La trampa de la deuda simulada
La deuda de Pemex no se originó para modernizar la empresa. Entre 2006 y 2024, la deuda pasó de 46 mil millones USD a 98 mil millones USD, mientras la producción cayó de 3.3 millones a 1.6 millones de barriles diarios. Las refinerías siguen operando a menos del 50% de su capacidad, y Dos Bocas triplicó su costo inicial sin estar en operación plena.
Buena parte de la deuda fue contratada para refinanciar deuda anterior, transferir recursos a Hacienda y cubrir gasto corriente del gobierno federal. Pemex ha sido tratada como caja chica: entre 2000 y 2024 transfirió más del 70% de sus ingresos brutos a impuestos y derechos, financiando programas sociales y gasto estatal, no infraestructura.
El pasivo laboral: el elefante en la sala
A la deuda financiera se suma un pasivo laboral que supera 1.2 billones de pesos, derivado de jubilaciones anticipadas y pensiones vitalicias. Pemex tiene más de 100,000 pensionados, lo que representa prácticamente un jubilado por cada trabajador activo. Este modelo de privilegio es fiscalmente insostenible y socialmente injusto, pero el rescate anunciado ni siquiera lo menciona.
El sindicato mantiene prebendas y plazas improductivas. Más de 15,000 trabajadores cobran salario sin desempeñar funciones productivas, mientras las cláusulas de jubilación anticipada siguen intactas. El plan Sheinbaum no contempla ninguna medida para reestructurar este modelo.
El huachicol, la herida abierta
El robo de combustible (huachicol) sigue siendo una hemorragia: Pemex perdió 7,600 millones de pesos en el primer semestre de 2025. Durante el sexenio anterior, las pérdidas por huachicol acumularon más de 24,850 millones de dólares. Sin un plan real contra este fenómeno, cualquier rescate financiero será insuficiente.
La deuda oculta con proveedores
A la deuda financiera formal se suman 20,000 millones de dólares en pasivos con proveedores, generados por contratos inflados y subcontratación opaca. Estos pasivos han sido mantenidos fuera del balance oficial, simulando una deuda menor a la real.
El plan Sheinbaum: patear la deuda al siguiente gobierno
El fondo de inversión busca refinanciar deuda, reducir amortizaciones inmediatas y generar liquidez temporal. Pero no resuelve la baja producción ni corrige la ineficiencia estructural. Es, en esencia, transferir la bomba fiscal a las siguientes administraciones.
El discurso de soberanía energética ignora que Pemex es una empresa deficitaria, técnicamente quebrada, que necesita una reforma profunda, no sólo alivio financiero.
¿Qué se debería hacer realmente?
1. Auditoría estructural independiente del pasivo laboral, contratos sindicales y obligaciones con proveedores.
2. Reforma del sindicato y gobierno corporativo, eliminando plazas improductivas y profesionalizando la administración.
3. Plan técnico-operativo integral, modernizando refinerías y mejorando eficiencia.
4. Estrategia seria contra el huachicol, con tecnología, incentivos a denuncias y sanciones reales.
5. Privatización parcial con capital mixto, manteniendo control público pero atrayendo inversión eficiente
6. Transparencia ciudadana, con reportes trimestrales de producción, pasivos y ejecución financiera.
Epílogo: Rescate disfrazado, problema intacto
El plan Sheinbaum no es la estrategia brillante que se anuncia. Es un rescate disfrazado que ignora las causas estructurales y difiere la crisis. Sin enfrentar el pasivo laboral, el modelo sindical corrupto, el huachicol y la ineficiencia operativa, Pemex seguirá siendo una empresa deficitaria sostenida por deuda pública. La soberanía energética no se proclama: se construye con eficiencia, transparencia y responsabilidad.
El verdadero rescate de Pemex no es financiero: es estructural. Y mientras se insista en disfrazar el problema, no habrá solución.
Mario Sandoval, CEO FISAN SOFOM ENR. Banquero y abogado con más de 30 años de experiencia en el sector financiero y legal.