Hace un par de semanas, en forma tan imprudente como retadora, se destapó Marcelo Ebrard en Guadalajara.

Inmediatamente después Marcelo corcholato enfermó de un extraño covid. Extraño, sí, porque, para muchos, el virus que lo atacó no fue el (ya ni tan temible) virus de la corona, sino uno que asusta muchísimo más a quienes aspiran a la candidatura presidencial de Morena: el enojo de AMLO.

Así las cosas, para no enfrentar al presidente López Obrador, el canciller Ebrard mejor se hizo el enfermo. Esa es una teoría, tan creíble o disparatada como cualquier otra.

El pasado fin de semana, en la inauguración de la refinería Olmeca, en Tabasco, el que se pasó de imprudente y retador fue el corcholato Adán Augusto López Hernández —o un grupo de sus seguidores que, para el caso, viene a ser lo mismo—, ya que se obligó a Andrés Manuel a ver mantas de promoción del secretario de Gobernación colgadas en todos los puentes ubicados entre Villahermosa y la planta de refinación.

Como seguramente a AMLO le pareció excesivo —y por lo tanto le molestó— lo que hicieron Adán o sus partidarios, el titular de Gobernación, para no verle la cara durante varios días al presidente de México, recurrió al viejo truco del aislamiento por covid. Es una teoría que circula, tan creíble o disparatada como cualquier otra.

Como quiera que sea, ante la posibilidad de que sí lo haya atacado el cada día menos horripilante coronavirus, se le desea a don Adán Augusto pronta recuperación… y que cuando deje el confinamiento no se vaya al autoexilio a Corea.

Es que, carajo, vaya extraña gira de Marcelo a un país tan lejano a pocos días de la visita del presidente López Obrador al presidente Biden.

¿Seguirá molestó Andrés Manuel con su canciller?