Buena parte de mi vida la he pasado en hospitales. Desgraciadamente casi nunca soy yo el enfermo. No me quejo porque, pese a todo, los problemas se han superado —vuelven siempre, pero siempre los vencemos—. De hecho, estoy contento porque las cosas invariablemente terminan saliendo bien. Sé que habrá nuevas complicaciones, pero se remontarán.

Un seguro de gastos médicos contratado hace décadas y muchísimos debates, hasta pleitos legales con la empresa aseguradora, han permitido recibir la atención en hospitales privados. Seguramente no son mejores que los hospitales públicos, pero ofrecen mayor comodidad a quien necesita internarse y a su familia.

Recientemente, durante varias semanas, he visitado bastante un hospital privado de excelencia. He encuestado al personal. No a los médicos y a las médicas principales para que que la disputa política e ideológica no vaya a generar enemistades, que por supuesto no afectarían el profesionalismo y la ética de tales personas, pero sí generarían un ambiente de ojeriza que no beneficiaría a nadie.

Estoy tan acostumbrado a que la gente pierda la estabilidad emocional cuando se toca el tema político, que ya evito discutir. Por cierto, quien debe calmarse un poco es mi querido amigo Ciro Gómez Leyva: cada día se le escucha más exaltado en Radio Fórmula. Esta semana se pasó con ciertas expresiones excesivamente apasionadas dirigidas en forma de regaño a otros dos amigos: el productor de TV Epigmenio Ibarra y el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo. Tranquilo, don Ciro: el actual es un proceso electoral normalito —a la mexicana, eso sí—, similar a todos los anteriores y no muy distinto a los que vendrán en el futuro. No hay que tomar tan a pecho estas cosas, te aseguro que no vale la pena. Fuerte abrazo, señor Gómez Leyva.

A quienes sí he encuestado es a médicos y médicas jóvenes, auxiliares de los y las especialistas con más experiencia, muchachos y muchachas evidentemente brillantes, si bien todavía en una etapa académicamente formativa, la gran mayoría y aun la totalidad de universidades privadas y sin duda pertenecientes a la clase social media alta.

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También he preguntado al resto del personal, gente claramente de clase media baja y hasta baja: enfermeras, enfermeros, camilleros —no he visto camilleras—, señoras de limpieza —no he visto señores de limpieza—, técnicos y técnicas en radiología, hombres y mujeres que sirven los alimentos, vigilantes, dependientes de cafeterías Starbucks, del restaurante del hospital y de la farmacia.

Ya llegué a 65 encuestas a personas distintas —el cuestionario incluye un sola pregunta: ¿por quién va a votar, Xóchitl, Claudia o Máynez?—. He preguntado en ese orden para SÍ sesgar el estudio no probabilístico a favor de la candidata de la alianza PRI, PAN, PRD. Enseguida los resultados:

1º Con 62% de las preferencias Claudia Sheinbaum

2º Con 25% de las preferencias Xóchitl Gálvez

3º Con 13% de las preferencias Jorge Álvarez Máynez

Por respeto a su situación, siempre compleja y aun dolorosa en un hospital, no he preguntado a familiares —obviamente de clase media alta y alta— de otras personas internadas. Supongo que si lo hiciera subirían las preferencias por Xóchitl, lo que reduciría la ventaja de Claudia de 40 puntos porcentuales a más o menos unos 30 puntos, lo que coincidiría con los números de la encuesta de MetricsMx publicada mes a mes en SDPNoticias.