¿Cuándo fue la última vez que la oposición se congregó alrededor de una propuesta seria con el apoyo de la ciudadanía?

Lo que hay es una sumisión a las ocurrencias y mínima agenda. Pero cuando queremos apoyar al presidente, dejando a un lado a la oposición, hay poco que demostrar en hechos, resultados medibles y compromisos cumplidos.

Palabras, no hechos

Nadie en su sano juicio desea que le vaya mal al gobierno de la República, más allá de filias y fobias, lo que se espera son resultados positivos y que se cumpla con lo que se prometió en campaña, compromisos por los que, en 2018, la mayoría de los ciudadanos votaron a favor de la propuesta de Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, al rendir su tercer informe de gobierno, López Obrador sostuvo la premisa de que su gobierno estaba entregando resultados: “Hechos, no palabras”, dijo en sus spots publicitarios, la retórica discursiva de siempre.

Pero, ya en el cuarto año de su gobierno, son precisamente los hechos los que difieren del discurso oficial, los resultados no se ven, solo existen en la retórica del presidente y en sus justificaciones donde prefiere involucrar al pasado y acusar a sus antecesores de ser la causa del por qué no puede cumplir lo que prometió.

Datos duros

De acuerdo con diversos estudios basados en datos concretos, se habla de que los primeros tres años del gobierno de AMLO son la peor mitad de un gobierno en México en 86 años.

Según la CEPAL, la crisis de 2020 se liga con el deterioro visto en 2019, cuando el PIB también decreció, mientras que, para 2021 se anticipa una recuperación del 3.8 por ciento. De esta manera, entre 2019 y 2021 la economía mexicana habrá acumulado una contracción de -5.5 por ciento, según los datos del organismo. Esto significa que, durante el sexenio de López Obrador, que concluye en 2024, el crecimiento económico podría ser nulo. Pero, si el país no crece a tasas de al menos 1.8 por ciento entre 2022 y 2024 el saldo sexenal económico sería negativo.

Uno de los peores indicadores para cualquier economía es el de la inflación y, de acuerdo con datos del INEGI, México cerró en 2021 con una tasa del 7.36 por ciento, la más alta en 20 años. Entre los factores que impulsaron el drástico aumento a la inflación, se encuentra el incremento de la gasolina magna que subió 13.98 por ciento y la Premium un 22.07 por ciento, esto a pesar del apoyo y subsidio que se le otorga; además, las frutas y verduras subieron un 21.73 por ciento.

Para el subgobernador del Banco de México, quien por cierto fue propuesto por AMLO, Jonathan Heath: “la inflación para fin de año fue de 7.36 por ciento, marginalmente menor a la de 7.37 por ciento de noviembre y por debajo de la expectativa. Sin embargo, comentó, no es buena noticia ya que la subyacente sigue al alza, llegando a 5.94 por ciento, señal de la persistencia de un problema más inercial y hasta estructural”.

Otro indicador de la falta de resultados es el aumento de la pobreza. De acuerdo con los datos oficiales publicados por Coneval en relación con personas en situación de pobreza, la cifra aumentó en 3.8 millones de personas en comparación con 2018 y con base en los resultados de la Medición Multidimensional de la Pobreza en México 2018-2020, en 2018 había 51.9 millones de personas en situación de pobreza, mientras que, en 2020, la cifra aumentó a 55.7 millones.

Pero, quizá el mayor reflejo de la falta de resultados económicos que se pueda expresares cuando AMLO presume que la principal fuente de ingresos del país son las remesas, incluso él mismo, en su momento al referirse al fracaso que tuvo Vicente Fox expresó: “a los mexicanos se nos cayó la cara de vergüenza cuando el expresidente Vicente Fox declaró en los años 80 que era motivo de orgullo que las remesas de nuestros migrantes enviadas desde Estados Unidos fueran la segunda fuente de ingresos en nuestro país. Lo que muchos consideramos un fracaso, para él era motivo de regocijo”.

Lamentablemente para el país, no tuvimos la tan publicitada recuperación en “V”, la caída en 2019 sin pandemia ni factores externos que afectaran la economía nacional fue del 0.1 por ciento y la de 2020, con pandemia fue del 8.5 por ciento. En 2021, con el famoso rebote, la recuperación en México fue un crecimiento de acuerdo con las últimas estimaciones y las más positivas, al 6 por ciento y es uno de los pocos países de América Latina que creció menos que la caída en la pandemia.

Justificaciones y falta de resultados

Podrá haber muchas justificaciones a los problemas de inflación, falta de crecimiento y dotación de servicios a la población, tales como salud, agua y drenaje, electricidad y con un discurso achacarlos todos a los efectos de la pandemia, a los adversarios y o al exterior, pero la realidad es otra.

Como se explica en el famoso libro de Daron Acemoglu y James A. Robinson, “Por qué Fracasanlos Países”. En uno de los ejemplos que tiene que ver con EU y América Latina o con Corea del Sur y Corea del Norte, señalan que en los primeros existen instituciones económicas inclusivas que fomentan la actividad económica, el aumento de la productividad y la prosperidad económica y en los otros, donde hay muy pocos incentivos a la producción a las inversiones y a la innovación, su educación se ha convertido en propaganda, destinada a dar legitimidad al régimen.  Algo así es lo que está pasando en México.

Puras palabras y palabras, sin hechos que respalden un crecimiento, sin oportunidades de trabajo ni de inversión, muy lejos de lo que fue prometido.