“Un día se presentaron dos madres ante el rey Salomón. Cada una llevaba un bebé. El bebé de la primera estaba muerto. El de la segunda estaba vivo. Las dos decían que el bebé vivo era el suyo.

Salomón dijo: ‘Guardia, corte el bebé vivo en dos partes y dele una mitad a cada una de las mujeres’.

La primera mujer gritó: ‘¡No lo haga! ¡No lo mate, señor!, dele el bebé a ella. Al menos así seguirá vivo’.

La otra mujer dijo: ‘Tiene razón, rey Salomón. ¡Córtelo en dos! Así ninguna de nosotras dos lo tendrá’.

El rey suspiró y le dijo al soldado: ‘Dele el bebé vivo a la primera mujer: ella habló como solo lo podía haber hecho la madre verdadera’.”

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ANTIGUO TESTAMENTO Esta leyenda y más historias sobre Salomón podemos leerla en el Libro de los Reyes

Aunque se habla de “ley salomónica”, en estricto sentido la decisión del rey no se basó en la justicia sino en el sentido común. Dilucidar lo que en verdad quería cada una de las mujeres y en ello descubrir quién era la verdadera madre de la criatura viva. Algo así sucedió milenios después con Elon Musk, AMLO y Samuel García.

Ninguno de los tres son reyes, claro que no (aunque, a decir verdad, uno sin duda actúa como tal y vive en un Palacio). A otro solo le espera por un rato trato de rey de parte de los neoleonenses, ya que están de plácemes en estos momentos con la próxima instalación de la “GigaMéxico” en el municipio de Santa Catarina. Y, bueno, el tercero es monarca de Twitter… Pero algo más: supo qué querían en realidad los otros dos; en particular lo que el presidente López Obrador ansiaba.

Vale la pena leer a Enrique Quintana en su columna de El Financiero de hace un par de días. Señala que en todo este asunto de la rebatinga de Tesla, el malestar de Andrés Manuel es lo que NO había sido tomado en cuenta. El “ego” del mandatario estaba dolido porque no se le habían “hecho caravanas” suficientes.

Lo que en realidad atestiguamos cuando López Obrador dijo que no daba los permisos, fue un berrinche porque no había sido mencionado ni tampoco invitado a las negociaciones que se dieron entre el gobierno de Nuevo León y Tesla.

Obviamente no estoy diciendo que su actitud sea la correcta —bastante infantil y soberbia, como es su costumbre—, solo noto que le molestó no ser tomado en cuenta. Que ni Samuel García, ni Elon Musk (ni tampoco Marcelo Ebrard, ya entrados en gastos) tuvieron la cortesía de darle su “lugar”.

Está visto que para López Obrador es esencial “que se vea, que se sienta” su permiso para todo, si bien de lo fundamental no entienda absolutamente nada. Él lo que exige es pleitesía; una deferencia tan requerida por los monarcas…

Así, durante la conversación telefónica sostenida entre Andrés Manuel, Elon y Samuel, no se trataron temas de fondo o aspectos técnicos. Estas decisiones y discusiones ya se habían resuelto. La llamada fue para que el hombre más rico del mundo le diera a López Obrador lo que quería: un reconocimiento, un “tomarlo en cuenta”, y con ello se terminó de concretar lo que en materia de negocios al genio de la tecnología más le convenia.

Me parece que a partir de esto habría que notar otra cuestión: son dos personas que en pocos días aprendieron o supieron darle la vuelta a López Obrador. De diversa manera y en distintas circunstancias, pero resultaron mucho mejores políticos que aquellos que llevan en el ámbito muchos años o incluso varias décadas.

Me refiero a la ministra presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña, y al ya referido Elon Musk. La primera ha optado por olímpicamente ignorar al titular del Ejecutivo federal —nunca fuera de la norma ni de manera contraria a las instituciones, hay que subrayar—. El segundo complaciendo a AMLO en la forma; no cediendo ni un ápice en el fondo. Vaya, resultaron mejores políticos que todos los políticos mexicanos juntos. Además, en el fondo no teniendo ni la más mínima intención de ser eso… políticos.

Ahora bien, esta historia continúa. Y es que Elon Musk, ya habiendo aprendido el caminito, sigue en el mismo a sabiendas de que este le funcionará mejor. Digo, por algo es genio; aunque en cuestiones de política en ocasiones apoye programas y proyectos de gente bastante populista y nefasta como es Donald Trump (pero, bueno, ese es otro asunto).

El hecho es que Musk ya tiene presente que a López Obrador lo que verdaderamente le importa es que no se vea y no se sienta que Tesla le hace todos los reconocimientos a Samuel y a Nuevo León. Y que si bien ya consiguió la venia del presidente para una primera gran incursión de su compañía en tierras regias, Musk no quiere que el tabasqueño se vuelva a emberrinchar.

Les apuesto 100 a 1 que al magno evento de las inversiones de Tesla que se dio el miércoles —en el que se anunció la construcción de una nueva planta en México— invitó tanto al gobierno de López Obrador (que yo sepa ningún representante comercial del Ejecutivo federal asistió), como a Samuel García (quien sí anduvo por ahí). En otras palabras, que diplomáticamente Elon supo darle a ambos personajes su lugar.

Pero Musk, que opera la diplomacia de la política, irá un paso más allá. Jugará con la idea de que fue Mariana Rodríguez Cantú, la esposa de Samuel, quien atrajo la inversión al regio estado y no tanto su esposo el fosfo fosfo gobernador.

Movida inteligente. El foco del reconocimiento no se concentrará en el gobernador de Nuevo León, lo que podría volver a “agraviar” a López Obrador. El asunto es que AMLO podría enojarse con el gobierno de NL, con Samuel García, con Elon, pero no con una mujer embarazada, ¿o sí?

Tesla —a la mejor usanza salomónica— mete el factor Mariana. El presidente de esa compañía sabe que a ningún político le conviene “pegarle” a Rodríguez y que, además, con esta jugada todos quedan bien: Samuel no recibe elogios de más (visión de López Obrador), Andrés Manuel recibe el reconocimiento (aunque sin fines prácticos) y Mariana sirve de “amortiguador” para evitar los enojos entre su esposo y el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller.

Mientras Elon encontró la forma política de que López Obrador no se sienta desplazado en esta magna obra; Samuel lleva las inversiones a Nuevo León y la derrama a todo México; y Mariana maneja su camioneta Tesla, a quienes en realidad se les debe aplaudir por conseguir que Tesla se quedara en dicha entidad de la República mexicana es a sus ciudadanos. Quien se debe colgar la “medalla” es la sociedad neoleonesa. Son quienes han invertido por años en competitividad, en educación, en comunicación; son las personas que ‘se han sobado el lomo’ para que Nuevo León sea un estado industrial, con todos los incentivos para que, “la criatura”, una planta como esa, de autos eléctricos de vanguardia, busque quedarse ahí.