Hace unos días, el secretario de educación federal, Mario Delgado Carrillo, anunció que a nivel nacional se implementaba un nuevo programa por parte de la Secretaría de Educación.
Sin mucha emoción en su cara, tal vez porque estaba cansado ese día o porque ni él mismo estaba de acuerdo con el programa, el funcionario anunció el arranque de una nueva actividad denominada, la escuela te extraña.
Este programa, según se dijo, iniciaría a operar en todas las escuelas de educación media superior del país e iba dirigido a los alumnos desertores. La esencia del planteamiento consistía en que los docentes, al tener el nombre, domicilio y teléfono de un alumno desertor, según Mario Delgado, se hacía perfectamente válido que los profesores, junto con el director, fuesen a casa del estudiante para convencerlo de regresar a la escuela.
Así, en el corazón de los barrios humildes, en los callejones de las colonias populares o allá en las veredas, unas con lodo y otras con polvo, frente al joven, los maestros le tienen que decir llenos de amabilidad: la escuela te extraña. Según se presumió, al saberse consentido el exestudiante, de inmediato le darían ganas de regresar gustoso al aula, por lo tanto, la estrategia pintaba, desde su arranque, para ser un éxito rotundo en eso de combatir la deserción.
Dicho, así como se dijo, parece fácil y hasta bondadoso el programa pues la acción se estaría ajustando, entre otras cosas, a la tendencia humanista de la Nueva Escuela Mexicana.
No obstante, si lo analizamos desde nuestro contexto escabroso donde, entre otros obstáculos, se incluye la excesiva y brutal carga administrativa para los docentes, podemos concluir que es probable que los asesores del secretario le mintieron en cuanto a la pertinencia de la estrategia, o pudo haber sido un mal cálculo dado con posibles tintes políticos o, ante los tropiezos de la Nueva Escuela Mexicana, tal vez y hasta fuese una simple ocurrencia distractora de la dependencia y de su titular. O pudo, hasta haber sido una acción trompicada de la dependencia ante presiones internas y externas sobre temas como este. Todo es posible.
Se hace evidente que para los docentes la propuesta sonó, desde cuando se presentó, a un desliz improvisado, ocurrente y sin un sustento metodológico.
Veamos por qué digo lo anterior. En nuestro país, el tema de la deserción escolar es un problema recurrente en las escuelas, sobre todo públicas, y lo ha sido en todos los tiempos y en todos los entornos. Se hace evidente que antes y ahora, ha habido deserción. Digo, tampoco es correcto que se entienda que, porque la deserción es un problema añejo, no significa que no pueda o no deba de ser atendido en cualquier momento.
Pero la primera pregunta medio cruel es: ¿y cómo para qué la escuela quiere que regresen los estudiantes que han decidido irse? Lo digo porque, según parece, no se ha podido sacar a flote el aprendizaje de los estudiantes que no se han ido. Es que hubo rezago en la adquisición de conocimientos de los estudiantes durante el neoliberalismo y lo sigue habiendo ahora. Y es muy probable que esos yerros, (aprendizajes deficientes) en una gran parte, ni siquiera sean culpa de los docentes.
Por lo menos, en cuanto a las deficiencias en los aprendizajes, eso dice un organismo internacional que mide no solo el desempeño de estudiantes de varios países miembros, sino que también mide la eficacia de los sistemas educativos de esos países agrupados.
De acuerdo a los datos de la OCDE y su prueba PISA, México está reprobado. Es decir, según la OCDE, no se ha logrado eficientar el trabajo en las escuelas mexicanas, pues los alumnos que asisten cotidianamente a ellas muestran malos resultados. Y los evaluados por este organismo, son educandos regulares del sistema educativo mexicano.
Según esta prueba, edición 2022, en México, sus estudiantes evaluados obtuvieron resultados por debajo del promedio de los países de la OCDE. Esta medición y sus resultados se refieren a las tres áreas evaluadas: Matemáticas, Lectura y Ciencias.
En esta prueba, México se ubicó en el lugar 35 de 37 países evaluados. Puede ser que se diga que la OCDE es un organismo neoliberal, y hasta tendencioso en sus mediciones y, en parte, puede ser verdad, sin embargo, también es verdad que México no se ha retirado de estas evaluaciones.
Otra pregunta sería entonces: ¿México acepta como reales estas conclusiones? Es que, si se aceptan como reales esos resultados, entonces ¿qué se va hacer o que se está haciendo para revertir esta situación problemática?
Dicho lo anterior, se observa que comparativamente con la evaluación del 2018, los índices recientes cayeron de forma alarmante. Por ejemplo, para el caso de México, matemáticas, descendió 14 puntos, según la OCDE.
Es posible entonces que, ante este sencillo análisis, sea más prioritario atender a los estudiantes que asisten puntualmente a las escuelas, esto por encima de aquellos que han decidido retirarse. No obstante, es prudente decir que cabe la posibilidad de que alguien más avezado en temas educativos podría argumentar que ambos grupos son importantes: los que se quedan y los que se van sin haber concluido sus estudios.
Es posible que ese alguien tendría un poquito de razón, pero, no obstante, nuevamente ¿qué se está haciendo para atender mejor a los estudiantes regulares, es decir, a los que no han desertado? ¿para ellos no hay una estrategia detonadora? Por ejemplo, ¿no sería más prudente ponerle más atención a una verdadera capacitación docente, quitarles carga administrativa a los docentes o dejar de atosigar a los maestros con un cúmulo escandaloso de actividades recurrentes y ajenas a su encomienda? Es tan terrible el cerco distractor a los docentes que muchos claman y claman en el vacío, sin éxito alguno, de que ya los dejen trabajar con sus niños.
“Ya me da miedo consultar mi teléfono a la hora del receso pues, casi siempre, cuando lo hago, ya tengo una serie de mensajes de que urgen para ese momento papeles y más papeles, evidencias y más evidencias, innecesario todo desde mi punto de vista. Cuando eso pasa, o voy y les dejo algún trabajo a mis niños para que se entretengan o de plano los mando a su casa. ¡Por Dios, ya que nos dejen trabajar!”; “ya me harté de tantos papeles, fotos y fotos y formularios y más formularios que nos piden a cada rato. Hace poco fui al médico y me diagnosticó estrés crónico y me recomendó dejar de hacer cosas que me estresan. Pero, o cuido mi salud y no importa que me corran de mi trabajo, o le sigo, aunque me enferme más todavía”; “hace tiempo le entregué a mi supervisor mi renuncia a la comisión de director, pero el supervisor me dijo que, si yo ya no quería ser director, entonces me iba a instrumentar un procedimiento administrativo por desacato a una orden. Mi sindicato nada más se hace pato. Le tuve que seguir para no tener problemas”.
Son testimonios de algunos de los miles de directores comisionados con grupo que existen en las escuelas públicas.
Atender casos como los anteriores, debería ser también un reto prioritario o hasta un compromiso inmediato para la dependencia.
Pero sigamos con el tema. Si las estrategias de la NEM caminan por una ruta diferente a las evaluaciones PISA, entonces ¿cuáles son los resultados que tenemos de nuestros jóvenes escolares o qué datos tiene las SEP para creer que es prioritario atender a los desertores?
Al no haberse justificado la nueva actividad, se hace incorrecto cargar de más trabajo a los docentes pues eso se asemejaría un poquito a culparlos del problema, tal y como se hizo en el pasado ominoso en contra el sector magisterial. Se vuelve evidente que urge revalorar, reconocer y estimular el trabajo de los docentes. El programa, la escuela te extraña, al tener visos de improvisación, puede tener mucho de ninguneo a los docentes.
Además, es prudente resaltar que la deserción, históricamente, es multifactorial y difícilmente se va resolver con una simple visita al hogar de quien está renunciando a ser estudiante.
En el caso de México, la deserción escolar es muy posible que sea por algunas de las siguientes causas: existen falta de recursos económicos en la familia y esa necesidad lleva a los jóvenes a desertar e incorporarse al mercado laboral; otros casos se deben a que, a temprana edad, los jóvenes ya decidieron formar una familia; muchos otros, provienen de hogares desintegrados donde no existe el mínimo apoyo para ellos; existen otros que simplemente su prioridad no es asistir a la escuela; en muchos otros, la familia no cumple con su rol de ayudarlos a trazar su ruta de vida donde se incluya a la escuela; o quizás también, sea verdad que algunos estudiantes se fueron porque la escuela ya no reunió sus expectativas y dejó de serles atractiva; otros se fueron porque la escuela les complicó innecesariamente su estancia. Son algunos de los factores que provocan la deserción escolar, pero no los únicos.
Ante este panorama, es prudente señalar que la SEP debió de haber dado a conocer, por ejemplo, cuáles son los índices de deserción de los estudiantes, nivel por nivel, incluido el medio superior. Posterior a eso, investigar y publicar las causas más recurrentes de la deserción. Es decir, tal y como lo dice la NEM, hacer una lectura de la realidad. A continuación, hacer una valoración del tamaño del problema, sus causas, sus consecuencias y sus probables soluciones. Incluso, hacer un desglose de incidencias del problema, entidad por entidad y hasta por regiones. Pues en algunos lados el problema puede estar más acentuado que en otros. Hecho todo esto, es probable que se vislumbren entonces las causas, su gravedad del problema y sus posibles alternativas.
Al hacer un análisis de las rutas de solución, se podría hacer una prospectiva de entre otras cosas, los recursos a utilizar, acciones, actores a involucrar, las metas a alcanzar, hasta el análisis de probables resultados de la estrategia, sin olvidar la temporalidad de las metas. Llegado a este punto, dar a conocer a los docentes el tamaño del problema, sus alternativas, así como la necesidad de que se involucren varios actores en una concurrencia de esfuerzos y no solo ellos. Actores como la familia, las autoridades (federales, locales y municipales) y todos los docentes pueden o deben de participar. Es muy posible que se deba formar una comunidad colaborativa ante el reto de la deserción y, si así se hubiese hecho, es muy probable que los docentes, convencidos, se iban a sumar al esfuerzo.
Pero planteado, así como se hizo, parece ser más una ocurrencia de alguien que el producto serio de un proceso científico. Además, al publicitar la propuesta, se parece más a una ofensa a los docentes que a un trabajo profesional.
Por lo tanto, los docentes, al mostrar oposición tal y como ya lo están haciendo, una gran parte de la estrategia, la escuela te extraña, en automático va hacer agua.
Conclusión. Ante este panorama, la propuesta se puede configurar más como una ocurrencia de la SEP y de sus funcionarios, que como una estrategia seria y de valía para combatir un problema ancestral y que por lo que se ve, para sus diseñadores de la estrategia, el problema tiene forma de una realidad brumosa y hasta desconocida. Es pues, la escuela te extraña, un bandazo más de la Secretaría de Educación.
Mientras que el SNTE, institución que debería de dar la cara por sus agremiados, está desaparecida y sumida en un silencio que suena a un entreguismo lleno de una corrupción vergonzosa, tal y como lo dicen muchos de sus agremiados.
Mtro. Juan Durán Martínez | Docente poblano | Correo:escribidoretica@gmail.com





