La opinión de los conservadores alude a que existe una guerra al interior de la estructura o armado de Claudia Sheinbaum. Si eso fuese así, queda claro, saltaría a la vista la desazón o, de plano, actitudes que son fáciles de detectar cuando hay pugnas internas. No existe, por lo tanto, ninguna crisis institucional ni mucho menos está en peligro la gobernabilidad que, eso sí, se ha hecho sentir con fuerza, especialmente por los niveles de aprobación tan altos que tiene la jefa de Estado. De hecho, el triunfo que consiguió Claudia, entre muchos aspectos más, le ha permitido desarrollar su gestión con enorme legitimidad, sobre todo con las decisiones que ha tomado. Se nota, en efecto, que son determinaciones propias, por más que la prensa conservadora diga que llevan el sello de Andrés Manuel López Obrador.

López Obrador está inactivo. Su retiro de la política, por más que traten de aludir que él continúa moviendo los hilos y maniobrando algunas decisiones, es totalmente falso: Sheinbaum se ha ganado a pulso el lugar que representa como presidenta constitucional. Lo demás, que es grilla, son estrategias perniciosas de la oposición. De hecho, la misma Claudia trabajó, en vísperas del comienzo de su gestión, su propio armado y diseño. Para ello, claro está, invitó a personajes cercanos al movimiento, cuya capacidad en gobiernos pasados, sumada a las credenciales académicas, hablan del potencial que cargan sobre sus hombros. En cuanto a eso, claramente detallado, está la incorporación del doctor, Juan Ramón de la Fuente. Hablar de él, por supuesto, es enumerar una carrera exitosa que, por sus logros académicos y políticos, lo ha hecho merecedor de reconocimientos.

El lugar que ocupa Juan Ramón de la Fuente, principalmente en el armado de Claudia Sheinbaum, tiene su premisa desde los tiempos de organización de la campaña. Él, a propósito de ello, se encargó de construir puentes con sectores académicos y organizaciones sociales que desplegaron estructuras de avanzada a favor de quien hoy tiene la estafeta de Palacio Nacional. Todo ello, por méritos propios, lo hizo ganarse una posición que, por su experiencia, tiene amplio conocimiento en comisiones internacionales y diplomáticas al más alto nivel político. La Secretaría de Relaciones Exteriores, claramente, está hecha a la medida para él. Así lo ha mostrado a lo largo de este tramo de gestiones de la jefa de Estado.

Entonces, Juan Ramón de la Fuente, ante el clima que ha prevalecido con el vecino país del norte, se ha convertido en un protagonista crucial. Hoy más que nunca, su quehacer es determinante, sobre todo en el equipo negociador con funcionarios del departamento de comercio. Hace poco, en efecto, el canciller, puesto a prueba por la atención del tema arancelario, sacó a flote los buenos oficios para entregar buenas cuentas. Efectivamente, él, por ese bagaje que ha ido acumulando por décadas, fue parte fundamental del equipo negociador que, en plena etapa de consolidación del proceso de transformación, logró un acuerdo histórico. Lo cierto es que eso, plenamente estructurado para operar, influyó cuando el vendaval azotó fuerte ante la amenaza latente de incremento de los aranceles por los productos que exporta nuestro país.

Esa capacidad de Juan Ramón de la Fuente, plasmada en los acuerdos signados, permitió esquivar lo que muchos personajes del conservadurismo aludían. Basta echar una mirada a las apariciones públicas del canciller junto a la presidenta constitucional de México. Por eso, los reconocimientos expresados, propiamente dichos en los fragmentos de esta columna, han hecho merecedor, en las condiciones que llegó a escalar el tema, a recibir elogios por su labor. No cualquiera puede presumir ser parte del primer círculo negociador con Washington y el departamento de comercio. La posición de Juan Ramón, hoy por hoy, trasciende no solamente en la prensa nacional, sino en los titulares internacionales.

La labor de Juan Ramón de la Fuente, si podemos resumirlo así, es de las más eficientes en términos de relación bilateral. Esa diplomacia, sobra decir, ha sido efectiva pese al clima que reina. De hecho, la presidenta constitucional de México, con margen de maniobra y libertad para tomar decisiones, ha delegado esas tareas al Secretario de Relaciones Exteriores. Todo eso, tal y como lo habíamos adelantado en algunas columnas de opinión, ponen al doctor en escena y en el centro de los reflectores. En efecto, no hay que adentrarnos mucho al universo de la especulación para darnos cuenta de que, por mucho, de la Fuente es, por sus funciones y su lazo de amistad con Sheinbaum, uno de los actores más cercanos a la mandataria.

  1. Ya mostró sus credenciales y los alcances de la capacidad que le imprime al ser parte del equipo negociador que, tras bambalinas, ayudó a concretar un acuerdo histórico con los Estados Unidos.