Como parte de ese andamiaje, a propósito de ello, resaltamos las acciones que se han venido concretando en estos primeros once meses de labor al frente. Si pudiéramos resumir una palabra, en definitiva, podemos decir que misión cumplida, pese al tiempo que le resta. En efecto, quienes luchan por ver un México más próspero, más unido, más vanguardista, merecen el reconocimiento, sobre todo si has sobrepasado la escalada de guerra sucia que propaga la oposición. De hecho, esta andanada, paradójicamente, resultó contraproducente; es decir, la hostilidad, de pronto, abona más al proyecto de transformación. No sirve de nada que el conservadurismo gaste sus energías en algo que no solamente los retrata de cuerpo completo, sino que muestra su verdadero rostro ante la opinión.
A estas alturas, que hemos rebasado los primeros once meses, sigue sin aparecer un contrapeso. No lo hay, y se antoja muy complicado que florezca. Es, por decirlo de algún modo, inútil competir con el poder político de Claudia Sheinbaum. Muchos dirán que la política es el arte de lo posible. Es verdad. El punto es que, en momentos como este, primero, se tiene que asumir una posición más sería. El conservadurismo actúa por instinto, no de forma racional. Basta ver los espectáculos que miramos en los medios de comunicación. A ellos, en efecto, les preocupa más construir un liderazgo que, por lo menos, intentar pisarle los talones al dominante pasó de Claudia. Ni Alessandra de la Vega ni mucho menos Kenia López cuentan con el nivel que se necesita. La resistencia, por ejemplo, es otra de esas ocurrencias variopintas en las que se encumbra la oposición. Han sido, sin exagerar, más de veinte plataformas las que han lanzado; ninguna de ellas ha cuajado, lo vimos recientemente con Xóchitl Gálvez.
Tras conocerse los números que promedia Claudia Sheinbaum, históricos, por cierto, nos damos una idea del grado de compromiso. Eso tiene un significado especial, sobre todo al superar los niveles de aprobación que, en su momento, constatamos con el propio Andrés Manuel López Obrador. Se debe estar a la altura de las circunstancias. Así lo ha reiterado nuestra presidenta, especialmente en los momentos de mayor atención con Estados Unidos. No hubo necesidad de que el gobierno de nuestro país se desgastara mucho. Imperó la prudencia y la sobriedad con la que se actuó. También sobresalieron estrategias claras como el diálogo frontal con miembros de la Casa Blanca. Haciendo a un lado ese clima de polarización, en efecto, la experiencia acumulada y la capacidad de negociación han permitido sobrepasar cualquier obstáculo.
De mucho ha importado que Sheinbaum siempre mantenga los canales de comunicación. La Secretaría de Relación Exteriores, en consecuencia, es uno de los mediadores más eficientes. Lo mismo pasa con la Secretaría de Seguridad Pública, de Omar García Harfuch. Él, a quien se le asignó la tarea de pacificar el territorio fue pieza crucial en la visita de Marco Rubio a Palacio Nacional. El tema de la seguridad, en ese momento, fue el que acaparó la atención de la agenda. Los resultados no pudieron ser mejores: seguirá habiendo cooperación y colaboración en tareas de esa índole, eso sí, cada quien haciéndose responsable para no afectar la autonomía ni mucho menos trastocar la soberanía, que también se le otorgó la mayor atención.
México, de hecho, llegó con una enorme ventaja al oficializarse algunas cifras en materia económica. Nuestro país, por ejemplo, rompió récord de inversiones; se posicionó de igual forma, como uno de los países de mayor crecimiento en el índice de complejidad, en los que, inclusive, rebasó a potencias como Italia. Al alcanzar esas metas que se trazaron, la Cuarta transformación se consolida. Podemos destacar, entre algunos aspectos fundamentales, el Plan México, y los polos de desarrollo. Es sabido que eso, naturalmente, es uno de los grandes sostenes. Y qué decir de la insignia Hecho en México y de los productos que, de mucha calidad, se elaboran con las propias manos mexicanas. Esas marcas, por cierto, están traspasando fronteras. Eso ha llegado a cambiar todo. Hoy, como nunca antes, el gobierno de Claudia, de la mano del Consejo Coordinador Empresarial, han unido esfuerzos para catapultar a otras latitudes.
Por eso la gira por el país, detallada de norte a sur, viene a reivindicar esa labor ardua que lleva a cabo nuestra presidenta constitucional, Claudia Sheinbaum. En Guanajuato y Aguascalientes, que actualmente están en poder de la derecha, la jefa de Estado, ante una multitud que la arropó dio a conocer algunos pormenores de su primer informe de actividades. Esas dos entidades, pese a estar en manos del conservadurismo, tienen enorme simpatía por Sheinbaum. Una y otra, en ese orden, promedia, 71 y 75% de aprobación. Eso, que deja la puerta abierta para aprovechar las circunstancias en las elecciones intermedias que se avecinan, es de gran ayuda. Tenemos claro que eso, como en su momento lo vivió AMLO, será crucial para conquistar esos enclaves, especialmente Aguascalientes, que se suma a la lista de territorios que tendrá relevo en un par de años más.
Ese buen manejo de la presidenta, hablando estrictamente de los enclaves que gobierna la oposición, se traslada a puntos cruciales que, de igual forma, tendrán elecciones intermedias en 2027. Seguramente al gobernador de Querétaro, envuelto en escándalos de despilfarro de recursos, no le agrada la idea que más del 74% de la población apoye incondicionalmente las políticas públicas de la 4T. Morena, que se ha ido acercando mucho, en este momento emparejó las encuestas de opinión pública. Eso, que no es producto de la casualidad, se llama legitimidad, lo que distingue a la 4T. Para ese enclave, de un instante a otro, la cara de la moneda ha cambiado. Soy de los que piensan que, en esa lógica, se repetirán los casos del Estado de México y Yucatán, donde el PRIAN entregó la estafeta a la izquierda.