Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum se reunió con algunos representantes del famoso encuentro de líderes globales que se celebra cada año en un pintoresco pueblo de los Alpes, Davos, Suiza.
Un periodista mexicano que ha estado en numerosas ediciones del Foro Económico Mundial, Sergio Sarmiento escribió en el diario Reforma, con cierta dosis de fundado optimismo, el artículo “Davosito en Palacio”. Destacó que “es la primera vez en diez años que el Foro realiza un encuentro aquí”.
Buen artículo de Sarmiento, columnista neoliberal normalmente serio, aunque a veces injusto en sus críticas a la 4T. Pero a Sergio le faltó imaginación —que es el motor del conocimiento objetivo— para ir al fondo del asunto.
Sergio Sarmiento considera una excelente noticia que la 4T esté cambiando su actitud respecto a la cumbre de Davos. Estoy de acuerdo con él. La presidenta de México cada día demuestra que la ideología de izquierda no tiene por qué llevar a nadie a pelear con los grandes inversionistas del mundo. De Altagracia Gómez es mucho del mérito de que se haya podido hacer el evento entre Sheinbaum y la gente del Foro.
Tristemente, el Foro Económico Mundial ha estado en crisis por las dudas acerca de la honradez de su fundador, Klaus Martin Schwab, a quien se le hizo una investigación exhaustiva, pero no se le demostró ningún ilícito, como ha publicado Financial Times en estos días en el artículo “The Davos set in decline: can the World Economic Forum save itself?”. En este se menciona que “los investigadores dirigidos por el bufete de abogados suizo Homburger revisaron más de 100 mil correos electrónicos, 65 mil documentos e interrogaron a 59 empleados actuales y anteriores en 86 entrevistas”.
Así, tras una amplia investigación, afirma Financial Times, “la conclusión fue inequívoca: no se justificó ninguna conducta criminal. Hubo irregularidades (gastos sin justificación comercial clara, líneas borrosas entre el gasto personal y profesional, correos electrónicos incómodos, mala gestión de las personas, pero nada que pudiera ser ilegal”).
El problema es que, no solo por tales investigaciones, el Foro Económico Mundial ha perdido la relevancia que ostentó durante muchos años. Ha contribuido a la pérdida de prestigio de la cumbre de Davos el hecho de que el mundo haya cambiado. Tal reunión de líderes, entonces, ha dejado de ser el centro del debate económico global. De ahí que el evento que se organiza para enero de 2026 vaya a ser importantísimo, pues se verá si el Foro puede renacer o si, todo lo contrario, empieza a morir.
Para que Davos vuelva a brillar se ha pensado que deben ser invitados dirigentes de primer nivel, como el presidente estadounidense Donald Trump, quien tiene “mucha taquilla” con el mundo empresarial, sobre todo el de las compañías tecnológicas.
Financial Times no lo dice, pero me parece lógico que el jefe de BlackRock, Larry Fink, copresidente interino del Foro Económico Mundial, además de Trump también busque como prioridad llevar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, al evento.
Sheinbaum y Trump serían los imanes de taquilla para el Foro del próximo enero. Creo que esa es la verdadera razón del reciente Davosito en México.
Solo hay dos líderes con suficiente arrastre como para rescatar a Davos, no únicamente como un encuentro de políticos, empresarios y hombres de negocios, sino como un evento de alta diplomacia. Es decir, para que el Foro renazca sus dirigentes quieren a dos personas: Trump y Sheinbaum. A eso vinieron Larry Fink y otros directivos del Foro Económico Mundial.
Para Financial Times, “Davos navega contra el viento. El multilateralismo está en retroceso, el proteccionismo está en aumento y la rivalidad de las grandes potencias, entre Estados Unidos y China, entre Occidente y el Sur, está rehaciendo la gobernanza global”. Así pues, continúa el prestigiado periódico, “golpeado internamente y disminuido externamente, el Foro se encuentra en un momento incierto mientras se prepara para su próxima reunión anual en Davos en enero de 2026.”
El mundo actual —abunda el diario británico— se ve muy diferente de aquel en el que creció la cumbre de Davos: “La economía global está fragmentada; la política climática da forma a las agendas nacionales; las nuevas tecnologías están complicando la forma en que las sociedades ven el futuro”, por lo que “la supervivencia del Foro depende de si puede reinventarse, estructural, cultural y políticamente”.
Financial Times asegura en su artículo que Larry Fink “se ha involucrado personalmente y mucho más de lo que algunos esperaban para garantizar la presencia de superestrellas”, al tiempo que “otros pesos pesados corporativos en la junta directiva están siendo presionados para ayudar a llevar a los líderes mundiales y titanes de la industria a Davos, para que los asistentes que pagan puedan ver lo que están comprando”. De ahí que, abunda el diario, “hayan estado viajando sin escalas por Europa y América Latina, recientemente”.
Me dicen a mí, que el experimentado Sarmiento no agarró totalmente la onda de que los representantes de alto nivel del Foro no estuvieron en nuestro país solo para hacer relaciones públicas y promover su encuentro. Estuvieron aquí para convencer a Claudia de acudir a Davos.
Larry Fink ha venido varias veces a México, y vino ahora con los de Davosito. No leyó Sarmiento, periodista especializado en economía, que Fink y los otros vinieron para comprometer a Claudia a ir a los Alpes suizos… y salvar a Davos.