Veracruz no es un estado más. Es símbolo, es raíz, es territorio estratégico y emocional del obradorismo. Por eso duele, por eso alarma, por eso debemos decirlo con todas sus letras: el golpe blando contra Rocío Nahle no sólo viene de la derecha. Viene también de dentro.
De esos que se dicen morenistas, pero que jamás caminaron una cuadra en campaña. Que no tocaron puertas cuando la Cuarta Transformación era apenas un sueño mal visto por el poder. Que nunca se formaron en la lucha, pero hoy ocupan cargos, reparten favores y conspiran en la oscuridad. De los que llegaron colgados de AMLO, presumiendo su amistad con el líder de nuestro movimiento, que hasta los llamaba “primo hermano”.
Los ataques contra la gobernadora de Veracruz no son casuales. Son una estrategia para desestabilizar un gobierno emanado auténticamente del movimiento, dirigido por una mujer fundadora, combativa, leal. Y lo más grave es que muchos de estos ataques llevan el sello de quienes militan en Morena… Al menos de nombre.
En los últimos meses hemos visto cómo ciertos actores, con historial dudoso y alianzas inconfesables, han movido hilos, filtrado información, financiado campañas negras y presionado medios para deslegitimar a Rocío Nahle. No por justicia. No por principios. Lo hacen porque les estorba una figura honesta, popular y sin compromisos con las mafias de siempre.
Estos advenedizos vieron en Morena una escalera, no una causa. Y ahora que han subido, quieren patear la estructura que los sostuvo. Su ambición no conoce límites. Su falta de escrúpulos es su principal herramienta. Y lo que está en juego no es sólo una gubernatura, sino el alma del movimiento.
Rocío Nahle no es una improvisada. Es una mujer de convicción, formada desde abajo, que ha resistido las embestidas del poder económico y mediático. Que le ha respondido a la gente, no a los padrinos. Que representa ese ideal de transformación que dio vida a este proyecto.
Por eso lo decimos sin rodeos:
Si cae Veracruz, también caerá la 4T. No la estructura formal, quizás, pero sí su espíritu. Su esencia. Su promesa. Estaríamos entregando el movimiento a quienes no creen en él, a quienes lo han usado como trampolín, como disfraz, como negocio.
Desde aquí, alzamos la voz para hacer un llamado respetuoso pero urgente a la presidenta Claudia Sheinbaum:
No permita que se destruya desde adentro lo que usted ha prometido continuar. No permita que los traidores se vistan de obradorismo para sabotear el futuro. No permita que Veracruz caiga.
Porque si cae, lo que viene no será continuidad. Será simulación. Y con ello, se desvanecerán los anhelos de millones que aún creen que otro México es posible.
X: @Renegado_L