Muchas opiniones han corrido en los medios de comunicación, impresos, electrónicos y digitales, acerca de la consulta de la revocación de mandato de López Obrador para marzo del 2022.

Después de que fue celebrada la consulta para que los ciudadanos decidieran si es pertinente juzgar por sus actuaciones al margen de la ley de los llamados actores políticos del pasado, todo presagia que la Revocación de Mandato consultada tendrá una mayor afluencia, pero no la suficiente para convertirse en vinculante.

Sin embargo, pese a pros y contras, la consulta inauguró una forma de expresión ciudadana que mucha falta hace al desarrollo democrático de México.

Al politizarse con la confrontación entre los seguidores de MORENA y los militantes de las organizaciones opositoras, la consulta perdió una gran parte de sus beneficios y de la magnitud de sus móviles originales que, al final de cuentas, era el de abrir espacios de expresión a los ciudadanos sobre los grandes asuntos nacionales.

Esas fueron las sombras de la consulta.

Cada una de las corrientes políticas trataron de llevar agua a su molino ante el desdén de una sociedad que solamente acudió en un 7% a emitir su opinión sobre el tema de juzgar a los actores políticos del pasado.

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Y en esa disputa inútil se perdió mucho de lo que la consulta representó para México en su perspectiva de participación de la sociedad en los temas trascendentes de nuestra vida.

Y después del tercer informe de AMLO, vendrá el tal vez nuevamente inútil ejercicio de la revocación de mandato.

Cómo si el país estuviera en condiciones de experimentar ejercicios de consulta en lugar de atender a la salud y a la economía.