“Excuse me, think I’ve mistaken you for somebody else

Somebody who gave a damn, somebody more like myself”

JEWEL KILCHER

“Gritar

¿Quién?

¿O cuál?

Ahora da igual

Te juro da igual

Que hagas bien

O mal

Si es que al final

La gente se va y estás

A ti

Que puedes arreglar mi vida

Capaz

Como eres de ser día, día, día, día, tía.”

AMISTADES PELIGROSAS

Ya entrados en gastos, van por una destrucción más profunda. Una cuyos impactos llevará generaciones reparar. Ante la iniciativa de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, México dará un salto cuántico… al pasado. ¿Pero qué se podía esperar cuando se pide un 10% de capacidad y ni siquiera esa décima parte la confiere la 4T al trabajo?

La propuesta de sustituir al CONACYT por un nuevo ente ni siquiera puede incluirse en una lista de buenos deseos para el 2023; supone dinamitar dos instituciones adicionales del país y vulnerar aún más la de por sí enclenque investigación que se realiza en México. Convertir la educación a nivel posgrado en un asunto ideológico y tirar por la ventana capacidad, dominio, competencias, mérito…

Más allá del nombre —cambiar CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) por Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías— y la queja de lo mal que se hacía la ciencia y la tecnología en la época neoliberal, lo que propone la no tan nueva iniciativa es destruir la posibilidad de quienes desean estudiar un posgrado en México, así como de mexicanos que quieren hacerlo fuera de territorio nacional.

Una de las justificaciones del régimen para impulsar la nueva propuesta es que hasta ahora se daba dinero público a empresas para realizar investigación. Desconocen que en muchos países del mundo la investigación se hace de forma dual, esto es, parte de la inversión monetaria corre a cargo del gobierno, evidentemente mediando convenios y acuerdos sobre montos de las inversiones y cómo podrá el Estado participar en las mismas. En lugar de perfeccionar la entrega para que el gobierno de México conserve parte de la patente de lo creado, les parece más sencillo clausurar esa mínima investigación productiva que se realizaba por mexicanos en nuestro país.

La diferencia entre un falso nacionalismo y el trabajo en conjunto lo conocemos muy bien ahora con la vacuna “Patria”.

El covid ya no es la pandemia mortal sin control de hace unos meses (años) y, sin embargo, la mentada vacuna apenas está siendo probada en menores de edad…

Pero otro de los cambios cuatroteístas en la propuesta de iniciativa antes referida explota en el corazón del Estatuto General del CIDE. Lo que pretende es darle todo el poder al director del centro y que se termine la discusión y participación de docentes, investigadores, expertos en la toma de decisiones. Propuesta que se empeora cuando busca dar ese poder al hoy director Romero, impuesto por Álvarez-Buylla. Una institución de prestigio, de altos estándares para formar a jóvenes especialistas en ciencias sociales y a un costo subvencionado por el gobierno, se convierte en un coto de poder a disposición del director en turno.

La reforma pretende también que solo el CONACYT pueda decidir sobre los centros de investigación en México y si deben estos continuar existiendo o no.

En México se requiere invertir al menos el 1% del PIB en investigación y ciencia. Sin embargo, de acuerdo con el Instituto para las estadísticas de la UNESCO, en nuestro país solo se invierte el 0.4% del PIB en la investigación. Y se cuenta menos de 200 investigadores por millón de habitantes. México es de los países que menos recursos destinan a la investigación y al desarrollo; esta continúa concentrada entre los países que integran el G20, directa y clara forma de mantenerse ahí y de incrementar el poder adquisitivo de su ciudadanía. Los países que invierten en ciencia y tecnología son los que apuestan por un futuro inteligente, por mejorar la ecología y la calidad de vida de sus habitantes.

Sí, lo sé muy bien. Esto no es de este sexenio, pero lo que sí es de ahora es tomar un camino errado y a gran velocidad. Para poder alcanzar los “objetivos de desarrollo sostenible” se requiere que los países incrementen su gasto en investigación, justo lo contrario a lo que sucede en México.

La iniciativa cuatroteísta provocará que expertos, investigadores, creadores, innovadores, empresarios y científicos busquen realizar sus investigaciones en países donde cuentan con todas las facilidades, esto es, no en México. Como es el caso de Emanuel Salazar Cavazos, investigador del Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos y sí, quien siendo mexicano tuvo que emigrar para poder hacer investigación. Su partida es un poco anterior a la 4T, pero no hay algo nuevo, ahora, que le incentive a regresar.

El trabajo del Dr. Salazar en el área de biología sintética es pilar para los futuros tratamientos contra el cáncer. ¿Qué pensará él, como muchos otros, de destrozar al CONACYT? Podemos imaginarlo.