La demagogia es un concepto propio de las ciencias políticas que tiene variadas definiciones. Sin embargo, en un sentido general, se refiere a las prácticas de un régimen gobernante de ofrecer discursos huecos y sin contenido material con el objetivo de ganarse la voluntad de los ciudadanos, ergo de obtener beneficios políticos.

Muchos hombres en la historia han sido grandes demagogos, desde los líderes nazis hasta los dictadorzuelos latinoamericanos. Con su retórica, el político carismático suele pretender hacerse pasar por la voz mayoritaria, en detrimento de grupos minoritarios cuyos derechos son gradualmente atropellados.

El demagogo no cree en la democracia. Por el contrario, la desprecia. Sin embargo, jura buscarla y encarnarla. Si ellos -dicen- representan a la mayoría del “pueblo” ¿qué puede ser más democrático que eso? Se olvidan -conviene señalar- de que un Estado genuinamente democrático no se caracteriza solo por el cumplimiento de la voluntad de las mayorías, sino por la existencia de un Estado de derecho que haga posible elecciones libres, el control constitucional, la libertad de prensa y el respeto de los derechos de las minorías.

Los demogogos suelen ser despóticos. Mírese el ejemplo de la Rusia de Putin. El presidente ruso, a pesar de contar con todo el aparato del Estado para controlar los medios de comunicación, es consciente de la necesidad de ser popular, pues un régimen que no goza de la aceptación mayoritaria resulta muy costoso y suele conducir a levantamientos civiles.

Otra muestra ostensible es Estados Unidos. Trump, en un claro desdén hacia la ley, ha pretendido pasar por encima de las resoluciones de los jueces, pues él asegura que encarna la voluntad de los mayorías, y por tanto, ningún juez puede detener un decreto o iniciativa presidencial.

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Los demagogos de la autoproclamada Cuarta Transformación mexicana cumplen cabalmente con los postulados. Mediante la exaltación de la personalidad de un caudillo, y con el discurso manipulador de ser representantes únicos del pueblo (en la acepción que ellos mismos buscan endosarle al término), han desmantelado instituciones, capturado el Poder Judicial y derribado cualquier contrapeso que represente un obstáculo hacia la consolidación de un nuevo régimen hegemónico.

Como he señalado, el caso mexicano y su proceso de degradación democrática no es exclusivo de la región ni del mundo. Por el contrario, se manifiesta en cada continente, desde países como Venezuela y Nicaragua hasta otros, como Turquía, Hungría y Rusia, cada uno con sus características particularísimas.

La democracia liberal está bajo acecho. La 4T avanza inexorablemente hacia la restauración de un régimen hegemónico donde una sola voz manda, donde las elecciones no son libres, donde los jueces son electos por consigna. Todo ello, en un país donde las instituciones que han sobrevivido a la demolición han sido capturadas por el régimen que hoy gobierna.