“El que abusa, para engañar, del juramento, reconoce que teme a su enemigo y que insulta a Dios.”
PLUTARCO
“(Juro, lo juro) (juro, lo juro) (Juro, lo juro) (juro, lo juro) (Juro, lo juro) (juro, lo juro) (Juro, lo juro) (juro, lo juro)
Amarte a ti, es como adivinar Lo que dirás, otra historia inventarás ¿Qué pudo ser, porqué habrás cambiado así? No quiero ser quién tenga que dudar de ti
¡Dime porqué! (Juro, lo juro, juro) Me dices siempre solamente mentiras (Juro, lo juro, juro) ¡Dime porque! (Juro, lo juro, juro) No dices nunca la verdad.”
DANIELA ROMO
“Si no resuelvo el desabasto de medicamentos —(ese que la 4T negó existiera en un principio)—, me dejo de llamar Andrés Manuel”. Esto lo dijo el presidente López Obrador hace casi un año (25 de noviembre de 2021). El descomunal problema sigue sin ser solucionado aunque, de acuerdo al personaje —como quiera usted llamarlo ahora—, a finales del próximo año tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca.
Lo de Dinamarca tiene historia. Don Embustes lo prometió en 2017, 2018, 2019, 2020 y ahora otra vez en el 2022. Es más, el 3 de enero de 2019 dijo que a finales de ese año, por cuanto al sector salud, seríamos como Dinamarca, Reino Unido o Canadá. Pero a sus palabras NO nos remitimos; lejos estamos de tener un sistema de salud de primer mundo.
Lejos también han quedado aquellos tiempos cuando empeñar la palabra tenía algo de valor. Pero, ¿qué se puede esperar de quien ha dicho más de 89 mil mentiras desde el púlpito de la mañanera? Solo eso: que su palabra no tiene valía (y que lo que sí tiene es la “habilidad” de hablar horas y horas sin parar). El tartufo (cortesía de Diego Fernández de Ceballos) ha llegado a utilizar tres horas y 29 minutos parloteando sin parar (21 de julio de 2022). Él es el primero que devalúa su palabra al no decir nada real. Su palabra nada vale y él es el único culpable de ello.
El presidente historiador, por aquello de que presume conocer la historia, debería avergonzarse ante un relato que cuenta como el Cid Campeador empeñó su palabra. Y esta valía tanto que dejó a cambio dos baúles llenos de rocas y luego regresó a pagar el oro que le habían prestado porque su palabra valía más que todo material preciado que pudiera caber en esos repositorios. Pero el tabasqueño no es agalambado (tonto en choco), es mentiroso. ¿Lo sabrán sus corcholatas…? La verdad la saben sus críticos y hasta algunos de sus seguidores, y esta es que su palabra ya no vale nada.
Tal vez cuando lanzó eso del “10% de capacidad y 90% de honestidad” significó una probadita de las trampas que construye con palabras. Si sus colaboradores fueran honestos, no hubieran aceptado ningún puesto al no estar capacitados para los mismos.
Otro juego de palabras lo ofreció ayer. Una que no es mentira, pero nos es verdad cuando dijo que Pío —su hermano— no había hecho nada chueco, pues el dinero se lo había dado al Movimiento… El “movimiento” es un partido político que se llama Morena, lo cual hace entonces ilegales todas esas operaciones.
Tomen ustedes en cuenta lo siguiente: prometió no buscar la reelección, pero ya hay demasiadas pistas que indican que desea apoltronarse en la Silla del Águila; increíblemente, para sus corcholatas, ello pasa inadvertido.



Su misma cantaleta del Ejército, de que les enviaría a los cuarteles. No aclaró que estos eran un sinónimo de “manzanas”, barrios y distritos. Con razón México se ha convertido un enorme cuartel.
Sin olvidar sus balandronadas de que tenemos el mejor aeropuerto de América Latina (el AIFA). Tan bueno es que ni siquiera él lo usa…
Prometió que el día mismo que él tomara posesión, los criminales dejarían las armas e irían por un tractor o un cayado. Y si bien pocos le creyeron, ahora sabemos resultó diametralmente al revés. Ya lo percibíamos (gracias a Guacamaya Leaks ahora queda comprobado), funcionarios de la 4T, especialmente a nivel estatal y municipal, operan en alianza con delincuentes. De hecho, el mismo secretario Adán Augusto López es señalado por la Sedena de ello.
Ahora que “la palabra” de los militares ha sido hackeada y puesta a la luz, sabemos de la colusión del crimen organizado con la administración pública y militares; que el huachicol se ha incrementado (aunque el dador de mentiras dijo que eso ya no existía en México). Su palabra no vale nada.
Y sí, este señor podrá ser muy popular, pero ¿qué creen? Eso no es sinónimo de que la gente le crea. Menos aún cuando lanza retos que en el fondo no son retos (tipo el que le planteó recientemente a Carlos Loret de Mola), porque de entrada se sabe no cumple con “pagar” cuando pierde.
Total que sus seguidores piensan que su “cabecita de algodón” alberga buenos deseos pero conocen que este no cumple; únicamente les hace reír. En el fondo ya nadie le cree cuando dice: “ahora sí”.
Queda la frase acuñada de Morena: “no mentir, no robar, no traicionar al pueblo”. Visto los resultados de la 4T, encabezada por un manipulador compulsivo, sabemos bien que mienten, roban y, con ello, traicionan. Y aunque el inquilino de Palacio Nacional jure y perjure que eso no es cierto, que las cosas van a cambiar, sabemos que todo es falso, pues la palabra del presidente no vale nada.