Como persona profundamente afín al movimiento de la Cuarta Transformación (4T), me enorgullece ser parte de esta revolución de conciencias que inició nuestro querido ex presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde el primer día, he creído en la lucha por un México más justo, donde la corrupción, la desigualdad y el abuso de poder sean erradicados de raíz. No soy una espectadora pasiva; participó activamente en esta transformación, promoviendo valores de empatía, solidaridad y respeto, porque sé que el cambio no solo se da en las políticas públicas, sino en cómo vivimos y nos relacionamos día a día. Sin embargo, precisamente por eso, no puedo quedarme callada ante prácticas que contradicen el espíritu de la 4T: el involucramiento de niñas, niños y adolescentes (NNA) en disputas para golpear políticamente a adversarios.

Me encanta lo que ha expresado la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: “A mamás y papás: impulsemos que nuestros hijos e hijas crezcan en un México libre de racismo, clasismo y discriminación. ¡Construyamos juntos un futuro de igualdad!”. Su gobierno impulsa acciones concretas para proteger estos derechos, como el programa de cuidados para los primeros mil días de vida, becas universales para estudiantes de educación básica y programas de salud preventiva en escuelas, garantizando un desarrollo integral libre de violencia y desigualdad; como mujer, madre, abuela y ahora presidenta, tiene claro que el camino para que el cambio humanista sea posible, debemos de cuidar y guiar a la niñez con respeto y amor.

En los últimos días, hemos visto cómo controversias en redes sociales escalan a niveles tóxicos, donde menores de edad son usados como escudos o blancos para atacar o defender posiciones. Un claro ejemplo es el de la periodista Lourdes Mendoza, quien se refería de manera discriminatoria a Jesús Ernesto, el hijo menor de AMLO, incluso cuando él era menor de edad. Hoy, aunque claramente está mal, ella está recibiendo una lección de lo que significa no meterse con las hijas y los hijos, ya que en redes se refieren a su hija Daniela como «chocorrol». Recordemos que este apodo despectivo, «chocoflan», surgió alrededor de 2018 a raíz de burlas en redes sociales por el cabello teñido de Jesús Ernesto, quien entonces tenía apenas 11 años. Lourdes Mendoza lo adoptó en sus publicaciones, contribuyendo al acoso que el joven sufrió como menor, lo que motivó a su madre, Beatriz Gutiérrez Müller, a promover el hashtag #ConLosNiñosNo para defenderlo.

Rechazo tajantemente cualquier forma de agresión contra las niñas, niños y adolescentes (NNA) sea por parte de opositores o incluso de quienes dicen defender la transformación. No importa si es un apodo despectivo, la exposición de fotos sin consentimiento o la exposición cibernética: todo esto viola sus derechos fundamentales, como el interés superior del niño consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño y en nuestra Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. ¿Cómo podemos hablar de revolucionar las conciencias si permitimos que el odio se filtre hacia los más vulnerables? Involucrar a las hijas o a los hijos para «tapar corruptelas» o golpear a un adversario no es justicia; es cobardía que perpetúa ciclos de violencia, discriminación, clasismo y racismo que tanto hemos combatido y que queremos erradicar en este gobierno de la transformación.

Ser partícipe de la 4T significa elevar el debate, no rebajarnos al nivel de quienes nos atacan. Si respondemos con las mismas tácticas de la derecha —o de cualquier lado— minimizamos nuestros esfuerzos por impulsar políticas que erradiquen la discriminación y fomenten la igualdad. Recordemos: la transformación busca entornos seguros para todos, libres de bullying digital y prejuicios basados en apariencia, origen familiar o estatus social. Como lo he expresado en conversaciones recientes, no estaré de acuerdo en usar a las NNA como carne de cañón, ni siquiera por sus propios padres. Eso no es coherente con el México que soñamos, uno donde la paz social se construya desde la empatía y no desde la venganza.

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Por eso, hago un llamado a todos los que compartimos esta visión: seamos ejemplo de que no somos iguales. Honremos el legado de nuestro querido Andrés Manuel López Obrador viviendo la transformación en cada acción, erradicando de una vez por todas la discriminación, el clasismo y el racismo. Solo así, con coherencia y corazón, lograremos que la revolución de conciencias sea irreversible. #ConLasNiñasNo, #ConLosNiñosNo #ConLasyLosAdolescentesNo. Abrazo revolucionario digital.

X: @cpjannybarrera