El tema de la seguridad, siempre en el punto más alto de los reflectores por su importancia, será uno de los asuntos que constantemente estarán bajo la lupa de escrutinio público. Desde luego que la sociedad se ha convertido en el mejor árbitro para calificar la efectividad. En ese sentido, nuestro país ha ido avanzando y no retrocedido como la oposición quiere hacernos creer con esa narrativa inverosímil. Lo cierto es que, en medio de este proceso de transformación, Claudia Sheinbaum se ha tomado muy en serio la problemática que aqueja a la población. Uno de los grandes méritos, quizá sustancial para no caer en lo banal, ha sido omitir los “abrazos y no balazos”, y concentrarse en cicatrizar todavía las heridas que han dejado los daños colaterales de esa guerra fallida que operó Genaro García Luna, hoy preso en los Estados Unidos por ser partícipe de actividades al margen de la ley.
Precisamente en la mañanera, donde los ojos de todo México están depositados, Omar García Harfuch dio el parte de seguridad y, con ello, nos damos una idea muy clara que la pacificación del país avanza a pasos agigantados. Lo dijimos esta misma semana en nuestra columna de opinión: una de las mejores determinaciones es, sin duda, que el secretario de seguridad pública, con esa experiencia y cercanía con la jefa de Estado, pueda tomar libremente decisiones para poner en práctica una estrategia que está rindiendo frutos. Con todo ello, claro está, uno de los temas que más insiste la presidenta es salvaguardar la vida de los ciudadanos con una ruta que, a nuestro juicio, es apropiada porque se asigna tareas específicas en coordinación con todas las entidades federativas.
Recurrir a todo ello, por supuesto, ha permitido a la presidenta de México situarse en esa realidad que jamás ha negado. Me refiero a que hay temas que atender y que, por su relevancia, no pueden pasar desapercibidos, máxime ahora que el país va caminando por la dirección correcta. De hecho, los esfuerzos de colaboración con las entidades federativas no solo mejoraron, sino que se optimizaron para firmar acuerdos de estrategias conjuntas. Chiapas y Yucatán, por la posición geográfica que comparten, pero sobre todo por la voluntad de prevenir, signaron un acuerdo para enfrentar de manera conjunta los enormes desafíos. Ambos gobernadores, en efecto, reafirmaron ese compromiso al destinar y, naturalmente, movilizar una cantidad importante de recursos para sofisticar mecanismos que, sobra decir, influyen para que los índices y los delitos de alto impacto desciendan significativamente.
Con el informe de seguridad que mostró el mismo secretario de seguridad pública, por supuesto, tenemos elementos que nos llevan a decir que México, hoy más que nunca, avanza sustancialmente, porque una de las prioridades de la presidenta es, naturalmente, ese tema. Veamos el claro ejemplo de Puebla. Esa entidad, a comparación de otras, tiene una estrategia detallada de parte de la autoridad a través del gobierno del estado. Delitos como homicidio doloso, feminicidio, robo a transportistas, trata de personas y robo a transeúntes, han ido reduciendo con porcentajes muy significativos. La propia administración de la Angelópolis, con un mensaje, dejó muy en claro que, entre ese abanico amplio de prioridades, está la pacificación.
Todos esos son pasos muy importantes debemos considerarlos como un avance. Ayer, de hecho, conocimos datos precisos o, de plano, pormenores que nos llevan a concluir que, en todo México, la estrategia que coordina Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch, es un síntoma de efectividad. Siendo así, la Cuarta Transformación puede presumir que se ha reducido un 25% los homicidios. De igual forma, los decomisos de sustancias ilícitas son en grandes cantidades. Disminuir eso, propiamente dicho, se llama responsabilidad y compromiso con las causas que aquejan a la población. Todo esto, claro está, nos obliga a decir que, efectivamente, México tiene una estrategia bien planeada que ha permitido mitigar las actividades al margen de la ley.
Todo esto tiene que dar pie para seguir rechazando tajantemente toda intervención militar de tropas extranjeras a nuestro país. El respeto a la soberanía, lo dejó muy en claro el canciller de la Fuente, es un derecho irrestricto que debe imperar por encima de cualquier interés. Por eso la legitimidad y el respaldo a la presidenta constitucional son abrumadoras. Existe un plan bien detallado que, de manera conjunta, se trabaja. La propia Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de un comunicado, dejó muy en claro que hay una política de Estado en materia de seguridad en la que, para efectos jurídicos, solamente tienen valor en la nación autónoma que somos. Hoy, gracias a ello, podemos decir que los efectos se están sintiendo a favor de esa pacificación anhelada que cada día va mejorando porque se previene y actúa. Eso, a la postre, trae consigo cambios que se notan para que reine la paz entre la sociedad.
Sin patetismos y sin caer en el exceso de confianza, la estrategia de seguridad, de plano, habla por sí sola con resultados que están a la vista de todos para que el país, en ese proyecto de transformación, siga profundizando sus políticas públicas a favor del pueblo, especialmente de aquellos sectores que más atención requieren. Es entendible que a la oposición no le parezca. Ellos, por supuesto, jamás reconocerán. Ni falta que hace. La principal apuesta de Claudia tiene una lectura muy clara de por qué vamos por el camino correcto.