Según ha trascendido, Marko Cortés, presidente del PAN, favorece tras bambalinas la candidatura de Santiago Creel a la presidencia de la República sobre otros personajes como Lilly Téllez o Mauricio Vila. Por otro lado, el lector recordará que, según fue informado durante el inicio de las negociaciones entre los tres partidos de oposición, sería el PAN el que seleccionaría el abanderado de Va Por México para los comicios electorales de 2024.

Todo ha quedado en entredicho, empero, tras las recientes de declaraciones de Alito relacionadas con su voluntad de participar él como candidato del PRI. En otras palabras, las negociaciones entre los tres principales partidos de oposición se antojan como un proceso largo, complejo, lleno de entresijos y que podría conducir, en su caso, a la posibilidad de un rompimiento definitivo de alianza, lo que provocaría el triunfo inevitable de Morena y la continuidad de la malograda 4T.

Sin embargo, si damos por descontado que la alianza sobrevive a los debates cupulares y que Acción Nacional designa, mediante sus procesos internos, al candidato presidencial, y que Santiago Creel es el afortunado… ¿es una buena noticia? ¡Qué va!

Si bien es verdad que Creel es un funcionario público con una larga carrera (secretario de Gobernación durante el gobierno de Fox, diputado y senador) y que jamás ha sido señalado por casos de corrupción, su candidatura sería en los hechos entregar la presidencia a Morena.

Creel no es popular. Por el contrario, es percibido como un funcionario de escritorio, lejano de las plazas públicas y que no comparte el pensamiento ni las necesidades de la mayoría de los mexicanos. Nacido en el seno de una aristocrática familia chihuahuense de tiempos porfirianos (hay un pueblo en su estado que lleva el nombre de su familia, despojada de sus propiedades por Francisco Villa) y de pura cepa panista, no tiene arrastre. En otras palabras, su candidatura llevaría a la alianza tripartita a un fracaso colosal frente a cualquiera de los abanderados de Morena.

Recuerdo bien aquel célebre debate en 2000 en el que Jesús Silva- Herzog, a la sazón, candidato del PRI a la jefatura del Gobierno del Distrito Federal, llamó a Creel el candidato “totalmente palacio” en referencia a su aspecto aliñado, elegante y a sus ojos azules. Nada más cercano a la verdad. Así era el panista percibido entonces, y así es percibido ahora.

La Alianza sí tiene posibilidades de ganar y detener el retroceso democrático impulsado por el oficialismo. Así fue demostrado en las elecciones legislativas de 2021. Sin embargo, para lograrlo, deberá postular a un candidato que cuente mínimamente con una aceptación general y cuyo mensaje penetre en el sentimiento colectivo. Con ello, al menos, Va por México representaría una opción competitiva frente a un partido oficial apoyado por el presidente, por el aparato del Estado, con los recursos aportados por los gobernadores y por las Fuerzas Armadas.

Santiago Creel, heredero del panismo puro y duro de hombres como Carlos Castillo Peraza, a pesar de su buena trayectoria política y sospechada honestidad, no es el candidato para lograr la hazaña.