Dice Leo Zuckermann, en el programa “Hora de opinar”, de Foro TV, Televisa (4 de junio, 2025): “Es una tragedia para los niños, para los padres de familia, para las comunidades que no haya clases, Marco… (se dirigía a su invitado en el estudio de televisión, Marco Fernández, profesor del Tec de Monterrey e integrante de la organización “México Evalúa”).
Marco Fernández, en respuesta, afirma: “Es una tragedia que lamentablemente se ha perpetuado en el tiempo… Es una práctica que se repite…” Luego, el invitado de Zuckermann expresa lo siguiente: “La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha entendido que es en las calles y no en las aulas como esta organización puede obtener canonjías económicas del gobierno…”
Enseguida, Fernández señala durante la entrevista que, según cálculos de Mario Delgado, titular de la SEP, cerca de un millón 200 mil estudiantes de educación básica “son afectados por los paros de labores en 4 entidades: Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Zacatecas y algunas escuelas, pocas, de la CDMX…”
(Ver en: https://www.youtube.com/live/GcE66OiGl1M?si=lylLCRdgsdCBh7hw)
¿Acaso Fernández, Zuckermann y el mismo titular de la SEP, han visitado a las escuelas de Oaxaca, Chiapas, Guerrero o Zacatecas para preguntar cuáles son los acuerdos que toman generalmente los colectivos docentes con las madres y padres de familia a efecto de dar seguimiento a las actividades académicas y pedagógicas de las y los estudiantes de preescolar, primaria y secundaria?
Si visitaran a las escuelas de los estados donde las y los docentes iniciaron paros de labores desde el 15 de mayo pasado, se darían cuenta que en los acuerdos que se toman en cada centro escolar de trabajo hay muchos matices. Esto no es para mirarse sólo en colores blanco y negro, a no ser que se tenga la mala intención de desacreditar al magisterio en paro.
Lo más fácil es descalificar (“satanizar”) al movimiento social en actitud de protesta, cualquiera que éste sea, y tratar de deslegitimar el contenido de las demandas populares, laborales y sindicales.
En otro aspecto de la entrevista, llama la atención algo que se da por implícito durante la conversación, más allá de la aversión que estos personajes (Zuckermann y Fernández) han manifestado durante años en contra de la escuela pública y sus docentes: me refiero a la manera en que ambos personajes construyen una narrativa para “satanizar” o medio argumentar en contra de las acciones del magisterio o profesorado en protesta, ello a partir de información no confirmada ni verificada. Medias verdades (que al mismo tiempo son medias mentiras) que sirven para atacar a las y los docentes que ejercen su derecho a la protesta.
Un ejemplo de media verdad (y a la vez de medio mentira) es el dicho de Fernández al afirmar que “se filtró” en la prensa la información sobre una entrega de 800 millones de pesos, del gobierno federal a la dirigencia de la Sección 22 del SNTE (en manos de la Coordinadora), en estos días, para “repartir” plazas.
Se nota que le falta información específica y más detallada al entrevistado. En estos complejos procesos de negociaciones políticas y sociales, no todo se “resuelve a billetazos” como él cree de manera prejuiciosa.
Las demandas sindicales de la disidencia al SNTE no son menores: “Abrogación de la ley del ISSSTE; modificación del régimen de jubilaciones y pensiones; reducción de los años para iniciar la jubilación; derogación de la Reforma Educativa del 2019, que no terminó por sepultar a la Reforma Educativa de 2013; aumento salarial; democracia sindical…”
La telecomentocracia, no únicamente de Televisa, también de TV Azteca, Grupo Imagen y otros medios de comunicación, ha optado no por informar, indagar, ni entrevistar a las y los maestros en paro, o a los actores sociales en condición de protesta, sino que se han dedicado a denostar, difamar y calumniar a las y los trabajadores de la educación, por consigna y por el simple hecho de que éstos defienden enérgicamente sus legítimos derechos y reivindican otras condiciones laborales, diferentes a las que prevalecen, en términos de dignificación y certeza laborales.
Preguntas para la teleaudiencia:
¿Por qué Zuckermann sólo tiene como invitado a un académico que se ha distinguido, durante los últimos años, a armar una narrativa sesgada para “satanizar” al magisterio democrático y disidente? Percibo que el conductor lo hace con toda intención, puesto que aquí la cosa es claramente parcial.
¿Por qué el conductor de Televisa, que tanto habla de la inexistencia de contrapesos en el sistema político actual en México, no es congruente con ello al no aplicar el criterio de equilibrio en el armado de sus mesas de análisis? Mismas que están claramente inclinadas para opinar sólo desde un extremo, con desinformación o información a medias, sin contar con otra u otro invitado a efecto de privilegiar los necesarios equilibrios argumentativos e informativos.
Con ello, queda clara la línea editorial de Televisa: dejar la mesa puesta para opinar en contra de la disidencia magisterial (o contra cualquier movimiento social de origen popular), sin posibilidad de réplica ni contrarréplica desde otras perspectivas o visiones.
Qué bonita manera de “ejercer la democracia” en los medios: sin contrapesos.
Como se puede apreciar en el video de referencia, en la mesa del programa de televisa, como en otros espacios de comunicación electrónicos o en redes sociales digitales, se le cierra la puerta a voces que tienen opiniones diferentes o interpretaciones contrarias a las que expone o como las que exhibe, en este caso, el mencionado profesor e investigador del Tec de Monterrey.
Las únicas herramientas que le quedan a las y los trabajadores, o a otras organizaciones campesinas, indígenas o urbano populares, como en el caso del magisterio, es la protesta callejera, es la movilización social, para ejercer presión política y cívica, y buscar el apoyo solidario y fraterno del pueblo, cosa que no se podría dar cuando se actúa, en oposición a ciertas políticas públicas, de manera aislada, individual o personal.
La lucha de las y los agremiados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), aún dentro de la estructura organizativa y en el marco de los estatutos oficiales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), es una lucha legítima que proviene de las y los docentes, de base, que laboran en escuelas a ras de tierra. Es una lucha social que viene desde abajo y que no obedece a consignas del poder político en turno ni a las decisiones asumidas por las cúpulas dirigentes oficialistas del SNTE, ni de ninguna otra instancia gubernamental o de los poderes fácticos.
Es válido estar o no de acuerdo, y en ello hay expresiones o voces diversas de la sociedad, acerca de los métodos de lucha que ha elegido históricamente la CNTE para lograr sus objetivos, pero no se pueden regatear ni minimizar sus justas demandas.
Por otra parte, es falso -como lo señala Fernández, que la CNTE busca regresar al esquema de las comisiones mixtas de escalafón (con la desaparición de la USICAMM) para determinar los ascensos en la estructura jerárquica del sistema educativo, y en especial, del subsistema de educación básica. Por el contrario, lo que se pretende es contar con mecanismos justos, imparciales y representativos que operen los procesos de promoción, tanto verticales como horizontales, y que los procedimientos de admisión al servicio público docente consideren el valor formativo y profesionalizante que ofrecen los programas académicos de las escuelas normales, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y los centros de actualización del magisterio, más allá de criticar e impugnar el esquema de evaluaciones estandarizadas.
Si una cosa es necesario cambiar en México es la promoción y el ejercicio de los derechos que tienen las audiencias de radio, televisión y otras producciones en medios de comunicación, para acceder a toda la información, lo cual quiere decir, asegurar el derecho a escuchar y ver las diversas expresiones sociales en torno a hechos o procesos de la vida pública en curso.
Es la apertura hacia las diversas voces y el fomento de la libre deliberación pública lo que necesita el país, como parte de un proceso amplio y consensuado de democratización de los medios de comunicación y de la sociedad en su conjunto.
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