Aunque no quiera, el Instituto Nacional Electoral está obligado a realizar la consulta de revocación de mandato.

Dinero le sobra al INE, cuyos consejeros estarán en serios problemas legales —podrían hasta ir a dar a la cárcel— si no organizan tal consulta.

Así lo determinó la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ya no tienen pretexto para evadir su responsabilidad los señores Ciro Murayama y Lorenzo Córdova, quienes han manchado el buen trabajo que habían realizado como árbitros electorales por haberse contagiado de fanatismo anti AMLO.

Es legítimo tal fanatismo, pero en la oposición, no en el INE, que se supone debería ser imparcial.

El ministro Fernando Franco González Salas ya les advirtió: o cumplen con la consulta de revocación o se atienen a las consecuencias.

¿Y de dónde va a sacar el INE todo el dinero que se supone necesita para la consulta y que no le autorizó el poder legislativo?

El citado ministro ha dado una lección de sentido común al consejero presidente del instituto electoral, Córdova, y a su chambelán, Murayama: dado que al INE le sobran recursos para distintos proyectos, sus administradores deben hacer los ajustes presupuestales que hagan falta y cumplir. Así de sencillo.

Es decir, el ministro Fernando Franco González Salas exige a las autoridades electorales hacer lo que hace cualquier hombre o mujer de negocios o cualquier familia en tiempos de vacas flacas: ajustarse y arreglárselas para hacer más con menos.

El INE y las firmas

Para que la consulta de revocación se realice debe juntarse una determinada cantidad de firmas de ciudadanos y ciudadanas.

A pesar de que el INE ha dado a conocer —con ganas de joder— algunos reportes preliminares que contabilizan muy pocas firmas, lo cierto es que los partidarios de este ejercicio de democracia participativa ya lograron su meta en más de 17 entidades.

El Instituto Nacional Electoral tiene en su poder, desde hace días, la totalidad de las firmas que se exigen para proceder con la consulta de revocación.

El riesgo ahora es que el fanatismo de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama los lleve a presionar dentro del INE para que se anule un número suficiente de firmas, de tal forma de concluir que el requisito no se cumplió y, de esa manera, rechazar la organización de la consulta de revocación.

Sería terrible que el INE tomara tal decisión. Porque las firmas se reunieron, en todo el país; el trabajo se hizo y no puede ser desechado por dos consejeros electorales enfermos de notoriedad y fanatismo político.

En ningún caso la última palabra la tendrán los consejeros y las consejeras del Instituto Nacional Electoral. Existe el poder judicial y este podrá corregir cualquier falta de dos árbitros que, sin dejar el silbato, ahora juegan en uno de los equipos políticos, el de oposición.

Árbitro vendido

Hace tiempo, Lorenzo Córdoba quiso lucirse frente a diputados de Morena con una cita de Eduardo Galeano acerca del árbitro: “Cuanto más lo odian, más lo necesitan”.

En Rayuela los redactores del diario La Jornada completaron el texto citado por el consejero presidente del INE: el árbitro “es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera”.

Rayuela pudo ahorrarse el texto de Galeano y recurrir a una frase más sencilla para recordar a Córdova la triste etiqueta con la que podría pasar al basurero de la historia: la de árbitro vendido. Deseo sinceramente que este político entienda lo que está en juego para su reputación y, sobre todo, para la estabilidad del país.

Si no es un virtuoso del bel canto, y Lorenzo Córdova está muy lejos de serlo, andar por la vida exhibiendo “gestos de ópera” convierte a quien lo hace no en un divo, sino en un mamón.

En este caso, el consejero presidente de la autoridad electoral está resultando un mamón con poder para generar una crisis política; ojalá recapacite y se deje de poses ridículas que el Estado mexicano tarde o temprano terminará por sancionar; ya la corte suprema —árbitro de árbitros— le sacó tarjeta amarilla y claramente apercibió a Lorenzo Córdoba y al resto de consejeros y consejeras del INE que la siguiente tarjeta, la roja, puede significar cárcel.

Federico Arreola en Twitter: @FedericoArreola