El proceso de la Cuarta Transformación, de movimiento al partido, es una fuente de inspiración para quienes, por su lucha, han llegado al escalón más alto. Lo digo de esa forma porque, a lo largo de décadas, vivimos en una democracia simulada. La corrupción y los grandes lastres que penetraron en las instituciones del estado, frenaron el avance en muchas materias. Los gobiernos del PRIAN, para acabar pronto, frustraron las esperanzas de un cambio profundo. La desigualdad, la pobreza, la arrogancia y la parafernalia, son algunos de los elementos que, para desgracia, nos hicieron enfrentar crisis e inseguridad. Así operó el conservadurismo por años. Eso, por supuesto, llegó al límite de la paciencia de la población civil quienes, organizados y conscientes, salieron a votar por un proyecto que representa la alternancia. Podemos decir que allí, luego de una fiesta popular, fue el hito de la democracia en México.

La llegada de López Obrador, además de la oportunidad de cambio que representó, sentó las bases de un proceso de democratización. Con ello, de plano, renunciamos a un pasado oscuro y turbio de los gobiernos neoliberales. Por fin, gracias a la lucha democrática del país, México daba paso a una nueva era de la que nos pronunciamos la inmensa mayoría de mexicanos. Desde ese instante, recuerdo, se perfiló AMLO a Palacio Nacional, con una legitimidad impresionante, producto de la victoria aplastante que le provocó al PRI. Fue un momento inédito que, por su valor, quedará grabado para la posteridad. Y la 4T, que siempre ha cumplido su palabra a través de acciones y programas sociales, para fortuna, repitió su triunfo con cifras récord que promedió Claudia Sheinbaum. Fue, valga la redundancia, una paliza la que le recetó a Xóchitl Gálvez.

Durante ese lapso, de hecho, inició el proceso de continuidad o, mejor dicho, la construcción del segundo piso de la transformación. Tras obtener una cifra de esa magnitud, que se antoja difícil de superar, Claudia llegó al poder del Estado con el apoyo incondicional del pueblo de México. Hoy, en efecto, el 80% de la ciudadanía avala sus políticas. Eso, para nuestra nación, significa entrar al mundo de las oportunidades.

Los datos que publicó el INEGI, con relación a la reducción del número de pobres, son rasgos alentadores. Por eso nos hemos pronunciado a favor de la 4T. Al reconocer eso como democracia, nos llena de orgullo. Inclusive, después de que AMLO anunciara un paquete de iniciativas, denominadas como plan C, comenzó una nueva era para que los espacios de análisis se aperturaran desde el Legislativo federal.

La reforma al poder judicial, por ejemplo, marca el principio de una nueva era democrática, pero, de igual manera, pone fin a las extralimitaciones de aquellos exministros de la Corte que, sin pudor, actuaron en complicidad con los grupos conservadores. Atropellos, injusticias, y casos inexplicables de amparos, fueron tan solo la punta del iceberg. Ellos, sin embargo, abusaron durante mucho tiempo de su posición para ayudar a los grupos más potentados del país. Por eso y por muchas cosas, AMLO apresuró para que la propuesta de elegir a los representantes de ese poder, en un hecho sin precedentes, pasará a manos de la gente.

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Ya contabilizados los resultados, pese a las críticas de la oposición, los nuevos ministros de la corte, de forma democrática y libre, fueron designados para atender sus funciones. Lo anterior es, en definitiva, un paso sustancial que abraza nuestra representación como sociedad libre y autónoma en las decisiones.

Con todas sus letras, sin más preámbulo, hoy podemos hablar de democracia en México. Ayer, a propósito, fue uno de esos días históricos que recordaremos por siempre. Ha nacido una nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, del pueblo, por cierto. Se acabaron los privilegios y el dispendio grotesco con el que se movían actores como Norma Piña. De hecho, todo eso que se hizo posible, ante una coyuntura inédita, hoy florece como una auténtica democracia que nos representa a todos. Eso, por lo tanto, nos lleva a concluir que habrá una división de poderes, moderna si así la quieran llamar algunos. Todo ello no tardó en recibir elogios de la ciudadanía. Las redes sociales, en su mayoría, dieron muestra de respaldo a los nueve ministros que, ante los ojos del mundo entero, tomaron protesta.

Atraídos por todo lo que aconteció ayer, fue uno de esos días que marcará la historia como el inicio de la auténtica democracia. De hecho, el encargo que tiene en sus manos Claudia Sheinbaum, que fue producto del mandato popular, cumple 11 meses de trabajo arduo. Cumpliendo fielmente con su palabra de servir, ayer, en medio de un clima favorable, la jefa de Estado rindió cuentas ante un cúmulo de avances sustanciales en todas las materias, especialmente en desarrollo, salud, seguridad, educación y ciencia. Todo eso trajo, en efecto, la atención del mundo entero. A nivel nacional, por ejemplo, los reflectores fijan la mirada en una mujer que, usando su capacidad, se ha convertido en un liderazgo que ha rebasado fronteras. El poder político que tiene, sobra decirlo, describe los elogios a los que se hace merecedora. Por eso la relevancia y, mejor aún, los niveles de aprobación que promedia tan solo en el mes de agosto. Son cifras récord.

Eso, por lo tanto, nos hace llegar a una sola conclusión en México: existe una auténtica democracia, eso sí, con todas sus letras. Ha comenzado, sobra decirlo, una división de poderes que se apegue a la Constitución y los valores más sagrados de la ciudadanía.

Eso, ante la mirada atenta de más de 80% de la población, se percibe. Y qué decir del otro lado, de lo institucional, vaya. Claudia Sheinbaum, desde Palacio Nacional, fue arropada por los gobernadores que, al igual que ella, han sellado su compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación. Entre ellos podemos destacar, de acuerdo con esa función integral e incluyente, la labor de Delfina Gómez, Alejando Armenta, Evelyn Salgado, Eduardo Ramírez Aguilar, Alfredo Ramírez Bedolla, Alfonso Durazo, Salomón Jara, Ricardo Gallardo, Clara Brugada y Julio Menchaca.

Notas finales

Ya que hablamos de democracia, en las primeras horas de este domingo pasado, se llevó a cabo una elección extraordinaria en Pantelhó, Chiapas. Se anunció, luego de sacar algunos promedios, que las casillas se instalaron con total normalidad, y en un clima de tranquilidad por las condiciones que ha dado el gobierno del estado.

Como recordaremos, ese punto, en específico, llevaba años sin tener una jornada democrática. Hoy, por fin, las circunstancias de pacificación, sumada a la gobernabilidad que predomina, dieron paso para que, un hecho sin precedentes en la vida pública, se concretará en total apego de la legalidad. Los mismos habitantes de Pantelhó y Oxchuc, mostraron su voluntad para que los instrumentos, hablando de participación y toma de decisiones, sean una herramienta inspirada en la pluralidad.

Ahora todo esto que nos ha tocado vivir, de verdad, vale la pena presumir, sobre todo porque es una responsabilidad que ha sido cumplida al pie de la letra ante el reclamo social. Eso, en concreto, se llama la Cuarta Transformación del sur ante la nueva era.