“I am woman, hear me roar
In numbers too big to ignore
And I know too much to go back an' pretend
'Cause I've heard it all before
And I've been down there on the floor
And no one's ever gonna keep me down again
Yes, I am wise
But it's wisdom born of pain
Yes, I've paid the price
But look how much I've gained
If I have to, I can do anything
I am strong
I am invincible
I am woman
(Soy mujer, escúchame rugir
En números demasiado grandes para ignorar
Y sé demasiado para volver atrás y fingir
Porque lo he escuchado todo antes
Y he estado ahí abajo en el suelo
Y nadie me va a mantener abajo de nuevo
Sí, soy sabia
Pero es sabiduría nacida del dolor
Sí, he pagado el precio
Pero mira cuánto he ganado
Si tengo que hacerlo, puedo hacer cualquier cosa
Soy fuerte
Soy invencible
Soy una mujer)
HELEN REDDY
A la puerta de Palacio Nacional, López Obrador perdió ayer la agenda nacional. Se lo ganó a pulso, dirán algunos. Y es que no dejó pasar a Xóchitl Gálvez al recinto que hasta hace unos años era de TODOS. Una voz de mujer más que el presidente decide no escuchar, así sea para que ella pudiera defenderse de las falsedades y calumnias que él profirió en su contra.
Son contadas las ocasiones en lo que va de su sexenio donde el señor que habita Palacio Nacional ha perdido la nota en los periódicos, noticieros radiofónicos, redes sociales y comentarios en general de la población. Ahora, con Xóchitl, la más reciente.
López Obrador quería privilegiar el Acuerdo que alcanzó la 4t el domingo; deseaba impulsar a sus corcholatas y la forma en que se dará el proceso interno morenista. No lo logró. Los medios retomaron en mayor medida la cerrazón a Xóchitl, su negatividad a escucharla.
¿Por qué reservarse ‘derecho de admisión’ siendo este inmueble un bien de la nación y no propiedad/un medio de comunicación privado? Independientemente de la normatividad en torno al derecho de réplica, la libertad de expresión y de tránsito están siendo cercenadas por quien debería velar por las mismas. En otras palabras, separemos lo que es relativo a estos dos últimos derechos que menciono de lo concerniente al derecho de réplica y, en este último caso, lo que es la réplica a afirmaciones que se dieron en espacios privados de las que se originaron en espacios públicos…
Por cierto, lo de la patraña del ‘diálogo circular’ ya viene siendo lo de menos.
Hay diferencias importantes, si de calidad moral se trata. Xóchitl es una mujer otomí y en cambio, AMLO, quien dice defender y escuchar a los indígenas, decidió no hacerlo. Xóchitl ha probado que su título de ingeniería es real y no fruto del hurto o de la copia como el de tantos simpatizantes de la Cuarta Transformación. Mientras López Obrador ha dicho barrer la corrupción, Xóchitl corrió a colaboradores cuando estaba de delegada en la Miguel Hidalgo en razón de las investigaciones lanzadas por el PRD que hubo en contra de ellos (nunca se probó nada). Ha dado la cara ante la aprehensión de su hermana (julio de 2015) y en lugar de negarlo o culpar a otros declaró: “Pediré un juicio justo y que se aclare todo, que salga la verdad y que si hay algo que ella tenga que pagar que responda pero que sea un juicio justo para ella y a mí que me dejen en paz”. Digo, algo que no hemos escuchado con respecto a Pío y sus sobres amarillos.
Total, que las comparaciones son odiosas, pero aquí les va una que lo resume todo: mientras Xóchitl trabajó toda su vida para ser exitosa y no ir repartiendo culpas y provocar lástima, López Obrador ha forjado su gobierno en culpar a todos (menos a sí mismo, claro está) y en convertirse en la víctima eterna.
Pero en la decisión de López Obrador de no permitir el paso de Xóchitl basado en que “esta en campaña por la Ciudad de México”, tal vez precisamente eso es lo que provoque: lanzar a la senadora de campaña por México. Al igual que AMLO inició sus mañaneras (estilo ‘lo que diga mi dedito’) para hacer frente a Vicente Fox por un tema judicial (aquel lejano 2005), ahora le da herramientas a Xóchitl para que haga frente a Palacio y opaque lo que pueda o quiera decir el mandatario.
De haberla admitido, AMLO hubiera figurado como “demócrata”, “acatador de órdenes judiciales” y, ya después de que ella hablara, quizá hubiera podido lanzar una perorata donde se hubiera perdido lo dicho por la legisladora…
En resumidas cuentas: este episodio tiene varias vertientes. La primera es que López Obrador no necesariamente es dueño de la agenda nacional, basta confrontarlo con sus desplantes ante una dama. La segunda es que Xóchitl va de ciudadana, porque de la panista no quedó nada. Vaya, el PAN no la ha arropado; tampoco los otros partidos de la alianza (nueva muestra —como si se requirieran— de lo perdida que se encuentra la oposición). Lo tercero: al cerrarle la puerta de Palacio, López Obrador contribuye a que Xóchitl sea noticia para rato.