“Para juzgar a un hombre, no preguntes en qué se ocupa, sino en qué se desocupa.”

Anónimo

“La muchedumbre es juez despreciable.”

Cicerón

Andy, Alito y la vara torcida de la 4T

“Alito es un vendepatrias, pero que a Andy lo juzgue el pueblo.” ¿Notan la hipocresía?

No sé cuál de esos dos personajes es más rata o más sinvergüenza, pero si van a ser juzgados, que lo sean con la misma vara (de preferencia una bien firme y resistente).

Para que no haya doble rasero, debe haber justicia. Y la justicia, señora presidenta, no la dicta el populacho, mucho menos cuando “el pueblo” se reduce a la clientela política de quien ostenta el poder.

Cuando la impunidad viste de Prada

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Si ambos personajes fueran juzgados con seriedad, pueden estar seguros de que a Alejandro Moreno “Alito” no se le condenaría por acudir a Estados Unidos a denunciar las corruptelas de Morena; y que a Andrés Manuel López Beltrán no se le exoneraría por parecer pordiosero mientras se viste en la tienda Prada de Ginza, Japón.

Si existiera verdadera justicia, se investigaría a ambos por enriquecimiento inexplicable. Lo traduzco: la acumulación de bienes, dinero y propiedades que no se puede justificar con base en sus ingresos. Es el caso de los dos… y de muchos otros en México.

El pueblo no juzga, encubre

Pero no. Una vez más, asistimos a la aplicación selectiva de la ley desde el poder. En el caso de Moreno, las carpetas que la Fiscalía de Campeche le armó en 2022 se abren o se archivan según convenga a la 4T y, en particular, a Layda Sansores. Más bien se ventilan cada vez que el priista amenaza con revelar lo que sabe del régimen.

En cuanto a Andy, Morena y la presidenta recurren al gastado “que lo juzgue el pueblo”. Es decir, para uno: castigo (moderado) para que se calle. Para el otro: gracia. La gracia absoluta de la impunidad.

Todo esto recuerda aquella frase atribuida —aunque nunca dicha— por Benito Juárez: A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas. Hoy se va más lejos: al amigo —al juniorzazo— ni siquiera la ley…

Justicia a la carta, impunidad a la medida

En lugar de enfurecerse con Alito, Sheinbaum debería volcar su indignación sobre Adán Augusto López. El actual senador por Morena y líder de su bancada en el Senado sí merece el calificativo de vendepatrias. Basta con leer lo que dice el New York Times sobre él y el escándalo con el que ha salpicado al actual gobierno federal.

En lugar de pedir licencia, sus colegas en el Senado lo blindan e impiden que comparezca ante los cuestionamientos de la oposición. Preguntas que nos interesan a todos los mexicanos quedan sin respuesta. Supongo que a usted también le pasa, presidenta…

Montarse en la indignación contra Alito, como usted ha hecho, no solo fortalece el discurso de este señor, sino que da a entender que el priista tiene información comprometedora (y verdadera) sobre muchos morenistas.

Lo peor es el doble rasero: señalar con dedo flamígero al opositor mientras se toleran —o encubren— múltiples escándalos dentro de Morena… y del país.

Ni el pueblo ni la FGR: que respondan en inglés, corruptos

Yo, señora presidenta, preferiría que los juzgara un poder judicial independiente, autónomo y profesional. Y más aún: que las investigaciones las condujera una Fiscalía General de la República seria, imparcial y competente.

Pero si la FGR no puede ni siquiera con Emilio Lozoya —exdirector de Pemex, priista, y acusado de corrupción por el propio López Obrador—, entonces mejor que los juzguen más allá del Bravo. A todos, desde ahora.

¿No fue el propio López Obrador —y no pocos morenistas con él— quien celebró cuando Estados Unidos condenó a Genaro García Luna? ¿O ese país solo sirve cuando sentencia a los opositores? ¿Ya volvemos al cinismo?

Yo, por mi parte, no me fío del “pueblo” masoquista e ignorante —ignorancia que es, en buena medida, obra de los gobiernos de ayer y hoy—. Ese mismo pueblo que a menudo se identifica con los ladrones y criminales.

Todos al norte, por favor

Por eso, señora presidenta, yo francamente prefiero que a todos los corruptos —de Morena o de cualquier otro partido— los juzgue la DEA. A todos, sin importar colores ni ideologías. Y, aunque no pueda decirlo en voz alta, sospecho que usted también desearía que le quitasen de encima a no pocas lampreas de la 4T.

Hago votos para que en Estados Unidos comiencen por AMLO y sigan con otros criminales como él. No sin motivo ya nadie del círculo cercano de la Transformación osa poner un pie en suelo estadounidense. Esa omisión, ese silencio, grita mucho más de lo que están dispuestos a admitir.