¿Regreso seguro a clases?

Al director de El Financiero, Enrique Quintana, le parece paradójico que el día del anuncio del retorno a los salones de clases, se diera a conocer un nuevo récord de contagios: 24 mil 975 en 24 horas.

Eso yo lo veo, más que paradójico, como un motivo para tener miedo.

Aceptemos la realidad: la pandemia otra vez se ha salido de control en México, con —todavía— menos muertes diarias que el año pasado, pero tristemente aún con demasiados fallecimientos: 608 ayer, más de 700 antier.

Y, en efecto —lo acepte o no nuestro risible rockstar de la epidemiología—, con más niños enfermando de covid y muriendo por una de sus complicaciones, el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico que en México, desde enero del presente año, ha analizado en los medios de comunicación el especialista en reumatología infantil Enrique Faugier.

Por razones tan contundentes como las anteriores, a las que añadiría la falta de infraestructura en la mayoría de nuestras escuelas, personalmente pienso que no hay condiciones para el regreso a clases presenciales. Pero, desde luego, puedo estar equivocado. Me habría gustado, entonces, que en la mañanera de ayer la secretaria de Educación, Delfina Gómez, hubiera presentado argumentos sólidos para convencer a los escépticos acerca de que es viable un regreso seguro de los niños a las escuelas.

Tristemente, Delfina no convenció a nadie y aun generó una oleada de muy justificadas críticas, a ella y al gobierno federal, con su tontería de exigir a los padres y a las madres una “carta compromiso de corresponsabilidad”. ¿Era necesaria semejante burla?

Es decir, si los niños o las niñas enferman —sobre todo, si mueren por covid— el gobierno eludirá su responsabilidad por haber tomado la, en mi opinión, equivocada decisión de obligar el regreso a clases en el momento más complicado de la tercera ola de la pandemia.

Los expertos, como el doctor Francisco Moreno Sánchez, lo advirtieron desde el primer día de agosto de 2021: no hay tal inmunidad de rebaño, que era la esperanza de López-Gatell para salir de la crisis. Es decir, debemos continuar exigiendo que todos mantengamos la sana distancia sin quitarnos el cubrebocas; me sigo preguntando cuándo el presidente AMLO entenderá que, por su innegable liderazgo, mucho ayudaría a disminuir los contagios si él mismo se pusiera a diario la mascarilla, que en la lucha contra el coronavirus—hay consenso entre los científicos serios— es tan importante como la vacuna.

Sabía que íbamos a extrañar al anterior secretario de Educación, Esteban Moctezuma, pero ni en mi peor pesadilla imaginé que la actual titular de la dependencia, Delfina Gómez, fuera a comportarse como una burócrata absolutamente indiferente frente a las inquietudes de las familias aterradas por un virus mucho más maligno que lo pronosticado cuando empezó a causar enormes daños en Europa.

No debemos permitir que Delfina siga golpeando lo mejor que tiene el gobierno de AMLO, su vocación humanista.

¿Quién ha mentido con las cifras de la pandemia?

Este viernes Raymundo Riva Palacio ha publicado un artículo realmente inteligente, en el que no expresa ninguna opinión, sino que simple y sencillamente analiza cifras dadas a conocer por funcionarios del gobierno federal.

El columnista de El Financiero ha recordado los números relacionadas con la adquisición de vacunas que distintos funcionaros han dado a conocer, los ha estudiado y ha llegado a conclusiones que dejan mal parado al gobierno federal.

Repasamos con Raymundo tales cifras:

  • El 13 de octubre de 2020 el canciller Ebrard anunció la firma de contratos de precompra de vacunas con AstraZeneca, CanSino Biologics y Pfizer.
  • Se dijo entonces que estaba asegurada la vacunación de 116 millones de mexicanos.
  • Marcelo Ebrard, en febrero de 2021, afirmó que México tenía ya compradas “234 millones de dosis para vacunar a más de 134 millones de personas”.
  • El pasado marzo, el anterior secretario de Hacienda, Arturo Herrera, reiteró “que ya se habían contratado 234 millones de vacunas”.
  • Herrera en ese momento se fue de la boca y dijo que México contaba con 60% más de vacunas que las requeridas para aplicar a toda la población en edad de recibir las inyecciones.
  • Según Herrera el gobierno pagó 44 mil millones de pesos para comprar vacunas suficientes para inmunizar a 134 millones de mexicanos.

La pregunta clave de Riva Palacio

El citado columnista puso el dedo en la llaga: “Si las vacunas ya están contratadas y garantizado su envío, ¿por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador le pidió en dos ocasiones vacunas al presidente Joe Biden? Primero le dio 2 millones de vacunas, y este lunes confirmaron que le darían otras 4 millones 250 mil”.

Raymundo tiene razón: si ya estaban compradas y pagadas vacunas para todos los mexicanos y todas las mexicanas, ¿por qué seguimos pidiendo vacunas?

Quizá el problema sea la pésima distribución, tarea sumamente compleja en cualquier parte, pero más en un país de las dimensiones de México. Incomprensible que se le haya dado la responsabilidad al funcionario menos capacitado para encabezar grandes proyectos, Hugo López-Gatell.

Un problema terrible porque se supone que hay —o debería haber— 18 millones de vacunas en bodegas, lo que implica el riesgo de que se echen a perder.

El presidente López Obrador deberá exigir a los responsables de adquirir y distribuir las vacunas —Ebrard, Herrera y Gatell— respuestas precisas a las preguntas finales del artículo de Raymundo Riva Palacio:

  • ¿Si se compraron vacunas de sobra, por qué faltan?
  • ¿Se estropearon por el mal manejo que hizo Gatell de las mismas?
  • ¿Nunca se adquirieron las vacunas?
  • ¿Mintieron Ebrard y Herrera?
  • ¿Se vendieron a particulares, en el mercado negro, las vacunas adquiridas por México?
  • ¿Se enviaron millones de vacunas secretamente a otros países?

En esta ocasión para la 4T resultan fundamental saber dónde quedó la bolita.