La marcha y concentración en el Zócalo capitalino, del sábado 15 de noviembre de 2025, tiene múltiples simbolismos y aproximaciones interpretativas como sucede con todos los movimientos sociales en México y el mundo.
En este caso, representa la protesta legítima de sectores significativos de la población que se manifestaron en contra de la situación, sobre todo, de inseguridad y criminalidad que vive el país. Un elemento importante en esta coyuntura de protestas políticas es la agudización de las mismas después del crimen político del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, al iniciar este mes de noviembre.
Tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales no parecen acertar en la contención de los actos criminales y delincuenciales generalizados en el territorio nacional, y mucho menos procesarlos por la vía judicial (la estadística da señales débiles de avances de la estrategia gubernamental sobre ello), y poco se ha frenado el índice de asesinatos políticos de autoridades locales, que han ganado elecciones con el apoyo popular y han sido designadas o designados a esos cargos mediante procedimientos electorales legítimos.
El crimen organizado parece imponer el uso de la violencia criminal sobre la endeble estabilidad del sistema político mexicano como pocas veces se ha registrado en la historia nacional. El clima de asesinatos políticos, incluso, ha tocado a la misma élite gobernante, tal como sucedió, por ejemplo, con las ejecuciones de los colaboradores directos de Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México (mayo-junio de 2025).
La protesta callejera de estos días de otoño de 2025, protagonizada por diferentes sectores de la sociedad, tiene un simbolismo no solo del hartazgo o de cansancio de la ciudadanía en torno a los hechos criminales consumados y a los pocos resultados de la estrategia de pacificación del gobierno, sino que también expresa con nitidez la configuración de la lucha por el poder político actual en nuestro país.
A los actores sociales y políticos de oposición que ya estaban en la escena, se suman otros más: Quienes han realizado actos regulares de protesta y sostienen unas líneas discursivas definidas, desde la oposición política en la lucha por el poder, ya están considerados en el análisis de coyuntura. Me explico. Hoy esa oposición política está conformada por las dirigencias y militancias o simpatizantes de los partidos PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y otras expresiones políticas minoritarias, que actúan a través de las redes digitales y los medios de comunicación, en las calles y en las tribunas del poder legislativo, entre otras plataformas de movilización. Esa es la función de la oposición en cualquier sistema político nacional. Raro sería que no ocurriera de esa manera.
Hay también actores sociales emergentes que recién entran en escena, como opositores al gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum, al partido en el gobierno y aliados políticos: me refiero a ciertos grupos de empresarios opositores (Grupo Salinas es el más visible), integrantes de diversas nomenclaturas de la llamada “sociedad civil”, así como una parte de la meritocracia y medios de comunicación claramente alineados con la narrativa política tecnocrática y neoliberal de gobiernos anteriores al 2018; y grupos de convocantes anónimos que aparecen como la llamada “Generación Z”, entre otros, que en realidad no se sabe, bien a bien, quiénes los encabezan ni financian.
Al respecto de ese punto, afirmar cualquier cosa acerca de cómo son financiados estos grupos opositores, que se expresan en redes sociales digitales, nacionales y extranjeros, tanto en forma anónima como con nombre y apellidos de ciudadanas y ciudadanos, sin información ni documentación adecuada, es mera especulación. Sin embargo, sabemos que actúan y se manifiestan contrarios al gobierno federal actual, y que han pasado de las palabras a los hechos.
La periodista Blanche Petrich atina al decir lo siguiente sobre lo difuso que resulta entender la actual coyuntura política: “Es tanto el ruido. Nadie escucha a nadie. No hay ideas. Todo se distorsiona. Lo único previsible fue la irrupción del bloque negro que siempre aparece para enturbiarlo todo. Nadie gana. Todos perdemos”, (15 de noviembre en la red X).
En efecto, otro actor que genera incertidumbre mas no indiferencia, es el llamado “bloque negro”. En México, el bloque negro o de encapuchados (que se ubican entre anarquistas y antisistema en otros países) concentra la mayor percepción social negativa, que lo hace responsable de la violencia registrada en las marchas (actos de vandalismo). ¿Qué oposición política quiere asociarse con esta imagen y percepción negativas?
A pesar del optimismo de los organizadores de la marcha del 15 de noviembre, la “Generación Z”, más otros opositores emergentes, observo que no tuvieron la capacidad de convocatoria para llenar la plaza, sin embargo, independientemente del llenado o no de la plaza pública, que puede ser solo un referente, lo más relevante es leer los contenidos de la protesta, en los cuales se pide, por ejemplo, la destitución de la presidenta Sheinbaum. Se pretende pasar así, de la protesta legítima, legal y basada en el malestar social al asalto del poder político de manera fáctica.
Por otra parte, existe una línea discursiva opositora cada vez más instalada en redes sociales digitales, que afirma asimismo, la existencia de un “narcogobierno” en la actualidad. Pienso, sin embargo, que un “narcogobierno”, lo que realmente ha sido un “narcogobierno federal”, en México, con un exsecretario de seguridad detenido y sentenciado en EU, es el del sexenio 2006-2012, presidido por Felipe Calderón.
Gabriel Guerra Castellanos, analista político y especialista en estudios internacionales, afirmó lo siguiente en un hilo de mensajes publicados en la red digital X (16 de noviembre), mismo que cito completo porque me parece un análisis equilibrado, no oficialista, y sobre el cual coincido en la mayoría de sus puntos:
“1- La preocupación e indignación por el crecimiento del crimen organizado (CO) es real, comprensible y plenamente justificada. 2- Existe un sector de la sociedad que se opone totalmente a Morena y a la 4T. Son de carne y hueso. ¿Son mayoritarios? Probablemente no, pero no se vale ignorarlos. 3- La marcha no rompió récords de asistencia y tampoco fue abrumadora la participación de jóvenes, pero no somos cadeneros para pedir que los participantes comprueben su edad. 4- A diferencia de la Marea Rosa y otras movilizaciones masivas de la oposición, esta vez sí hubo violencia, y esa termina siendo noticia. Lamentables los provocadores profesionales y lamentable la excesiva reacción policial… 5- La “Generación Z” es inasible. Quien crea que es capaz de capturar la mente, la motivación y la movilización de los jóvenes no entiende nada de nada.
“6- Llama la atención que cuentas de “influencers” estadounidenses se hayan sumado activamente con una narrativa exagerada y alarmista. Eso no es ni casual ni gratuito. 7- El desdén del oficialismo y el etiquetado de “la derecha” es un error político, comunicacional y estratégico. Cuando tienes amplia aprobación y a una oposición desarticulada, darle ese grado de cohesión en la narrativa es darse un balazo en el pie. 8- La violencia es reprobable venga de quien venga, pero siempre será más grave y preocupante cuando sea desde las fuerzas del orden. Sin caer en el tremendismo o las analogías absurdas que pretenden comparar lo de ayer con el (movimiento del) ‘68, debemos condenar y reprobar todo exceso policiaco.
“9- Toda manifestación multitudinaria es una prueba de fuerza, y también una comparación. En términos de convocatoria, de narrativa y de comunicación, lo de ayer no se compara a las grandes movilizaciones opositoras el sexenio de AMLO, y 10- Por último, sería muy saludable y bienvenido que tanto el gobierno, el oficialismo y las fuerzas de oposición se unieran en una clara condena a los actos violentos, algunos de los cuales estuvieron claramente planeados con antelación.”
Considero, sin embargo, que a la oposición política en México le sobran provocadores, calumniadores y vendepatrias, y le falta creatividad, propuestas claras y base social. Y aunque otra vez fracasó, a través de la marea-generación rosa “Z”, veo que está dispuesta a luchar por el poder político, pero esa lucha debe ser pacífica y por las vías legales.
Finalmente, se sabe que anónimos y periodistas conservadores están convocando a una marcha-concentración para el 20 de noviembre. Sigue el procedimiento de desestabilizar políticamente a partir de “calentar la calle”. Hay que estar atentos.
X: @jcma23 | Correo:jcmqro3@yahoo.com





