El descenso de la oposición, con el pasar de los meses, se va agudizando con el pobre espectáculo que dan en los medios de comunicación, en las calles y hasta en los eventos públicos donde son exhibidos por la misma ciudadanía. El que más personifica los disparates, sin duda, es el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno. De hecho, hasta los más mínimos detalles lo muestran de cuerpo entero en ese circo que han construido. Su objetivo, por la intransigencia, es ganar toda la atención posible con una narrativa inverosímil. Sus viajes, que son más placenteros que políticos, no tienen ningún efecto más que de sumisión. Eso de qué México es una dictadura, de verdad, no está funcionando como ellos quisieran. El PRI, a estas alturas, es el partido que más negativos tiene y, por ende, mayor animadversión. Basta ver la cantidad de mentiras que van y vociferan ante la prensa internacional.
Resulta muy difícil entender la estrategia de la oposición. Ricardo Salinas, por ejemplo, quiere ser el principal opositor del gobierno. Junto a él, valga la redundancia, constantemente posan en las fotografías cada que hay una nueva presentación de una plataforma política, los mismos. Los hemos visto en Fuerza y Corazón por México, por México al Frente y otras nomenclaturas que, en sí, son idénticas pero bajo una metamorfosis. Es, de entrada, la misma lingüística y narrativa propagandística. De hecho, no vemos que la población civil se integre a ninguno de sus actos públicos. Son los mismos de siempre. Las mismas plumas conservadoras; los mismos comunicadores que, a diario, golpean con injurias al gobierno de Sheinbaum. En pocas palabras, la conformación de esa estructura no tiene nada que ver con las causas del pueblo que, en su inmensa mayoría, apoya las políticas de la 4T.
Los adversarios de la cuarta transformación, que son una minoría ruidosa, no representan ninguna amenaza para el proyecto de gobierno. Claudia Sheinbaum, tan solo en el mes de agosto, promedió el 80% de aprobación al cierre de su primer año de actividades administrativas. Nada le ha impedido seguir afianzándose, ni siquiera la hostilidad que va en aumento. De hecho, al ver cada una de sus presentaciones ahora que está llevando a cabo una gira por el país, sirven como muestra para observar la magnitud o, mejor dicho, el poder de convocatoria que, sabemos, se inclina por la 4T. Hay, somos testigos de ello, una oleada de población que trata de colarse para ver de cerca a la jefa de Estado. Es una multitud la que abarrota cada inmueble habilitado para recibirla, inclusive en las entidades que gobierna la oposición.
No sé exactamente qué cifra monumental acompañó a Claudia Sheinbaum a Querétaro. Fue una multitud a la que no se le veía fin en las filas que se concentraron para escuchar de cerca los pormenores que detalló la presidenta. Eso, que es un golpe duro en la joya de la corona del panismo, también representó un lapso incómodo para el gobernador Mauricio Kuri. Pese a que su equipo estuvo controlando los accesos y limitando las entradas a quienes venían a escuchar el informe de Claudia, la jefa de Estado, literalmente, jugó de local. Sabíamos que eso sucedería, sobre todo, por el fenómeno social que representa la mandataria.
Tan solo en ese territorio, de una evaluación del mes de agosto, Sheinbaum tiene el 75% de aprobación de los queretanos. Eso puede ser un primer paso para darnos cuenta de que, lo que sigue, es el preludio de la alternancia. Inclusive, no nos sorprende en lo absoluto que, a estas alturas, la gente comience a tomar partido por la coalición Seguimos Haciendo Historia.
El mismo gobernador, que ya comienza a sentir el desgaste, sabe perfectamente que la posibilidad de perder Querétaro es latente. Después vendrá la etapa más difícil de aceptación. Por esa razón, ha desatado una oleada propagandística para que la población no vote por Morena. Sí, Mauricio Kuri es de tiempo completo, un portavoz activo de su partido que con el paso de los días ve cómo se topa contra la pared.
Las últimas encuestas, que dan cuenta del pulso que la sociedad proyecta, han sido testigo del crecimiento de la izquierda. Siendo así, de nada servirá que se ejerza el poder del estado, pues el mandatario, como tal, no podrá contra la voluntad de las mayorías. Pasó en el Estado de México y Yucatán, donde las fuerzas que predominaron tuvieron que entregar las llaves del despacho del ejecutivo. Eso es tan real que, en definitiva, ha encendido las alarmas en la dirigencia nacional que encabeza Jorge Romero. Él, que está pensando en Ricardo Anaya, apostará todas sus cartas a favor de uno de los personajes con más señalamientos de corrupción y enriquecimiento ilícito. Pese a ello, esto va en serio: el coordinador de los senadores del PAN será, sin duda, el abanderado para la gubernatura del panismo en Querétaro.
Y alguien que está metido en el ojo del huracán, desde luego, le facilitará más el triunfo que se avecina en Querétaro para Morena. Estamos a meses de que se cumpla esa meta que se ha trazado la dirigencia nacional de Morena. La apuesta, –todo parece indicar–, recaerá en un hombre para llevar consigo la coordinación de la defensa del voto. Eso es fácil de saber porque, de pies a cabeza, las encuestas son muy claras. Esas tendencias, por cierto, han comenzado a visibilizar un escenario muy reñido.
Hay suficientes razones, de hecho, para asegurar que la alternancia se asoma con intensidad. Más aún porque Claudia, hasta en los puntos donde gobierna el conservadurismo, los ha conquistado. Esa es la cruda realidad para el PRIAN y para los mandatarios de Durango, Querétaro y Coahuila. En efecto, es algo que no habíamos visto desde hace muchos meses. La presidenta no solo se robó las miradas, sino que provocó un efecto que, aunque les cueste trabajo digerir a la derecha, influirá en las elecciones intermedias del 2027.