Al igual que a una inmensa multitud de simpatizantes y militantes de Morena, me hubiera gustado que, durante estos dos años, las condiciones hubiesen sido parejas. Es verdad, el pueblo ha tomado la decisión, pero fue una determinación donde influyó mucho el aparato de comunicación que brotó por todo el país, que, dicho sea de paso, se cargó a una sola trinchera. Por ello, con esta designación se cierra un primer periodo y, a la postre, vendrá la madre de todas las batallas y, lo mejor que puede pasar, es promover la unidad, siempre y cuando sea equitativo el consenso o acuerdo al que se llegue.

Al interior de Morena surgen muchas especulaciones, incluso hay quienes se frotan las manos para escalar a una posición clave. Es cierto que la decisión que salió de una encuesta dota de mucha fuerza política a Sheinbaum. Sin embargo, también es verdad que, para mantener la unidad, el presidente tiene que llegar a un punto donde todos aseguren un espacio clave. De hecho, eso fue una promesa en un cónclave de una cena privada en el que, por cierto, acudieron todos los aspirantes de Morena.

Naturalmente, el presidente tiene que abrir el abanico para poder alcanzar acuerdos con los aspirantes que perdieron las encuestas, pero que, para efectos políticos, son claves para ganar la elección presidencial del 2024. Ni Sheinbaum, ni siquiera el mandatario, pueden darse el lujo de desdeñar a nadie. Al respecto, el equilibrio es la mejor prueba de voluntad política para salir y, con ello, mostrar la unidad a la ganadora. Si es así, todas las condiciones están dadas para que Morena doblegue a la oposición que, ya con su candidata, habrá de estar lista la boleta.

Faltará Movimiento Ciudadano, aunque la lógica apunta a que sea Samuel García, gobernador de Nuevo León, incluso, podría ser el propio Marcelo Ebrard, que no está de acuerdo con la determinación final y, casi casi, está a un paso de romper con Morena.

Y una vez nombrada la coordinadora, surgen las hipótesis. Si nos guiamos por las obvias e inminentes razones, es muy probable que Marcelo Ebrard, si decide sentarse a negociar, tome la coordinación de los senadores de Morena, o, de plano, rompa con el partido, luego de la postura que mostró ayer. El asunto es muy claro, solo falta que se haga público. En cuanto al líder de San Lázaro, tengo la sensación de que Noroña, es quien dirija la organización de la fracción mayoritaria. Y lo que se ha vuelto la versión más fuerte, hasta cierto punto, es la evidente designación de Ricardo Monreal, como abanderado de Morena en la Ciudad de México.

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A como se estaba disputando la elección interna para coordinador nacional, el nombre de Ricardo Monreal sonó muy fuerte para la CDMX. De hecho, es evidente el proceso operativo que lleva a cabo. Las 16 alcaldías, por ejemplo, tienen comités constituidos a favor de la causa del zacatecano. Todo esto, por lógica, apunta a un hecho inexorable. Es, claro está, una candidatura cantada, pese a los fuertes rumores de la posible renuncia de Omar García Harfuch, titular de seguridad del gobierno actual. Claro, eso generó conjeturas, sin embargo, no podemos perder de vista a Monreal, que, no hay duda, será quien encabece los trabajos en la gran urbe.

Quizá lo de Adán Augusto resulte más un enigma. Muchos aseguran que -su destino- está en la Secretaría de Gobierno. En cambio, muchos dan por hecho que, una vez finalizada la gestión de Mario Delgado, el tabasqueño irá al partido. Hay que poner atención en esa decisión, una vez que Delgado termine el proceso electoral en julio.

Lo que no es probable, está muy claro, es la salida anticipada de Mario Delgado, como se especula. Él, por indicación del presidente Obrador, terminará hasta que finalice la jornada electoral del próximo mes de julio del 2024. Algo similar a lo que vivió Zoé Robledo.

Finalmente, ya con la designación que salió a la luz pública, el escenario que anticipamos, lo cito en el título de mi columna: Monreal a CDMX; Noroña a San Lázaro; Adán a Gobernación y ¿Marcelo Ebrard?