Creación de la SEP

En 2021, México y los mexicanos celebran –entre las tantas otras fechas que se recuerdan o conmemoran- el centésimo aniversario de la fundación de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Para especificar: se crea por decreto presidencial de Álvaro Obregón el 25 de julio, publicándose en el Diario Oficial de la Federación hasta el 3 de octubre de 1921.

El verdadero impulsor de esa creación frente al propio Obregón es José Vasconcelos. Y ese deseo de construir una gran escuela, la SEP, hunde sus raíces profundas en las ideas de este pensador y político mexicano; sin él, la institución posrevolucionaria más importante y trascendente sería inexplicable, sería otra cosa. Se hallan estas raíces desde la propia formación de Vasconcelos, que ya egresado como abogado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, participa en la fundación del Ateneo de la Juventud o Ateneo de México en 1909.

Esta sociedad de escritores, pensadores, artistas, poetas se reunía desde 1907 incluso con la presencia del respetado maestro Justo Sierra, que había logrado arrancarle a Porfirio Díaz la creación del ministerio de Instrucción Pública. La agrupación celebra reuniones anuales y cuenta entre sus conferencistas destacados a Alfonso Reyes, Pedro y Max Enríquez Ureña, Julio Torri y el propio José Vasconcelos, que en 1909 llamaba ya a incorporarse a la causa del maderismo contra la dictadura porfirista. Hacen la crítica al positivismo, reivindican a los clásicos griegos y al mismo tiempo a los autores modernos de su tiempo, extienden la cultura al pueblo. Es un movimiento artístico y cultural que se anticipa a la propia irrupción de la revolución mexicana.

Vasconcelos, de la instrucción a la educación

Después del triunfo de Madero, su asesinato y la usurpación de Victoriano Huerta, Vasconcelos sale al exilio. Regresa de manera efímera cuando Eulalio Gutiérrez es electo como presidente interino por la Convención de Aguascalientes de 1914. Este nombra al escritor como ministro de Instrucción Pública, aunque su cargo durará sólo dos meses y diez días -6 de noviembre al 16 de enero de 1915-, pues el gobierno de Gutiérrez es desconocido por las fuerzas en lucha. Este breve ministerio es el antecedente inmediato de la SEP, porque al materializarse la Constitución de 1917, se había reducido a tan solo un Departamento Universitario y Bellas Artes; apenas logran asomarse las ideas de Vasconcelos que florecerán en 1921.

En junio de 1920 –después de que Álvaro Obregón hubo entrado triunfante a la Ciudad de México tras el Plan de Agua Prieta-, Vasconcelos es nombrado jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes, y rector de la Universidad por el presidente interino Adolfo de la Huerta. Desde la rectoría impulsará su gran proyecto, su gran escuela. Lo que alcanzará, pese a las desconfianzas políticas mutuas, con el apoyo del ya presidente electo Obregón.

Se le llama Secretaría de Educación en sustitución de Ministerio de Instrucción como una primera crítica al positivismo porfirista. Lanza una fuerte campaña nacional de alfabetización, imprime y distribuye libros clásicos pese a las críticas, establece misiones culturales, construye escuelas, casas del pueblo, convoca a artistas e intelectuales nacionales y extranjeros. Diego Rivera es “importado” desde Montparnasse para realizar los extraordinarios murales del nuevo edificio de la secretaría, cuyos muros serán complementados por la obra de Roberto Montenegro y otros. Los jóvenes serán magnetizados por la energía y el ímpetu vasconceliano y también colaborarán en la empresa educativa del “Ulises criollo” mexicano.

El joven Torres Bodet y su encuentro con Vasconcelos

Durante este tiempo de gestación aparece la figura el muy joven poeta Jaime Torres Bodet en el panorama, ya una suerte de celebridad precoz tras la publicación de su primer libro de poesía, Fervor -a los 16 años, en 1918-, con un prólogo del afamado poeta modernista Enrique González Martínez. Torres Bodet es nombrado secretario de la Escuela Nacional Preparatoria en 1920; a los pocos meses, Vasconcelos lo atrae como su secretario particular. Y cuando se crea la SEP, se hará cargo de uno de los departamentos centrales, el de Bibliotecas.

En Tiempo de arena, su primer tomo de memorias, el poeta narra el primer encuentro con el pensador mexicano y rector de la Universidad, donde sería su jefe, y recrea asimismo las manifestaciones de este al aceptar el cargo: “Llego con tristeza… a este montón de ruinas de lo que antes fuera un ministerio que comenzaba a encauzar la educación pública por los senderos de la cultura moderna. El deber nos llama por otros caminos… Y ese deber me obliga a declarar que no es posible obtener ningún resultado provechoso en la obra de la educación del pueblo… si no constituimos un ministerio federal de educación pública… Yo soy en estos instantes, más que un nuevo rector que sucede a los anteriores, un delegado de la revolución que no viene a buscar refugio para meditar en el ambiente tranquilo de las aulas, sino a invitaros a que salgáis con él a la lucha, a que compartáis con nosotros las responsabilidades y los esfuerzos. Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”.

El discípulo más brillante

El discípulo más brillante de José Vasconcelos, quien tomaría sus ideas enseñanzas y las explayaría a lo largo del siglo sería precisamente Jaime Torres Bodet.

En 1943 fue nombrado secretario de Educación Pública por Manuel Ávila Camacho, luego de dos secretarios fallidos previos. Entre otras obras y alcances, lanzaría una Campaña Nacional contra el Analfabetismo, logró la modificación del Artículo Tercero Constitucional, que desde Lázaro Cárdenas y Narciso Bassols presumía una educación socialista del régimen mexicano, lo cual era irreal, se configuró la creación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), creó instituciones de capacitación y construcción de escuelas, continuó la distribución de libros a la Vasconcelos, etcétera.

Entre 1958 y 1964 fue nombrado por segunda vez como titular de la SEP por el presidente Adolfo López Mateos. Creó e impulsó un fuerte programa de alfabetización conocido como Plan de Once Años, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y el propio libro, impulsó la educación técnica, materializó instituciones y tuvo especial interés por los museos concibiendo todo un plan que empezó con la Galería Histórica de Chapultepec y concluyó con el Museo Nacional de Antropología, incluyendo trabajos de organización y restauración del conjunto arquitectónico de Teotihuacán. Entre muchas otras cosas.

Entre 1948 y 1952, el discípulo más brillante de Vasconcelos sería nombrado por elección de los países miembros, como director general de la UNESCO; responsable, en cierta manera, de la educación mundial.

Ese discípulo recrea de nuevo al maestro en el capítulo XIX de Tiempo de arena, titulado “José Vasconcelos”: “Quien no lo haya tratado en esos días de 1921 no tendrá una idea absolutamente cabal de su magnetismo como ‘delegado de la revolución’ en el ministerio. La juventud vibró desde luego ante su mensaje, de misionero y de iluminado. Por algo había trazado la pluma de Vasconcelos, al final de un poema en prosa, estas líneas –de ímpetu muy genuino: ‘Aprovecha la lección del sol. No basta resplandecer. El ser a quien buscas… ha de ser capaz de deslumbrar”.

En el centenario de la SEP, tenemos mucho que celebrar a la institución que hizo y ha hecho posible la educación de los mexicanos dando un sentido de identidad y posibilidades de una humanidad; estos dos hombres han sido responsables en alto grado de ese beneficio. Vasconcelos fue su creador y Torres Bodet, su mejor discípulo, se encargaría de darle el brillo, el impulso, el alcance que siempre quiso el mayor maestro de la educación mexicana.

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo