Hay algunos estudios académicos que han demostrado que la mitad de los votantes se deciden en las dos semanas previas a la elección. Lo que los candidatos hagan o no hagan en esas dos semanas define, en mucho, el resultado electoral.

En Nuevo León, tres de los candidatos a la gubernatura decidieron no hacer. No se presentaron a un debate. Muchos observadores les aplaudieron su decisión. ¿Fue buena o mala decisión? Pronto lo sabremos. Veremos quién resulta ganador.

Un candidato debe entender las principales ventajas y desventajas antes comprometerse a participar en un debate. Los debates electorales se han vuelto muy populares en muchos países. La verdad es que a la gente le gusta la “competencia”, el “circo romano”, las “peleas de box”, la “carrera de caballos”, los “concursos de belleza”, “las carreras de carros”.

Es el valor, la inteligencia, la habilidad, el contraste de ideas, la claridad, la contundencia lo que miles de ciudadanos siguen en esos debates para determinar por qué candidato deben votar.

¿Necesitábamos un buen debate a dos semanas de las elecciones?

Yo creo que sí. Desafortunadamente no lo tuvimos.

Un debate no es un ejercicio intelectual. Es, en realidad, un ejercicio de control de mensaje. Y en una campaña política el mensaje lo es casi todo.

Los debates tienen muchas ventajas para los candidatos que saben desempeñarse con inteligencia y habilidad:

1. Los candidatos pueden persuadir a los votantes. Convencer es el nombre del juego. Es la última oportunidad en la campaña. La mayoría de los indecisos dejan de serlo después de un debate. Es la manera más eficaz de ganar votantes.

2. Los candidatos pueden convencer a los habitantes de un estado a interesarse más en la política. Es un evento relevante; no pasa desapercibido. Los medios de comunicación le ponen el reflector y la lupa. Es el momento en que la familia entera y los amigos se reúnen para verlo y comentarlo. Con los debates, hasta los niños se interesarán en la política. Es un momento de definición de futuro. Se genera más interés en la política y se fortalece el sentido de comunidad.

3. Se puede lograr atraer la atención y conseguir una mayor participación de votantes el día de la elección. A mayor interés en la política, derivado de la competencia del debate, habrá menos abstencionismo. La participación general de votantes puede aumentar significativamente. En una contienda cerrada, en donde no hay un ganador definido por amplios márgenes en las encuestas, la participación es fundamental.

4. Los candidatos tienen la oportunidad de responder preguntas que son importantes para los electores y pueden corregir la información derivada de chismes y mentiras. Los contendientes y el moderador tratarán de centrarse en las cuestiones que son más importantes para los ciudadanos. Buenas respuestas a las preguntas difíciles siempre generan una muy buena impresión en el público. La gente quiere saber quién puede representar mejor sus intereses.

5. Los electores se forman un mejor juicio y afinan la puntería. Se logra que se consolide la decisión de por quién votar. Los ciudadanos se van a formar una idea más clara y sólida sobre quién puede lograr lo mejor para su comunidad. La verdad es que muchos ciudadanos no saben lo que realmente representa cada candidato hasta que lo ven en el debate.

6. Un candidato puede convertirse en una grata sorpresa para muchos. La inteligencia de uno o más candidatos puede ayudar a que los electores vuelvan a confiar en los política. Cuando revisan el desempeño de gobernadores recientes, la mayoría de los ciudadanos se sienten frustrados con la política.

7. Puede ser la gran oportunidad de los candidatos que van muy atrás para levantarse del sótano y destacar. Los candidatos que van en los últimos lugares pueden encontrar en los debates la oportunidad única para sobresalir y dar la sorpresa. Con un cambio de rumbo, un golpe de timón, pueden iniciar con el debate una escalada de recuperación que los lleve al triunfo.

8. Un debate puede ayudar a explicar mejor las propuestas y a que los ciudadanos las entiendan con mayor detalle. Siempre hay candidatos con malas ideas, con propuestas de políticas públicas que no han sido bien reflexionadas o que son planteadas con mala intención. Eso trasciende con velocidad en las redes sociales. El debate es el momento de pararlos en seco.

9. Muestra el carácter, el coraje, el temple, las habilidades de un candidato. En el debate se expone la verdadera personalidad del candidato. Tiene que responder en tiempo real, en vivo, sin asesores, con lo que sepa, sin más tiempo para preparase. Aparece el verdadero personaje ante la presión. Ahí se evalúa su inteligencia, su prudencia, su audacia. Eso facilita la decisión de muchos electores.

10. Puede ser bueno para el estado porque muestra la competencia, decanta las ideas, subraya lo que es esencial y deja a un lado lo superfluo. Los políticos tienen una gran influencia para definir los temas y la manera en que se verá el estado en el futuro. Los debates pueden servir para que los ciudadanos reciban la mejor información y tomen la mejor decisión.

Pero los debates también pueden convertirse en un gran riesgo:

1. En cuestión de un par de horas, se pueden destruir todas las posibilidades de ganar, si el candidato tiene un mal día. Un mal desempeño arruina a cualquier candidato y pierde la elección. A lo mejor sería un buen gobernador, pero con un mal debate pierde toda oportunidad de ganar.

2. Los candidatos pueden engañarse a ellos mismos. Algunos creen que son muy buenos y que tienen la capacidad de manipular a los electores con ideas populistas, huecas, o con poco valor. La habilidad para mostrar cierta lógica en sus propuestas puede desembocar en un mal resultado cuando se le descubra sus fallas.

3. Los candidatos hacen demasiadas promesas que no van a cumplir. Quieren complacer a todos. Dicen a la gente lo que quiere escuchar. Eso destruye valor público. La realidad los pondrá en su lugar.

4. Por lo general, el uso de una argumentación falsa o poco sólida para convencer a los electores es el peor de los engaños que, tarde o temprano, afecta a candidatos y a ciudadanos.

5. Es muy fácil que un debate pierda el enfoque adecuado. Se tocan muchos temas, no hay discusión a detalle en la mayoría de ellos. Se habla con frases bonitas o con slogans. Los ciudadanos se decepcionan porque no alcanzan a tener una imagen completa del problema ni de las soluciones.

6. Algunos candidatos sólo repiten las frases y los argumentos que les preparan sus asesores. La mayor parte del tiempo son mensajes y respuestas inútiles que no añaden valor. Los ciudadanos castigan las mentiras, la arrogancia y la irresponsabilidad.

7. Las estadísticas mal empleadas o los datos que ni el mismo candidato entiende pueden tener un resultado contraproducente. A veces las ayudas visuales no sirven de nada en un debate. Los ciudadanos quieren ver cómo piensa el candidato y no qué cartulinas trae.

8. Puede generarse desilusión o decepción por parte de los ciudadanos porque intuyen que los argumentos de los candidatos no son verdaderos. La vaguedad de las respuestas y la imprecisión genera desconfianza.

9. El rollo político es muy barato. Las promesas que no se pueden cumplir son el peor enemigo de un candidato en un debate. La gente que ve y escucha un debate es más inteligente de lo que los candidatos piensan. La mentira tiene un alto costo.

10. Mucha gente sí decide su voto con base en un debate. Un mal debate puede tener un impacto significativo en el resultado de una elección. Los debates a menudo tienen mucha más influencia en los resultados electorales de lo que tendría sentido si las personas se informaran mejor con anticipación.

¿Necesitamos los debates?

¿Hicieron bien los tres candidatos que no acudieron al debate de El Norte? Existen muchos pros y contras. Yo creo que sí debieron ir y que los debates sí pueden ayudar a los ciudadanos a decidir su voto.

@javier_trevino