“Es como todos: un cerdo interesado que mira por sí mismo y luego por los demás. Está en la naturaleza humana. Si no me crees, mira como tú has llegado al robo y puede que al asesinato.”
FERNANDO TRUJILLO SANZ
¿Trump va en pos de Maduro? No exactamente. Pero si en su intento de controlar la economía venezolana —recordemos, el presidente estadounidense es ante todo un hombre de negocios— el dictador cae, no creo que le importe demasiado.
Mucho revuelo causó que autorizara a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela. Ante pregunta directa, Trump respondió: “Autoricé por dos razones: primero, vaciaron sus prisiones y nos enviaron criminales. Lo otro es la droga. Muchas drogas vienen por mar, pero ahora vamos a enfocarnos en tierra”. En ningún momento habla de liberar a Venezuela de Maduro ni de un cambio de régimen. Su mensaje es claro: habrá más deportaciones de venezolanos y persecución de cárteles. Y si va tras la droga, también va tras los intereses económicos que le convienen. Resorts, casinos… nada suena descabellado.
En materia de narcotráfico, surgen las preguntas inevitables: ¿desarticulará el Cártel de los Soles o el Tren de Aragua, ambos vinculados a altos funcionarios chavistas y considerados terroristas por Trump? ¿O lo que realmente busca es controlarlos desde Washington? ¿De verdad cree que Estados Unidos está inmunizado frente a las tentaciones de influir en negocios jugosos?
Trump también ordenó poner fin a las conversaciones diplomáticas con Maduro. Algunos achacan esta decisión a que el régimen venezolano se negó a abandonar el poder voluntariamente; otros, a que Maduro negó cualquier vinculación con el narcotráfico y también a cooperar con Estados Unidos. Si en México ya se revocaron 50 visas a funcionarios, podemos imaginar las exigencias que el mandatario estadounidense hizo a Caracas. Y qué bueno.
Actualmente, más de 10,000 soldados estadounidenses están desplegados en aguas internacionales, listos para intervenir contra embarcaciones sospechosas de traficar droga desde Venezuela. Oficialmente, la CIA no puede ejecutar acciones letales directas… pero el respaldo de la Marina y el Ejército está allí, esperando órdenes.
Supongamos un ataque directo: ¿los militares venezolanos defenderían a un régimen que muchos consideran un narcogobierno? Difícil de creer.
El comentario de The New York Times sobre la CIA trabajando con gobiernos latinoamericanos en temas de seguridad y combate al narcotráfico demuestra que Estados Unidos ya está dispuesto a involucrar a aliados locales, incluyendo México, en operaciones de vigilancia y control. Si es cierto, bien; si no, algunos funcionarios mexicanos podrían encontrarse en un aprieto. Mientras tanto, la narrativa oficial será la acostumbrada: México es soberano… muy soberano en negar la evidencia.
Venezuela lleva 12 años bajo Maduro y 23 si contamos desde Chávez. Una pesadilla prolongada que empieza a evidenciar grietas, incluso ante gobiernos de izquierda: Gabriel Boric, presidente socialista de Chile, acusó directamente al régimen de Maduro por el asesinato de Ronald Ojeda, rompiendo con la habitual complicidad ideológica.
Otros gobiernos, incluido el de la 4t, siguen evitando reconocer el daño y ni se atreven a felicitar a María Corina Machado por desafiar al régimen.
Si Trump quiere comer arepas o hacer que Maduro solo pruebe hamburguesas en alguna prisión estadounidense, lo sabremos pronto. Pero lo relevante para México: observar hasta dónde Estados Unidos está dispuesto a combatir los cárteles de la droga y hasta dónde pretende actuar contra políticos vinculados al narcotráfico. Porque, al final, los intereses económicos y geopolíticos siempre pesan más que la democracia… y más que las arepas o las hamburguesas.