Al menos nueve ciudades costeras han utilizado el subnombre Perla del Pacífico. Cito a Wikipedia:

  • 1.- Ensenada de Todos Los Santos (México), desde fines del siglo xvii.
  • 2.- Mazatlán (México), desde fines del siglo xix.
  • 3.- Acapulco (México), desde principios del siglo xx.
  • 4.- Puntarenas (Costa Rica), desde mediados del siglo xx.
  • 5.- San Andrés de Tumaco (Colombia), desde principios del siglo xx.
  • 6.- Guayaquil (Ecuador), desde mediados del siglo xvii.
  • 7.- Bahía de Chimbote (Perú), desde principios del siglo xx hasta antes de los años 1960.
  • 8.- Callao (Perú), desde los inicios del Virreinato del Perú, el siglo xv (1542).
  • 9.- Mejía (Perú), desde principios del siglo xxi.

Con respeto para todas las ciudades mencionadas, ninguna más bella que Acapulco. Ni más querida.

Hace rato dije en otro artículo que tenía razón la columna Templo Mayor, del diario Reforma: “Entre los desafíos inmediatos que enfrentará a partir del primer minuto del martes la administración de Claudia Sheinbaum hay uno que no estaba contemplado: un segundo rescate de Acapulco”.

Es terrible la situación en el que fue el principal destino turístico de México. El huracán John “ya hizo crisis y la población damnificada demanda soluciones rápidas”, especialmente porque “los daños que dejó Otis en 2023 no han sido reparados del todo”, y está además “el embate del crimen organizado”.

Tales factores ha alejado al turismo de Acapulco, la actividad más importante en la bella Perla del Pacífico. Dados los argumentos anteriores dije aquí que Claudia Sheinbaum después de recibir la banda presidencial de manos de la diputada Ifigenia Martínez debía acudir a Acapulco a sembrar esperanza.

No sabía yo que la presidenta Sheinbaum ya tenía planeado hacerlo: estará en Acapulco al día siguiente de su toma de protesta, específicamente el miércoles en la tarde. La acompañará su gabinete “para hacer una evaluación y los planes para continuar con toda la ayuda necesaria a Guerrero”.

La rápida visita de Sheinbaum a la Perla del Pacífico servirá para darle a su población lo que más necesita en estos momentos terribles: esperanza de que las cosas mejorarán porque todo el Estado mexicano estará al pendiente de que así ocurra, ello sin descuidar otras comunidades, también afectadas por John, de Oaxaca y Michoacán.

Dijo Claudia que los gobiernos de la 4T son humanistas. Es la verdad. Claro está, la presidenta, además de conducirse siempre inspirada en el humanismo, ha sabido tomar sus grandes decisiones guiada por el conocimiento objetivo. En Acapulco sabrá hacer lo correcto. Por si le sirve le dejo enseguida una breve reflexión, más que atendible, que me envió un hombre inteligente:

“Para reconstruir Acapulco se necesita, primero, un plan de excelencia para la seguridad y la violencia y no solo para lo inmediato; segundo, atraer a los grandes capitales del mundo con las garantías necesarias para construir un nuevo Acapulco y dejarlo como lo que fue, uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. Lo complejo hay que enfrentarlo con una gran visión y con un gran equipo. Esto es algo que rebasa por mucho al gobierno de Guerrero, que carece de la capacidad de convocatoria para un proyecto tan grande”.

Claudia Sheinbaum debe tomar como una de sus prioridades el reto de volver a poner de pie al mejor Acapulco.