Johns Hopkins vs Harvard

Ha tenido éxito en Apple News el artículo "El fiasco del siglo" de Laurie Ann Ximénez-Fyvie publicado en el diario Reforma.

Esta mujer —doctora en ciencias médicas con especialización en microbiología egresada de la Universidad de Harvard, en la actualidad jefa del laboratorio de genética molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM— criticó muy fuertemente a Hugo López-Gatell, jefe de la estrategia del gobierno federal para combatir la pandemia del coronavirus.

Cuando leí los primeros párrafos del artículo de la doctora Ximénez-Fyvie, pensé: “¡Hay tiro!”. Y es que, al fin, el doctor López-Gatell iba a enfrentar a alguien que juega en su misma liga.

A todos sus críticos, López-Gatell nos había vapuleado simplemente presentando sus títulos de la Universidad Johns Hopkins, la segunda más importante para estudiar medicina en Estados Unidos y la número cinco a nivel mundial, según el QS World University Ranking.

A Ximénez-Fyvie no podrá el subsecretario de Salud derrotarla tan fácilmente ya que ella estudió en la mejor facultad de medicina de Estados Unidos, la de Harvard, que es la primera mejor clasificada del planeta en el mencionado ranking.

Más allá de sus argumentos técnicos, bastante sólidos en mi opinión, las fuertes criticas de Ximénez-Fyvie a López-Gatell son creíbles porque este último evidentemente —y no necesariamente es su culpa— ha caído en el pecado de la vanidad.

La cara de pavorreal de un subsecretario

No me gustó la defensa que el presidente AMLO hizo del subsecretario López-Gatell solo porque el diario Reforma cuestionó las estadísticas que este funcionario presenta. Las verdad de las cosas, lo cuantitativo es el punto más débil del jefe de la estrategia contra la pandemia. Sus números realmente son caóticos. En vez de enojarse con el diario de la familia Junco, lo que Andrés Manuel debió haber hecho era simplemente revisar las cifras del egresado de Johns Hopkins. No es que el epidemiólogo mienta —Reforma no hizo semejante acusación—, sino que presenta muy mal los datos y confunde a todo el mundo.

Pero la razón más importante por la que no me gustó la defensa que el pasado lunes hizo López Obrador de López-Gatell fue la cara de insuperable vanidad que este puso cuando el presidente de México hablaba. Véase la foto que encabeza esta columna. Un verdadero pavorreal. Si ya andaba mareado porque se le consideraba el rockstar de la epidemiología, lo que AMLO dijo de él de plano lo llevó a desplegar más que satisfecho las coloridas plumas del ave más jactanciosa del mundo.

Mucha gente suele mirar con sincera admiración a Andrés Manuel. Por ejemplo, cuando el presidente de México habla, su secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, voltea a verlo con fascinación porque reconoce en el tabasqueño a un luchador social que no se va a rendir ni descansará en la difícil lucha por transformar a México. Son los ojos con los que Olga Sánchez Cordero analiza a López Obrador. Es la expresión de Epigmenio Ibarra cuando escucha a AMLO.

El lunes, sí, había admiración en el rostro de López-Gatell mientras López Obrador lo escuchaba, pero era otro tipo de admiración. No la de alguien que ha militado en un movimiento político de transformación porque cree en el líder, sino la del pavorreal que dice: “ya esta confirmado, AMLO es un genio universal, lo demuestra lo bien que ha diagnosticado mi propia grandeza”.

Con ánimo de ayudarle a no caer con brutalidad de la nube en la que anda, le suplico a López-Gatell que simplemente se baje. Ojalá López Obrador deje de inflarlo.

Sabe el presidente de México qué es lo que sigue en cuanto la pandemia pase: que le den una golpiza al subsecretario tanto los rudos como los técnicos del gabinete, esto es, los que golpean sin importarles dejar heridas visibles y los que hacen el peor daño porque pegan donde no queda huella. Todos los políticos son así, también los de la 4T. Simple naturaleza humana que no cambia según la ideología dominante.

La experta de Harvard noqueó, pero usó un martillo y ha perdido por descalificación

La doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie pudo haber noqueado a Gatell si no hubiese caído en el exceso de tomar un martillo para pegarle en la frente. De hecho, ella noqueó al subsecretario, pero lo hizo con un golpe ilegal. Debe ser descalificada, por abusiva. Estas palabras de la egresada de Harvard son lamentables:

“Vendrá la rendición de cuentas (que deberá hacer Lóez-Gatell). La historia no es amable con científicos que en pro del ‘bien común’ y faltando a la ética, han sacrificado vidas humanas. ¿Josef Mengele viene a la mente? En México acumulamos 24,905 casos y 2,271 muertes. El virus no desaparecerá espontáneamente. No existe vacuna ni tratamiento. Se deben implementar medidas enérgicas de contención, mediante pruebas diagnósticas masivas y rastreo de casos. El precio de la vacilación de las autoridades es el sufrimiento de miles de mexicanos. Tienen la obligación de rectificar, para detener y resarcir el daño”.<br>

Laurie Ann Ximénez-Fyvie

¿Había necesidad de de afirmar que López-Gatell es como Mengele, el Angel de la Muerte, uno de los peores criminales nazis? Me recuerda lo que el pasado domingo hizo Enrique Krauze también en el diario Reforma. Ensució una crítica a López Obrador —que sin esta mancha pudo haber sido objetiva, contundente y positiva para todos en México— al decir que el ideólogo de cabecera del presidente de México es Carl Schmitt, “el filósofo de Hitler”. ¿Por qué un hombre tan inteligente como Krauze recurre a comparaciones que lo perjudican a él mismo, no a quien está cuestionando?

Hay dos formas de insensatez

1.- La producida por la ignorancia, a su vez causada por la falta de estudios formales; esta es es la menos peligrosa de las formas en que se manifiesta la insensatez.

2.- El prejuicio, que por odio o fanatismo daña inclusive a la gente más preparada, como la doctora Ximénez-Fyvie o el historiador Krauze. No hay insensatez más peligrosa.

¿Sería posible empezar a debatir sin caer en descalificaciones que quizá gusten a la tribuna de la derecha —o a la de izquierda, según sea el caso— para simplemente, con humildad y objetividad, encontrar en las diferencias lo mejor para México?