México.- El narcotráfico siempre ha operado en la Ciudad de México, reconoció el exjefe del Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa.

Comentó a Ciro Gómez Leyva que esta práctica se realiza desde que estaba en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del entonces Distrito Federal, donde ocupó diversos cargos.

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No le gusta repartir culpas

En este contexto, el senador por Partido de la Revolución Democrática (PRD) afirmó, en Radio Fórmula, que asumirá y explicará lo que le corresponda, ya que, a diferencia del actual gobierno, a él “no le gusta repartir culpas”.

En cuanto al código de procedimientos penales, informó que la tendencia de la población penitencia no se ha revertido, pues siguen saliendo más de los que entran, “como lo advertimos en 2016”.

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En la capital, de 2000 a 2006, había una población de 21 mil penitenciarios, en tanto que 2006 a 2012 la cifra aumentó a 41 mil presos. A finales de 2016, la tendencia bajó a 25 mil reos.

Mancera, testigo de la expansión del narco

En 2006 el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, designó a Mancera Espinosa como titular de la Procuraduría de Justicia local y desde entonces fue testigo de la expansión del narcotráfico en la capital.

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En 2000, fue asesor de la Comisión de Procuración y Administración de Justicia en la Asamblea Legislativa en momentos en que el gobierno tenía ya identificados los principales puntos de venta de droga en la ciudad.

Ya en la Procuraduría de Justicia, le llegó información de la policía de investigación ministerial sobre la mutación del territorio capitalino en zona de ocultamiento y operaciones financieras de los líderes del narcotráfico en uno de los más importantes mercados de la droga del país.

Pero lo negó

Sin embargo, pese a toda la información y evidencias inocultables de las operaciones del narco, en 2017, Mancera quiso seguir ocultando que la Ciudad de México es una zona más de la disputa de los cárteles de la droga en el país.

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Desde que era procurador, el hoy senador ha negado esa presencia en la capital y asegura que no hay cárteles, sino células.

No obstante, con en otras zonas del país, el consentimiento de autoridades de esa actividad comenzó igualmente a ser evidente; lo mismo que un cada vez mayor control social.