Una de las propuestas estrella en materia de movilidad que plantea el Partido Acción Nacional, como parte del programa de gobierno propuesto por Santiago Taboada, en cobrar tarifas del metro basadas en la distancia: a mayor distancia, mayor tarifa.

Desde que Miguel Ángel Mancera aumentó la cuota de 3 a 5 pesos, el repudio y sensibilidad social quedó marcado: Se pagaría por necesidad, se cobraría factura hasta el último momento.

Lo sucedido en el metro después de Mancera fue peor: fallas y cierres de la Línea 12 del metro, aumento de accidentes y escándalos por corrupción, contratos de mantenimiento destinados a realizar libros conmemorativos de propaganda y empresas fantasma que proveen a los sindicatos de mantenimiento. La herencia durante el último sexenio fue corolario de lo anterior: el colapso de un tramo de la Línea 12, un sindicato que amaga y fallas constantes acompañadas de un mantenimiento cuestionado que no convence a millones de usuarios con retrasos frecuentes.

La “Ley del Metro” de Taboada, sin embargo, resulta una medida regresiva, una cuota que le cobrará factura a las personas más pobres: Poco más de 2.3 millones de personas se trasladan diariamente desde el área metropolitana conformada por Estado de México, Hidalgo y Puebla a trabajar o estudiar en la ciudad de México. Entre oportunidades, necesidad o accesibilidad a programas universitarios de primer nivel, quienes se trasladan en tramos más largos suelen ser quienes menos tienen, es decir, que una propuesta de este calado les implicaría un golpe brutal a las finanzas, mayor exclusión, menos dinero para vivir y finalmente, el riesgo de que deban abandonar sus escuelas o empleos por dejar de tener posibilidades económicas de trasladarse.

Por el contrario, quienes han tenido acceso a propiedades más céntricas o espacios donde habitar cerca de empleos y universidades, en gran medida, pagan renta. Es decir, que a la cuota por vivir cerca de un lugar habitual, se tendría que sumar el doble, al menos, de la cuota diaria para poder mantenerse en aquellos lugares. Finalmente, quienes viven cerca de los enjambres de oficinas como Paseo de la Reforma, Santa Fe, Condesa, Roma o Polanco son quienes más recursos tienen. Si es que alguno de ellos utiliza el metro, lo hará por tiempo, para evitar el tráfico o por turismo.

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La realidad de la Ciudad es que quienes más recursos tienen, utilizan alternativas de transporte privado que no impacta al metro. Esta medida implica que mientras a una persona que gana el salario mínimo, pagar una tarifa de siete pesos, por ejemplo, diariamente, le costará 14 pesos, más las cantidades para trasladarse en sus propias entidades que suele ascender hasta 21 pesos. Más de mil pesos mensuales tendría que gastar una persona únicamente en traslados, lo que dejaría al salario mínimo de 7,468 pesos al mes, en tan sólo 6468, como ejemplo.

Los impuestos o cuotas regresivas son lo contrario al impuesto progresivo y se caracterizan por enfatizar y agudizar la pobreza, es decir, recauda un menor porcentaje de dinero a medida que la cantidad de ingresos del usuario sea mayor. Esto significa que las personas con las sueldos más bajos tendrán una mayor carga y una mucho menor cantidad de dinero para disponer en sus necesidades personales, familiares y de ahorro.

Lejos de filias y fobias, ante el alto riesgo de que Santiago Taboada resultara ganador, estas medidas son un completo error que nunca se justificarán ni aunque prometa el metro volador o las instalaciones más modernas e inteligentes del mundo, El sistema de transporte colectivo metro representa las venas de la ciudad, el único transporte que democratiza el acceso a oportunidades y que permite igual que el hijo del obrero llegue a donde el residente del metro Polanco podría llegar. Si ni siquiera eso Taboada o su equipo pueden entender, estamos perdidos.

OJO, aunque Morena impediría la aprobación de la “Ley del Metro” promovida por Acción Nacional, en caso de que ganara Taboada, se habrá terminado el legado de democracia e igualdad que existe en la Ciudad. Con manotazo y represión podría, sin problemas, hacer realidad estas propuestas que además de ser injustas, son dañinas para la economía. Lo lamentable es que Santiago Taboada ha jurado que las medidas y programas que funcionan se quedarán, pero esto deja claro que la ambición es mucho más grande que cualquier esfuerzo igualador en el acceso de oportunidades.