La tregua que el apoyo a la Guardia Nacional le ha dado al dirigente priista, Alejandro Moreno, es temporal y tiene fecha de caducidad. Podrá sobrevivir políticamente evitando el desafuero, sin embargo, al consolidarse la incorporación del cuerpo policiaco a la Sedena, solamente una reforma le quedará para mantener la inmunidad persecutoria: la reforma electoral. Dando ese paso y espaldarazo, su utilidad se habrá perdido y se convertirá en el útil comodín a encarcelarse cuando Morena más lo necesite. Un Emilio Lozoya superado.

Las horas más bajas del PRI retumban entre los pocos ánimos mexiquenses por aferrarse al bastión más importante, organizándose al marco y por fuera del diálogo con Alejandro Moreno. En el Estado de México, se sabe que el precio de impunidad para algunos es alto. Su única esperanza es la operación propia con recursos que por mucho superan el marco de asignación legal que brinda el INE, así como las alianzas y viejos negocios con el senador Higinio Martínez que tendrá en sus manos la dirigencia de Morena para coordinar -o traicionar- a la maestra Delfina Gómez.

La vieja guardia del tricolor no logró formar su propia herencia militante por promover a sus familiares, sin ideología o proyecto, así fue como Alejandro Moreno logró hacerse de la cara derrochadora y petulante que ahora domina al tricolor. Filas de jóvenes que aspiran al derroche y lujo, como el de su mandamás, han logrado escudarse inclusive en el feminismo. La ruptura con la Alianza Va por México destroza sus -de por sí- limitadas posibilidades de triunfar.

Es curioso que el “origen es destino” pareciera ser el triste desenlace que definirá el destino del emblemático perredismo: su 1.8 por ciento de preferencias electorales, sin perfil propio y solo por partido, terminarán adhiriéndose al PRI para no desaparecer… o peor aún, al antagonista de la izquierda histórico, el Partido Acción Nacional.

Las filas del tricolor volcarán irremediablemente su apoyo hacia Morena, la vieja guardia tendrá que virar hacia el PAN y si es que ya tendría Morena un triunfo anunciado en 2024, la ruptura aliancista materializa la competencia interna de Morena: solo quedará competitivo electoralmente aquellos internos del partido presidencial que decidan rebelarse ante el eventual escenario de que sea Claudia Sheinbaum la abanderada final.

El triunfo de Ricardo Monreal en el Senado en un embate de talla presidencial rebela que los acuerdos entre Marcelo Ebrard y el zacatecano son vigentes y fuertes. También pueden dar pista de la última petición de la corcholata más rebelde: que sea Marcelo y no Claudia.

Ambos guardan el mismo interés y si es que se atrevieran a fragmentar las intenciones presidenciales, podrán hacerlo vía el Movimiento Ciudadano, la apuesta monrealista en la Ciudad que avanza con el prianismo joven en sus filas mientras sus caciques son peores que el viejo régimen y no es una referencia hacia Dante Delgado, sino hacia Enrique Alfaro y Samuel García.

Delgado favor que le ha hecho el PRI a la Alianza.