorio de lo que ya fue… Y entonces, al fin, el FCE podrá publicar a todas las mujeres que él consideró “autoras de poemas horrendos”.
Giro de la Perinola
Que sean muchas (y muchas más) las asistentes.
Que no haya un solo hombre que no les honre.
Que se den a respetar y ellas mismas se respeten.
Que no haya violencia.
Que no se politice.
Y que las mujeres policías de la CDMX —y la jefa de gobierno también— las cuiden.


