Hace unos días Arturo Zaldívar y Fernando Gómez Mont, responsables en materia judicial de las campañas de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, respectivamente, fueron protagonistas de un mini debate en el programa Es la Hora de Opinar, conducido por Leo Zuckermann.

La idea de la conversación fue que ambos abogados presentasen las posturas de sus representadas en materia de reformas al poder judicial.

Como es bien sabido, una de las principales propuestas de Claudia Sheinbaum, misma que está contenida en las intenciones de reformas constitucionales presentadas por AMLO, es realizar un cambio a la Carta Magna para que los jueces y ministros sean electos por sufragio universal.

Zaldívar, con el clásico lenguaje de un jurista bien formado que busca esconder realidades con el argot de la abogacía, insistió en la necesidad de “debatir” en torno a la pertinencia de que los ministros de la Corte fuesen electos por los ciudadanos, olvidándose aparentemente de la cátedra de derecho constitucional de los primeros semestres de la licenciatura en derecho.

Gómez Mont, por su parte, refutó el argumento de su contraparte con la idea de que en una democracia liberal la legitimidad de los jueces no deriva de las urnas, sino de la garantía de su imparcialidad, de su libertad en términos de independencia personal y de su compromiso con la división de poderes.

El ex secretario de Gobernación se llevó la partida. Sin embargo, bien vale rescatar lo que fue, a mi juicio, el punto más interesante de la conversación.

El representante de la campaña de Xóchitl explicó una propuesta. Si Gálvez gana, presentará una iniciativa de reforma al artículo 96 de la Constitución para que en caso de que el Senado no alcance un acuerdo de las dos terceras partes para el nombramiento de un ministro de la Corte, sea el propio tribunal que nombrará a un juez en tanto que la cámara alta no haya designado a un nuevo magistrado.

Esta iniciativa evitaría que el presidente de la República nombrase a un ministro a su antojo, tal como lo hizo AMLO con la designación de Lenia Batres, ante la falta de acuerdos en el Senado.

La propuesta de Xóchitl parece relevante y pertinente, y sin duda contribuiría al fortalecimiento de la independencia de la Corte; una autonomía hoy amenazada por un presidente saliente y por una candidata que busca continuar con el trance de la resurrección del PRI de antaño.