Sonora Power
HERMOSILLO.- Los tiempos se han adelantado en Sonora y aunque estamos a 20 meses de la cita con la urnas para decidir quien gobernará la entidad en el periodo 2027-2030, la verdad es que resulta indispensable vislumbrar el futuro, ya que en la entidad, bien podría estarse disputando la consolidación del proyecto de transformación para la segunda mitad del sexenio de Claudia Sheinbaum Pardo.
Esto implica que el gobernador Alfonso Durazo Montaño ejerza su influencia y logre decantar lo que hasta hace unas semanas aparecía como aguas turbulentas, pues había al menos 8 aspirantes a ser candidato a gobernador, hoy esas posibilidades se reducen a solo uno: Javier Lamarque Cano, alcalde de Cajeme.
Esa mágica disminución no es otra cosa que control político y disciplina impuesta por el gobernador a sus correligionarios a instancias de los deseos manifiestos de la presidenta Claudia Sheinbaum y dirigente formal del movimiento llamado Morena.
En este caso no es ningún misterio que la portadora del bastón de mando ha pedido que los procesos en los 17 estados con elecciones se enfoquen en lo que toca al partido en 3 normas, cero nepotismo, cero advenedizos y sí militantes con trayectoria y de preferencia fundadores del movimiento que creó junto a Andrés Manuel López Obrador.
Esto redujo de repente la lista de posibles candidatos a solo 4, entre ellos los senadores de mayoría Lorenia Valles y Heriberto Aguilar, el secretario de gobierno Adolfo Salazar y el ya mencionado presidente municipal de Cajeme.
Sin embargo por pertenencia y pertinencia, la preferencia de la presidenta se orientó a Javier Lamarque, en quien reconoce a un compañero de lucha, fundador del movimiento, que ha estado ahí desde el inicio.



Y en este caso es conveniente revisar una frase del gobernador Durazo en entrevista que ofreció al Canal Red, hace un par de días, en la que afirmó:
“Estoy formado en una visión sumamente institucional y esa institucionalidad viene de la cultura política priista… Veo en la figura presidencial la única visión integral que se puede tener del país, por eso yo no cuestiono la decisión presidencial, porque no tengo la visión integral que tiene nuestra presidenta… Aquí en el estado de Sonora esa visión integral solo la puede tener el gobernador y por eso pido a mis colaboradores respeten esa decisión, porque tengo elementos que muy difícilmente se tienen desde otro espacio político”, apuntó.
Y creo que en ese apunte lo dijo todo, la decisión de quien le sucederá en Sonora es en todo caso un acuerdo político tomado en las alturas, una decisión que no acepta discusión y que se toma así por el bien del proyecto político, por la continuidad del plan que se aplica para el estado y que repercute a todo el país.
Y si un gobernador con esa formación como la que tiene Durazo lo dice tan abiertamente, es simple y sencillamente porque el tema está ya cerrado, es decir Javier Lamarque será el candidato y en Morena a los demás solo les queda hacerse a la idea, disciplinarse o asumir que pasarán al ostracismo.
Es evidente que la formación y filosofía política de la disciplina partidista de aclimatarse a la realidad vigente, o “aclichingarse”, no es algo que comparta la presidenta Claudia Sheinbaum, ella tiene otro origen, pero en su origen y visión, las determinaciones del poder se asumen y no se discuten.
Del origen paso a los hechos, el pasado martes 16 de septiembre, en ese entendido, las fuerzas vivas del partido Morena y afines, cerraron filas en torno a la figura del futuro candidato, con el pretexto del primer informe del tercer periodo de gobierno de Javier Lamarque.
En el acto, que se realizó en la Arena Itson de Ciudad Obregón, lo mismo se vio a los ya mencionados senadores Lorenia y Heriberto, que al secretario de gobierno Adolfo Salazar, a los dirigentes del PT y el PVEM, a los diputados federales de Sonora, a los diputados locales incluso del PRI y el PAN, a los dirigentes sindicales y a los representantes del gran capital.
Fue un gran acto de unidad, o lo que en el pasado reciente conocimos en la cultura política priista como “la cargada”.
Javier Lamarque fue elegante, solo habló de logros y avances, recalcó que la seguridad ha mejorado en Cajeme y que la perspectiva es que siga mejorando, también dijo que se logró ya el sí para crear el polo de desarrollo para el bienestar que se busca para el municipio y sur de Sonora y así en medio de un fundado triunfalismo, agradeció presencias y apoyos.
Nunca habló de sus aspiraciones, pero no hizo falta, todos los ahí presentes sabíamos de que se trataba la reunión, se trataba de darle forma a la versión sonorense del segundo piso de la transformación.
Lamarque es por supuesto un digno representante de las luchas sociales y políticas de la izquierda, no es un improvisado, tampoco un advenedizo, ha sido alcalde de Cajeme 3 veces, fue candidato a gobernador de Morena en el 2015 y diputado federal en el 2018, acompañó a López Obrador desde el 2006 y viene luchando en Sonora por los campesinos y los obreros desde los años 70.
Todo hace ver que en Sonora ha llegado la hora de ir más allá en la transformación y le tocará a un histórico de la lucha política materializar esa aspiración.
Yo me alegro por él y por todos los que le antecedieron, porque en Sonora al igual que en todo México, la oligarquía y los grupos conservadores han impuesto su voluntad, sus reglas y su visión, hasta que el cambio verdadero se ha venido materializando poco a poco.
En mi estado, con Alfonso Durazo ya se viene construyendo, lo que con Lamarque y de la mano con la presidenta Sheinbaum podrá ser un estado de derechos e igualdad.
Claro, antes falta ver que tiene para decir la oposición, que todo indica que postulará al alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez, pero esa será otra narrativa, el martes lo analizamos.
Correspondencia: demiandu1@me.com | X: @Demiandu