Nuestro país, como nunca antes, vive un momento clave donde la democracia está sentando un precedente importante. Debemos saber distinguir claramente lo que vivíamos antes y el clima que reina en la actualidad. Hoy, de eso no hay duda, México se ha ido abriendo camino como una auténtica república. Para ello, queda claro, ha sido fundamental corregir algunos aspectos de la constitución que, décadas atrás, reducía significativamente el avance social, político y económico. Es conveniente decir que eso, como tal, dio un giro preponderante desde que Andrés Manuel López Obrador llevó el proyecto al poder institucional del estado. Desde ese instante, desde luego, se reconoció que el desafío era enorme y que, por muchas razones, no había margen para fallarle al pueblo la confianza que depositó en aquel momento.
Estamos hablando de valores que, de manera detallada, son concepciones inherentes a la declaración de principios de un movimiento que, en sí, se rige por las decisiones del pueblo y de las mayorías. Esto obliga a que el gobierno y el partido que impulsó las carreras presidenciales, cumplan al pie de la letra las decisiones que se toman en lo colectivo. Recordemos que, hoy por hoy, la dirigencia nacional de Morena está llevando a cabo una gira por las 32 entidades federativas. Hay demasiada apertura en la participación, pues, sobra decirlo, en medio de este clima van asuntos fundamentales como el proyecto de reforma en materia electoral. Deberán, por ende, escuchar a todas las voces, incluyendo académicos, especialistas, legisladores y todos aquellos sectores que quieran manifestar su postura.
Para no convertirse en una decisión solo de los legisladores, se tiene presupuestado que, en concreto, los parlamentos abiertos sirvan como mecanismos para saber qué opinión tiene la sociedad. Está en juego, por ejemplo, las voces de las minorías y el derecho a la participación, sobre todo en aquellos contrapesos que, muchas veces, abrazan las causas para ser escuchados. En tal caso, por la relevancia, estamos hablando de democracia participativa. Si es así, entonces se debe poner en la mesa temas como el nepotismo que, a grandes rasgos, nos dará la pauta para saber distinguir qué terreno estamos pisando, y hasta donde podemos catalogar una concepción como tal. Como sabemos, ese tópico viene mostrando signos y posicionamientos claros que no pueden pasar desapercibidos, máxime cuando la gente se manifiesta en las distintas evaluaciones que miden el pulso. Hablamos de las encuestas que, hace poco, fueron galardonadas por la precisión en el juego presidencial en el que Claudia arrasó.
Siendo Morena un partido plural, que se debe al impulso de la ciudadanía, entonces debe prevalecer la democracia y, por ende, la flexibilidad en las decisiones que tome el grueso de la población para elegir puestos de elección popular. Claramente, esa postura o posición, por su naturaleza, debe reinar en el asunto de nepotismo. En alguna ocasión, de hecho, hicimos una reflexión minuciosa de lo que es y no es, desde una perspectiva clara. En ese momento, recuerdo, pusimos sobre la mesa los ejemplos de Saúl Monreal y Félix Salgado Macedonio. Ellos dos, por supuesto, tienen todo el derecho a participar en las elecciones intermedias del 2027. En primer lugar, son activos y precursores de este movimiento de izquierda. Uno y otro, en efecto, han hecho su propia carrera. Son, en resumidas cuentas, producto de la cultura del esfuerzo. Lo más importante de todo ello, que debe tomar en cuenta el CEN, es que los respaldó la ciudadanía. Los dos, que han puesto en manos del pueblo sus destinos, son punteros en todas las encuestas que se divulgan.
Morena, viéndolo así, está en un gran dilema. Es, desde luego, un asunto que pondrá a puebla hacer valer la democracia participativa por encima de cualquier interés. Las aspiraciones políticas de ambos legisladores, además de ser legítimas, son respaldadas por la inmensa mayoría de ciudadanos en Guerrero y Zacatecas. Siendo así, la dirigencia del partido guinda no tiene por qué hacer tan laborioso un tema. Simple y sencillamente que la gente decida. Como se sabe, todos dependen de un mecanismo de evaluación que se aplica para saber el grado de respaldo. Así ha funcionado siempre. Usar esa metodología, en definitiva, no tiene por qué tener limitantes ni muchos menos excluir a nadie.
Desde luego que eso, que está causando un intercambio de posiciones de los protagonistas y los dirigentes del partido, tiene que decidirse en la voz del pueblo. Ellos son, ciertamente, el mejor juez y mediador de todo asunto de esta índole. Hay margen para realizarlo. El tiempo que resta puede servir para maniobrar ese tópico a consenso y, en el mejor de los casos, a consideración de los partidos que integran la coalición Seguimos Haciendo Historia. De hecho, los resultados de Veracruz y Durango, por la magnitud, ponen al Partido del Trabajo como una fuerza potencialmente competitiva. Ellos, que también tendrán margen de maniobra para tomar decisiones, pueden ser una alternativa para sellar acuerdos de unidad. Eso nos obliga a no adelantar vísperas. Falta mucho tramo por recorrer y, seguramente, las piezas del ajedrez se moverán en la lógica de las circunstancias.
Esas circunstancias a las que aludimos, desde luego, se llaman democracia participativa. Para evitar pugnas y desazones, claro está, Morena debe escuchar al pueblo, a la militancia y a las bases del partido. Ellos, desde ahora, han tomado decisiones con base en las elecciones intermedias del 2027.