Un estudio del Banco de México denominado 2025-16: Efectos iniciales de la relocalización productiva en el mercado laboral manufacturero en México pone en el centro del debate el efecto de nearshoring postpandemia, el cual se convertiría en el motor del desarrollo económico y del empleo en México, justamente por la necesidad de que las empresas trasladaran su producción a nuestro país, dada la cercanía con Estados Unidos.

El eclipse del nearshoring se encuentra en el salario, ante lo aparatoso y luminoso que resulta la inversión productiva manufacturera de 2020 a 2023 (periodo del estudio), se colocan como plato que oscurece el panorama los bajos salarios que se pagan, pues generaron muchísimos empleos, pero la mayoría rondan alrededor del salario mínimo.

Este análisis se adhiere al que realizó el Departamento de Estado hace un mes, mediante el cual describe la realidad laboral en México: violación de derechos laborales, sindicatos de blancos y de protección, nula libertad sindical, entre otros.

Si se hace un análisis del registro de contratos colectivos de las industrias manufactureras en México se observará que la mayoría tienen contratos colectivos con centrales obreras charras, cuyo contenido de cláusulas solamente reproducen las prestaciones que establece la Ley Federal del Trabajo y sus tabuladores están al ras del salario mínimo.

Otro fenómeno laboral es la utilización excesiva de subcontratación laboral, legal y no legal, mediante el insourcing, con empresas que sin estar registradas en el REPSE se dedican a pagar solamente la nómina.

Las columnas más leídas de hoy

Todo esto se trató de evitar en la negociación de 2018 del T-MEC con el presidente Donald Trump: que se perpetuara el dumping laboral, con la migración de empresas norteamericanas ante los bajos salarios.

Falló el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral en la erradicación de los contratos de protección y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en la inspección y sanción de las condiciones laborales en México.

El Economista publica una nota sobre la expectativa de los aumentos contractuales de 2026, entre el 5.4% y 6.4%, frente al 12% que se estima subirá el salario mínimo. A ese ritmo el destino nos está alcanzando, nos estamos convirtiendo en un país de salario mínimo.

X: @riclandero |Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM