“Y sudarás tu frente al trabajar para poder vivir”, principio bíblico inicial.
El presente texto lo dedico con todo respeto a la periodista Azucena Uresti y su equipo.
Durante toda la historia de este planeta y de la humanidad, los dirigentes sociales siempre ganaban mucho dinero y riquezas, llámense reyes, emperadores, cancilleres, presidentes, primeros ministros o fuhreres, también senadores, diputados, gobernadores, secretarios, y por ende, sus familiares, y nunca había sido visto como algo malo, al contrario.
Es famosa la leyenda del Rey Salomón que durante su periodo de gobierno acumuló tantas riquezas, incluso hay teorías que desde esa época saqueaban el oro de América y otros minerales preciosos, sin que hayan dejado registros marítimos al respecto por obviedad de circunstancias, que tuvo que guardarlas al final de sus días en las famosas “minas del Rey Salomón”, que hasta ahora no se sabe dónde están.
Por estas razones históricas, uno de los principales errores en las estrategias de la Cuarta Transformación fue establecer un sistema de austeridad política o republicana, o mal nombrada: “franciscana”; los políticos de todo el mundo y durante toda la historia tienen derecho de ganar mucho dinero por el esfuerzo cotidiano que hacen para mantenerse bien y sostener a su patria para que no se derrumbe con la actualidad.
Por eso pienso que en determinado momento, el actual senador de la república, Gerardo Fernández Noroña, dijo que el compañero presidente es un pendejo, además, para un político de ese calibre, comprar una casa de 12 millones de pesos no significa nada para un país como México, donde tenemos más reservas subterráneas de petróleo que Arabia Saudita.
¿Ustedes saben qué significan 12 millones de pesos para el país más rico del mundo en recursos naturales llamado muy proféticamente: México (el ombligo de la Luna)?
Doce millones de pesos es lo que le cuesta en general al gobierno federal atender a cinco pacientes con cáncer al año, en un país donde mueren alrededor de 150,000 seres humanos cada año de cáncer, hagan cuentas de cuántos casos nuevos aparecen cada año, y en dónde uno de sus presidentes se curó “milagrosamente” de cáncer de tiroides sin explicarle a todo su pueblo cómo lo hizo, me refiero obviamente a Enrique Peña Nieto, quien vive muy cómodamente ahora como lo deberían hacer todos los políticos.
Que los políticos puedan ser millonarios durante su gestión ya no debería ser un tema de crítica mediática, al contrario, siempre y cuando cumplan con su misión de mantener estable a su patria, al respecto yo propondría que los políticos mexicanos ya dejen de declarar sus ingresos patrimoniales y se derogue la famosa ley que los obliga a hacerlo, incluyendo a la también mal llamada iniciativa ciudadana “Ley 3 de 3″.





