¿Qué hacía Ricardo Salinas Pliego, ayer domingo además de redactar, en redes sociales, mensajes para calumniar a Morena? Quizá jugaba golf o paseaba en su yate. En el más plebeyo de los casos veía la tele o caminaba por los bien cuidados jardines de Jalmolonga, su lujosa hacienda ubicada en Malinalco, Estado de México.

Salinas Pliego decidió burlarse —con saña, como dijo la presidenta Claudia Sheinbaum—, de las tareas de la 4T para empezar a superar la crisis generada por las lluvias, este año más que torrenciales: de intensidad absolutamente catastrófica, pocas veces vista en la historia de nuestro país.

Es un hecho que Salinas Pliego no solo está enojado porque detesta que le cobren impuestos —pagará lo que debe, le guste o no—, sino que opera, acompañado por periodistas que colaboran en su televisora, TV Azteca, para intentar que el sistema político mexicano dé marcha atrás, esto es, acabar con la 4T para volver al pasado.

Salinas Pliego debe conocer la obra de los ganadores del Premio Nobel de Economía 2025.

Cito un post de X de @NobelPrize: “La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Sveriges Riksbank 2025 en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt ‘por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación’, la mitad a Mokyr ‘por haber identificado los prerrequisitos para un crecimiento sostenido a través del progreso tecnológico’ y la otra mitad conjuntamente a Aghion y Howitt ‘por la teoría del crecimiento sostenido a través de la destrucción creativa’…”.

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Salinas Pliego seguramente sabe que el concepto de destrucción creativa adquirió relevancia gracias a un libro de 1942 de Joseph Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia.

Aunque alguna vez estudié estos temas en la escuela de economía del Tecnológico de Monterrey, no los domino. Lo que estoy ahora argumentando lo he tomado de distintas fuentes encontradas en Google, particularmente de su inteligencia artificial.

Sorprenderá a Salinas Pliego que Schumpeter basara su reflexión en las tesis de un pensador a quien él, por fanatismo, detesta, Karl Marx, quien había observado que el capitalismo destruye periódicamente las viejas fuerzas de producción para crear otras nuevas.

¿Qué es la destrucción creativa en política?

Hice esa pregunta a la IA de Google. Esta es la respuesta: “La destrucción creativa en política se refiere a un proceso en el que las nuevas ideas, tecnologías y organizaciones (la creatividad) reemplazan y obsoletan los sistemas, estructuras y políticas existentes (la destrucción). Este concepto, acuñado por Joseph Schumpeter, es un motor de la transformación y el cambio social y económico, aunque puede generar inestabilidad y desplazamiento de personas y sectores en el corto plazo”.

¿Una revolución es destrucción creativa?

La 4T es sin duda una revolución, pero a diferencia de la mayoría de los procesos revolucionarios, se trata de una revolución pacífica, de ahí que quienes la encabezan prefieran usar la palabra transformación para hacer referencia al proceso de intenso cambio político en el que ahora mismo se encuentra México. Hice la anterior pregunta a la IA de Google. Sintetizo sin entrecomillar la respuesta:

Aunque el concepto original de destrucción creativa se aplica a la economía capitalista, la adaptación a la política es sugerente y útil para entender el proceso de cambio revolucionario.

En política, la analogía con la destrucción creativa sugiere que una revolución implica la destrucción de las viejas estructuras de poder, instituciones y sistemas sociales para dar paso a un nuevo orden.

Existen varios paralelismos que permiten aplicar esta analogía:

1.- Innovación versus estancamiento: En el plano económico, la innovación es el motor del progreso. En el ámbito político, una revolución es el resultado de la incapacidad del sistema antiguo para adaptarse, lo que lleva a un cambio radical y a la creación de un nuevo sistema.

2.- Sustitución de lo viejo por lo nuevo: Una revolución reemplaza el orden político obsoleto por uno nuevo.

3.- Pérdida de poder de las élites: En el capitalismo, las empresas que no innovan fracasan. De manera similar, una revolución derroca a las élites políticas y sociales que se aferran a un poder que ya no pueden sostener.

La destrucción creativa en política también refleja la parte violenta y disruptiva de las revoluciones:

1.- Disrupción del orden establecido: El proceso revolucionario es inherentemente caótico y destructivo.

2.- Oposición de las élites: Quienes tienen el poder y control sobre el sistema antiguo suelen oponerse al cambio, lo que intensifica la confrontación.

3.- Consecuencias sociales: La destrucción de un sistema conlleva la pérdida de ciertas formas de vida, empleos y estructuras sociales, antes de que el nuevo orden se asiente y genere nuevos beneficios.

Pero el objetivo último de una revolución —o una transformación pacífica—es la creación de algo nuevo y, en teoría, mejor:

1.- Reasignación de recursos y poder: Al igual que la destrucción creativa económica libera recursos para nuevas inversiones, una revolución puede redistribuir el poder y los recursos sociales de una manera más equitativa.

2.- Surgimiento de nuevas ideas e instituciones: Del caos y la destrucción emerge la oportunidad de construir nuevas instituciones, ideologías y modelos de gobierno que busquen corregir los errores del pasado.

3.- Progreso social: Aunque el camino es violento, el objetivo de la revolución es avanzar hacia un futuro que, desde la perspectiva de los revolucionarios, representa un mayor progreso para la sociedad.

¿Qué pasa con las élites económicas cuando surge la destrucción creativa en política?

Pregunté a la IA de Google y describió lo que ahora mismo hace Salinas Pliego:

Cuando la destrucción creativa irrumpe en la política, las élites económicas se ven forzadas a redefinir sus estrategias para preservar su poder e influencia. A diferencia de sus contrapartes políticas, que pueden ser desplazadas completamente, las élites económicas a menudo tienen la flexibilidad de adaptarse a los nuevos entornos políticos, pero no sin enfrentar desafíos significativos.

Estrategias de las élites económicas.

1.- Captura del Estado: Esto implica influir en los procesos democráticos e instituciones para asegurar que las políticas públicas, la regulación y los impuestos favorezcan sus intereses. Pueden lograrlo financiando campañas, ejerciendo presión a través de grupos de interés o empleando a miembros de la élite económica en puestos de gobierno.

2.- Adaptación oportunista: Las élites económicas pueden adaptarse al cambio político aliándose con los nuevos actores o movimientos emergentes.

3.- Resistencia al cambio: Cuando los nuevos movimientos políticos desafían directamente su poder, las élites económicas pueden resistirse a través de su influencia en los medios de comunicación y en el financiamiento de la oposición. Pueden argumentar que las políticas propuestas son perjudiciales para la economía en su conjunto, buscando así mantener el statu quo que beneficia sus intereses.

4.- Deslocalización y presión financiera: Si un nuevo gobierno implementa políticas desfavorables, como el aumento de impuestos a las grandes fortunas o regulaciones estrictas, las élites económicas pueden amenazar con deslocalizar sus capitales o su producción.

5.- Reconfiguración para la supervivencia: En el largo plazo, algunas élites económicas pueden sobrevivir adaptándose a las nuevas reglas del juego. Por ejemplo, pueden invertir en nuevos sectores que surjan como resultado de políticas innovadoras o diversificar sus carteras para mitigar riesgos. La clave es utilizar su capital para navegar por el “vendaval de la destrucción creativa”, según Schumpeter.

El efecto en la desigualdad

La destrucción creativa en la política puede tener un efecto ambivalente en la desigualdad económica, en parte determinado por la reacción de las élites.

1.- Riesgo de mayor desigualdad: Si las élites económicas logran capturar o manipular el nuevo orden político, pueden conseguir políticas que concentren aún más la riqueza, exacerbando la desigualdad.

2.- Oportunidad para reducir la desigualdad: Si la disrupción política se traduce en reformas efectivas para frenar la captura del Estado y redistribuir el poder económico, se podría lograr una sociedad más equitativa. Sin embargo, esto depende en gran medida de la capacidad del nuevo liderazgo para resistir las presiones de las élites económicas.

La 4T y las élites

Es un hecho que la 4T, tanto en su primer piso, el de AMLO, como en el segundo, el de Claudia Sheinbaum, logró evitar que al sistema lo capturaran las viejas élites económicas. Una mayoría de hombres y mujeres de negocios se han adaptado, han aceptado ciertas pérdidas —como la de, al fin, pagar correctamente sus impuestos— y han decidido colaborar, en este momento con la presidenta Sheinbaum, en la consolidación de las nuevas estructuras económicas y sociales de México.

Como es natural, hay integrantes de la élite económica que se resisten al cambio. Claudio X. González intentó parar la transformación de izquierda mediante el abuso de litigios estratégicos, tarea en la que contaron con la complicidad de la vieja SCJN. Ganó la 4T y todo el poder judicial se renovó.

Ahora el que da la batalla, esperando que no le cobren sus impuestos, es Ricardo Salinas Pliego.

Si el dueño de Elektra tiene todavía una mínima posibilidad de negociar algo que no lo lleve a la ruina —lo que debe es impagable para él—, la está tirando a la basura al no entender que la 4T triunfó, que su proceso de destrucción creativa, en el segundo periodo de gobierno, es ya irreversible, y que el nuevo sistema cuenta con tal apoyo popular que no podrá ser derrotado ni en el corto ni en el mediano plazo.

Cuando el teléfono celular probó sus grandes ventajas para la mayoría de la gente, murió la telefonía fija. Así las cosas en la política del México de hoy: la 4T ha convencido con hechos —por ejemplo, millones de personas han salido de la pobreza—, entonces la mayoría de la sociedad no votará por otra opción ni en 2027 ni en 2030, dos procesos electorales cuyos resultados podemos desde hoy razonablemente pronosticar.