Llevo todo el año hablando del tema del Fideicomiso 2100 de Mexicana MRO; primero en el mes de enero, luego en abril hablé de el, y posteriormente en octubre, días antes de la fecha de vencimiento de la segunda “prórroga”.
Hagamos un repaso por la historia de este fideicomiso. En 2014, en aras de diluir un problema laboral, a la administración de Peña Nieto se le ocurrió la idea: Nuevo Grupo Aeronáutico, un conglomerado que aglutinaba diferentes empresas, entre ellas Mexicana de Aviación, tenía deudas con diferentes acreedores; la estrategia peñanietista fue que Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), Bancomext y Banorte, entre otros, no “cobraran” ese adeudo y en su lugar se constituyera un fideicomiso, para garantizar el pago a los trabajadores, y buscar la posterior venta de la base de mantenimiento.
En este arreglo, por supuesto hubo mucha “letra pequeña”, y los acreedores no iban a dar “paso sin huarache”, por lo que aprovecharon para verse beneficiados fiscalmente por el entonces gobierno de Peña Nieto, y con mucha paciencia, sentarse a esperar.
En cuanto al fideicomiso, no podemos olvidar que su creación fue a partir de una deuda, capital que se volvería real o “líquido” una vez se vendiera la joya de la corona: la base de mantenimiento, también conocida como el MRO. Esto nos tiene que quedar muy claro, pues todas las cifras que se mencionan en el acta constitutiva del fideicomiso, es dinero que no existe, y por eso su existencia quedó íntimamente ligada a la venta del inmueble.
Como todo fideicomiso, desde su creación se fijaron las razones por las que se daría por terminado, y a grandes rasgos eran dos: que se cumplieran sus objetivos o el transcurso de 10 años.
Pasó una década completita, y solo un puñado de representantes sindicales y abogados mercantiles hicieron su “agosto”, pues cobraron por administrar el fideicomiso, despachándose con la cuchara grande.
En los 10 años que supuestamente se iban a enfocar arduamente en poner “al tiro” al MRO para “hacerlo atractivo”, pudimos ver la ampliación de la base de mantenimiento, con un nuevo hangar (de 8 mil metros cuadrados) y un crecimiento de sus operaciones. Pero de números, no vimos nada.
Eso sí, cada año dijeron hasta el cansancio que administrar la base era “muy costoso”, y que casi casi realizaban ese trabajo porque son hermanitas de la caridad; pero la realidad es muy distinta, los sindicatos y la Asociación de Trabajadores de Confianza, han estado -literalmente- mamando de la ubre del MRO. Pasaron 10 años y uno de los primeros pasos era realizar un avalúo para saber cuánto cuesta la base de mantenimiento, y por kafkiano que suene, ni eso se llevó a cabo.
Jamás han transparentado el manejo de la base de mantenimiento, y de manera inevitable se llegó al plazo fatal: 10 años. Cuando se constituyó el Fideicomiso del MRO se acordó que se tenían 10 años para vender la base de mantenimiento, y esa fue una de las razones por las que el inmueble no formó parte de la masa concursal en el juicio de quiebra de Mexicana de Aviación. Pero los alegres compadres y comadres al frente de su administración, solamente se llenaron los bolsillos y no se ocuparon de forma seria de su venta.
El 4 de abril del 2024 era la fecha original de vencimiento; sin embargo, días antes los sindicatos y la asociación de trabajadores de confianza lograron pactar una prórroga de 18 meses con el gobierno (todavía de Andrés Manuel López Obrador), que venció el pasado 4 de octubre de 2025.
Al comenzar el 2025 pregunté si ahora sí iban a realizar al famoso avalúo, que permitiera avanzar en la venta del MRO. Y es que lo único evidente era la inacción por parte de los responsables de llevarla a cabo. En el mes de abril, y con mucho tiempo de antelación, pregunté si iban a pedir una segunda prórroga, porque el tiempo en estos casos no es nuestro mejor amigo.
De parte de los involucrados lo único que encontré fue sepulcral silencio. Conozco perfectamente cuál debió de haber sido el mecanismo para la solicitud de una segunda prórroga, y en el caso del sindicato de sobrecargos, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), debió convocar a una asamblea a los sobrecargos activos y jubilados de Compañía Mexicana de Aviación, así como a los de Aerovías Caribe (Click), para informarnos del estado de las cosas.
Y en vista de que no se había hecho el avalúo prometido, preguntarnos si estábamos de acuerdo en negociar que se le otorgase a la administración del MRO una segunda prórroga, y seguir buscando la venta del MRO,
Evidentemente eso no pasó, y el 1 de octubre desde esta columna cuestioné por qué no se nos había convocado a asamblea, si la fecha del vencimiento de la prórroga estaba a la vuelta de la esquina (día 4 de octubre). Y creo que ya podrán adivinar, solamente escuché silencio por parte de los responsables del MRO.
Llegamos al 20 de noviembre y en entrevista para el medio A21, la secretaria general de ASSA, Ada Hermelinda Salazar Loza, informó que se encontraba “en vilo la prórroga para la venta del MRO de Mexicana”. Esto es, de manera por demás dolosa soltó esta información en una fecha posterior al vencimiento de la prórroga.
Concediéndole el beneficio de la duda, y dando por hecho que sin asamblea ella firmó con los otros sindicatos una nueva prórroga, es un hecho que los trabajadores de Mexicana y de Click desconocemos bajo qué condiciones se solicitó, así como los tiempos, plazos, condiciones, acuerdos y compromisos.
Ada Salazar tuvo el descaro de declarar a dicho medio lo siguiente, y cito textual: “No tenemos fecha fija, el plazo no ha sido confirmado. La prórroga no ha sido confirmada aún por Banorte, que es el que está en cuestión… No tengo la fecha exacta, porque Banorte no ha firmado la prórroga”.
Les pido, amables lectores, que recuerden lo que mencioné líneas arriba respecto al dinero con el que se creó el fideicomiso, porque es momento de hablar de algunas letras pequeñas. Aeropuertos y Servicios Auxiliares, Banorte y Bancomext, entre otros, acordaron que el dinero que les debía Mexicana se iría para la conformación del fideicomiso, que se fondearía -en buen español: tendría dinero- una vez que se vendiese la base de mantenimiento.
Todo este tiempo se ha hablado de un dinero que hoy por hoy no existe; sabemos la cantidad que Mexicana quedó a deber, y que se pagaría una vez que se vendiera el MRO, pero no sabemos cuánto vale exactamente. Ignoramos si su valor es mayor o menor a la deuda, porque no se ha realizado el famoso avalúo. ¡Pero mucho ojo!, ese acuerdo tuvo una temporalidad: diez años.
La estrategia del equipo de Peña Nieto era que se vendiera el MRO y que el dinero se dispersara entre los trabajadores de la antigua Mexicana, en el entendido de que era prácticamente imposible que recibiéramos una liquidación justa. Ese dinero ayudaría a subsanar un poco a los trabajadores. En ese orden de ideas, los acreedores estaban de acuerdo en “esperar” y si había un remanente, entonces ellos cobraban.
En 2014, cuando se creó el fideicomiso, nunca pensamos que 10 años más tarde el problema seguiría vivo y sin solución. Nunca pasó por nuestra mente que no se vendería la base de mantenimiento más atractiva de América Latina, tanto por sus dimensiones como por su prestigio acumulado en más de 85 años (en ese entonces).
Por eso no parecían graves las cláusulas en las que se estipuló que la vida del fideicomiso fuera de 10 años. Al desaparecer, los fideicomitentes (Bancomext, Banorte y ASA, entre otros) dejan de estar obligados, y si quieren pueden volver a exigir el dinero que se les debe.
Hoy los trabajadores no tenemos certeza. ¿Existe o no la segunda prórroga? Dice la secretaria general de ASSA que Banorte no ha firmado, pero si el plazo ya quedó rebasado, creo que la respuesta es clara. Solo queda por explorar la negociación política.
Sé que es un tema complicado, y nada ayuda que los actores involucrados se muevan con un secretismo propio de una secta. Para mí es un hecho, si no se logró esa segunda prórroga, el Fideicomiso del MRO, el F2100, acaba de esfumarse y pasó a mejor vida. ¿Se va a vender el MRO? Es lo más probable, pero el acuerdo de que el producto de su venta se reparta entre los trabajadores ya no tiene vigencia.
Los acreedores hicieron lo que tenían que hacer: esperar con paciencia, y ahora que se venda la base de mantenimiento, presentarse con sus documentos por cobrar. Yo esperaría que los sindicatos y la asociación de trabajadores de confianza dieran la cara, pero lo dudo mucho.
Así como se pasaron más de 10 años viviendo de la administración del MRO, ahora no van a salir a hacerse responsables de sus pifias. Y de verdad, me estoy viendo mesurada, es mucho más lo que tengo ganas de espetarles a esa banda de inútiles.
Compañeros, veamos el panorama. No es un ente exterior, ni es responsabilidad del gobierno. Esto es completamente culpa de todos nosotros, por permitir que un grupo de oportunistas se quedase con la administración de la base de mantenimiento, sin rendir cuentas a los trabajadores, conformándonos con las expectativas de que íbamos a cobrar “un poco” del Fideicomiso del MRO.
La responsable de la jugada del fideicomiso, que se suma a todas las jugadas perversas que comenzaron hace 20 años con los gobiernos panistas, es la administración de Peña Nieto, que negoció que en caso no cumplirse los fines en el plazo pactado, las deudas regresaban a su estado original, como en 2014.
Pateó el problema, desactivó el movimiento laboral, y se llevó las palmas por tutelar a unos trabajadores víctimas de un empresario malévolo, que por cierto nunca fue molestado, y de paso, lavó la cara de sus dos antecesores, panistas. ¡Redondo para ellos!
Me encantaría que los trabajadores se pusieran las pilas y pidieran las cabezas de los responsables, pero lo dudo. El hastío y la apatía nos han ganado, ya son más de 15 años en los que los trabajadores de Mexicana de Aviación no somos resarcidos de forma digna.




