Llevo ya muchos años argumentando en favor de algo, muy por sobre todo después de la fallida transición democrática mexicana y sus incalculables daños que ese fracaso ha infringido a Guerrero, flagelado de por sí, prácticamente todo, por medio de candidaturas y titulares a importantes cargos de elección popular con perfiles y carreras políticas repugnantes, y ese algo por lo que he propugnado, es que a ese estado se envíe algún (os) comisionado para que sea la Federación la que realmente tome las riendas de una entidad federativa que, más que parecerse a un México que avanza, se acerca más al fantasma del continente americano, esto es, el fallido Estado haitiano.

¿Que si ya ha habido ejercicios parecidos que han fracasado, como el Michoacán del comisionado Castillo en los tiempos infernales de Fausto Vallejo y familia?, es cierto, pero también lo es que este gobierno federal no es de ese PRI, de ese sexenio para el olvido, sino que se supone diferente para bien.

Esperanzador para miles de personas, no solo de Ometepec, Acapulco o cualquier parte, incluso del resto del país, fue el ver en directo cómo Claudia Sheinbaum puso fin, de una buena vez y para siempre (“el tiro de gracia”), a la carrera y/o aspiraciones políticas de un personaje grotesco, basta con verle y escucharlo hablar, ya ni decir de las enormes manchas en su mediocre y obscena trayectoria en lo que se da en llamar el “servicio” público, que fue la fallida entrega de un ramo de rosas a la presidenta de parte del señor al que se le dedica todo este párrafo: Ángel Heladio Aguirre Rivero, que para desgracia de la entidad sureña, ha sido gobernador, y dos veces incluso, y en ambas el estado se convulsionó por masacres que sacudieron a todo México. Esto es, en 1995 entra de interino por la matanza de Aguas Blancas, y en el 2014, es renunciado por la desaparición de 43 estudiantes en Iguala, policías del estado, en sociedad con el crimen organizado y que (TENIA) el sueño guajiro de ser presidente municipal de Acapulco.

Así no se llegue a la figura de los comisionados en Guerrero, pero si la presidenta Sheinbaum puede, y debe, vigilar muy de cerca los procesos de selección de sus candidatos, para impedir que monigotes en apariencia (“VOX POPULI, VOX DEI”) asociados a grupos del crimen vuelvan a ocupar cargos clave, como la presidencia municipal de Acapulco, que es “gobernada” la ciudad por una camarilla de delincuentes iletrados donde, por cierto, de plano ya es la Federación la que recolecta la basura y brinda otros servicios de naturaleza municipal (de ese tamaño es la ineptitud), o un (nacionalmente repudiado) Félix Salgado Macedonio, que pretende suceder a su propia hija en la gubernatura, por solo citar un par de nombres.

Bien la presidenta, certera en su disparo al matar cualquier futuro político del abotargado (por su afición a la bebida, es una especie del dominio público) Aguirre Rivero, quien jamás podrá ocupar cargo público alguno luego de esa tremenda, pero merecida, humillación pública.

Muy bien también la presidenta en acercarse a Estela Damian, un cuadro guerrerense de primera (una flor en medio del pantano, y formada fuera del inframundo que supone ser Guerrero) que se le menciona como posible aspirante a candidata por Morena para ser gobernadora, en cuanto a Acapulco, bien haría en actuar de forma parecida, impidiendo (dentro de toda legalidad) qué el municipio vuelva a ser secuestrado por bestias, que solo piensan en el eufemismo de “hacer negocios” en detrimento del bienestar común, y mejor haría también en fijar su mirada y seguir con lupa al último presidente municipal decente que ha tenido Acapulco (Alberto López Rosas, 1999/2000), quien ha sido objeto durante ya muchos años del bloqueo de la clase política local, esto, fundamentalmente a que lo que menos conviene ver contender por cargos clave a la clase política guerrerense (compuesta por seres deleznables, en su mayoría) y que es, precisamente, cuadros con preparación, buena trayectoria y vocación auténtica de servicio.