Los millones de mexicanos que votaron por Andrés Manuel López Obrador y le otorgaron su confianza, no esperaban que fuera un presidente que le diera la espalda al pueblo en los momentos más complicados.

Su incapacidad, su falta de empatía y su falta de respeto al dolor, ha sido una constante, es un presidente deshumanizado que se muestra lejano del pueblo que gobierna:

Descalificó los reclamos de las mujeres por los feminicidios y la violencia argumentando que las protestas son “orquestadas, infiltradas y manipuladas” por las fuerzas que se oponen a su gobierno.

Acudió a Tlahuelilpan después de que una explosión dejara un saldo de más de 160 fallecidos, pero a un lugar cerrado y acompañado de su séquito de seguridad.

No se reunió con Javier Sicilia, Adrián y Julián LeBarón, líderes de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz, según él para evitar exponer la investidura presidencial y cualquier “show” mediático.

Desde que era candidato, para AMLO solo existen unas cuantas tragedias -sin quitarles su importancia- los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, la Guardería ABC de Sonora, los mineros de Pasta de Conchos o la de una madre que tiene a su hijo encarcelado en Estados Unidos, la mamá del Chapo Guzmán.

Dice el dicho:

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“Dime qué presumes y te diré de qué careces” o “a explicación no pedida, acusación manifiesta”: Dicho popular.

En la mañanera de ayer del compañero presidente, “se le quemaban las habas” para hablar de cómo, supuestamente, él está cerca del pueblo. Un reportero lo cuestionaba sobre la corrupción en el programa Sembrando Vida y, aunque no viniera al caso, le dijo: “¿Quieres que te narre cómo fue el pasado fin de semana?, ¿Te lo narro? Para que veas la comunicación”. Y de ahí se soltó más de 45 minutos hablando de cómo el pueblo lo vitorea, lo felicita y lo respalda:

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“Yo todo el tiempo tengo comunicación con el pueblo y siempre estoy cuidando eso porque el político corrupto tradicional lo primero que hace es darle la espalda al pueblo, se acercan al pueblo cuando necesitan los votos, fingen que están con la gente, los abrazan, los apapachan y ya después no les ven ni el pelo, se esconden, no los atienden”: AMLO.

¿Dónde está el presidente?

Eso es precisamente lo que el compañero presidente y camarada hace, porque, cuando el pueblo lo necesita  “no le ven ni el pelo, se esconde, no los atiende”.

Los jueces y magistrados que cumplen con la Constitución y evitan que gobierne a su capricho y conveniencia, para él son corruptos y están vinculados a poderes fácticos que orquestan en su contra y, si algo no le parece, amenaza con reformar los Poderes e Instituciones, todo para lograr un control  absoluto.

Sin presentar pruebas, dijo que los fideicomisos son un nido de corrupción, pero no llegó a generar acción judicial en contra de ningún responsable; a los magistrados que han detenido sus iniciativas, los acusó de traición a la patria; al INE por impedir irregularidades en el proceso electoral, que está coludido con los opositores y es antidemocrático.

Si en realidad existe toda esa corrupción ¿por qué mejor no los denuncia y exige que se aplique todo el peso de la Ley? en lugar de destruir a las instituciones.

Línea 12 No se Olvida

Hace apenas unos días la tragedia por el derrumbe de la Línea 12 del Metro cimbró al país, pero, aunque el pueblo lo necesitaba, decidió no acudir con las víctimas, no dio la cara y dijo:

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“No visité a familiares de víctimas del metro porque no me gusta la hipocresía, al carajo ese estilo”: AMLO.

Lo peor fue que al abordar el tema en sus largas peroratas mañaneras, en lugar de dar respaldo a las víctimas, prefirió respaldar a los funcionarios y miembros de su equipo, como Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard y, de paso, asumirse él mismo como víctima.

En un video que circuló en las redes sociales, la madre de Brandon Giovanni Hernández, uno de los 26 fallecidos en el desplome de la Línea 12, hizo la pregunta que todo mundo de una u otra forma se ha hecho: “¿Dónde está el presidente? Él dice ‘al carajo’ ¿qué tipo de presidente tenemos?”.

Sin embargo, no es una sorpresa, esa es siempre la actitud de AMLO ante la tragedia o frente  a las demandas reales de la población, se escabulle, evade su responsabilidad y culpa al pasado o cuenta alguna anécdota fuera de lugar.

Fracasado

Le falta capacidad para justificar con argumentos reales (no ficticios, ni basados en sus “otros datos”) sus acciones de gobierno, prefiere desde su púlpito, donde se siente seguro, lanzar acusaciones contra todo aquel que piense distinto.

Ningún medio de comunicación, periodista, articulista, académico o intelectual se salva -excepto La Jornada y Regeneración- para él todos son sus “adversarios”: Reforma, El Universal, Milenio, El Financiero, El Heraldo, La Razón, La Crónica, Radio Fórmula, Televisa, Radio Centro, Grupo Acir; Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Roger Bartra, Jesús Silva Herzog, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, tampoco las ONG de la sociedad civil o de derechos humanos o internacionales como la ONU, OMS, OEA y así un largo etcétera.

Su insensibilidad e intolerancia muestran a un presidente muy débil, víctima de todos, que se resguarda en Palacio y que se atrinchera en las bases militares.

AMLO siempre es la víctima de la “Mafia del Poder”

Un presidente no puede ni debe alejarse de su pueblo, los pretextos y las excusas no solucionan nada ni brindan serenidad en momentos difíciles.

AMLO siempre es la víctima, para él, todo se trata de movimientos que quieren detener la transformación, que atentan contra la nación y hasta de traidores a la patria.

Un país diverso y plural como México requiere de diálogo y, sobre todo de un presidente que dé la cara y enfrente problemas reales, no fantasmas del pasado.