Alguna vez alguien, en una conversación en redes sociales digitales, preguntó: ¿con qué personaje de la historia han tenido alguna anécdota; algún famoso, famosa o persona de enorme trascendencia política, académica o social?
Mi respuesta inmediata fue: Valentín Campa Salazar (Monterrey, Nuevo León, 8 de abril de 1904 - Ciudad de México, 25 de noviembre de 1999).
Don Valentín Campa fue un incansable luchador social, sindical y político mexicano, considerado uno de los líderes más emblemáticos del movimiento obrero durante el siglo XX. Creció en un entorno familiar impregnado de ideas socialistas y ateas, influenciado por la Revolución mexicana, de inicios de siglo, que vivió en su infancia. Desde joven, se involucró en la defensa de los derechos laborales, uniéndose al Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) en 1925, a los 21 años de edad. Su activismo lo llevó a ser conocido como “el bolchevique” por su rápida adhesión a la literatura liberal y socialista. Miembro fundador del Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1927, se convirtió en el miembro más joven del Comité Central. Participó en la formación del Bloque Obrero y Campesino Nacional en 1926, junto a figuras como Úrsulo Galván y Diego Rivera.
Su trayectoria política y como líder social incluyó múltiples encarcelamientos por oponerse al “charrismo” sindical (intervención gubernamental en los sindicatos) y al régimen represivo del PRI. Pasó un total de 13 años, 11 meses y 13 días en prisión, principalmente en Lecumberri, en 12 ocasiones diferentes, por cargos prefabricados como fraude o disolución social. Fue liberado en 1970 gracias a la presión del Movimiento Estudiantil de 1968. Cabe recordar, por cierto, que una de las demandas del movimiento fue “libertad a los presos políticos”.
Fue candidato presidencial del PCM en 1976, con cerca de 1.5 millones de votos a su favor. Diputado federal por el PCM en 1982 y 1985, y miembro del presídium honorario del PCM en 1967. Participó en la fundación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en 1981 y apoyó la creación del PRD en 1989.
Su libro Mi testimonio. Memorias de un comunista mexicano (1978, reeditado en 2023 por el Consejo Editorial de la Cámara de Diputados), es una autobiografía que narra su vida como militante comunista, sus prisiones y reflexiones sobre la izquierda mexicana.
II
A don Valentín Campa lo conocí en una reunión realizada en un departamento de Tlatelolco. Él estaba con algunas vecinas y vecinos que formaban parte de la Coordinadora de Residentes de Tlatelolco, ya que había sido invitado a una reunión de organización e información en ese lugar. Tengo entendido que él vivía o vivió durante un tiempo en la unidad habitacional. Eso sucedió, quizá, a inicios del año 1986, después de los sismos de 1985.
Un grupo de vecinos jóvenes en ese entonces, acudimos a esa reunión porque formábamos parte de la comisión de prensa de la Coordinadora, cuyo dirigente principal, o el más visible en los medios de comunicación, era el doctor Cuauhtémoc Abarca.
La reunión en realidad fue breve. Don Valentín estaba sentado en un sillón individual. En esas fechas, el exlíder ferrocarrilero ya casi no se movía debido a su avanzada edad.
Para nosotros don Valentín era un símbolo del movimiento obrero democrático. Sobreviviente de mil batallas por la democracia sindical y por reivindicaciones de derechos laborales. Y era grande nuestra admiración y reconocimiento hacia él y hacia las luchas que representaba.
Al final de aquella reunión, recuerdo, me tomó del brazo, ya casi para despedirnos de los demás vecinas y vecinos presentes, y dijo:
-Estoy seguro que ustedes, las y los jóvenes, van a seguir esta lucha. Espero que lo hagan bien… Ojalá que lo hagan con compromiso social.
Esas fueron sus breves palabras; muy significativas para quienes habíamos asistido a esa reunión de vecinas y vecinos de Tlatelolco.
Según la red digital, “Campa representa la resistencia antifascista y anticapitalista en México, un ejemplo de coherencia ideológica en un contexto de represión estatal. Su vida ilustra cómo un individuo puede influir en la historia colectiva mediante la persistencia y el compromiso con las causas populares”.





