“Si el señor Myers sufre algún daño será considerado como una agresión a los Estados Unidos de América.”
LA PROMESA, PELÍCULA
“Nadie pregunta por aquello que prefiere ignorar.”
CARLOS RUIZ ZAFÓN
Para abrir domingo, aquí les va una encuesta rápida: ¿la orden firmada por Donald Trump para que militares de Estados Unidos puedan atacar a cárteles de la droga —en mar abierto y en territorio extranjero— trae dedicatoria para…?
- A) Los cárteles mexicanos y las pandillas centroamericanas
- B) El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro
- C) Morena y la Cuarta Transformación
- D) Todos los anteriores
Si marcó la “D”, sabe de sobra cómo se cocina aquello en la Casa Blanca: primero, etiquetar a los cárteles como “grupos terroristas”; luego, elaborar listas que incluyen a la MS-13 de El Salvador y a uno que otro gobernador del oficialismo en México; después, elevar la recompensa por Maduro. Todo, claro, envuelto en la narrativa de “proteger a Estados Unidos” y aderezado para campaña electoral. Y antes de que se envuelvan en la bandera mexicana, les aviso que la las persecuciones y discriminaciones también la practica nuestro gobierno, solo que de otras maneras menos sutiles. Así que no nos hagamos.
En México, la presidenta repite que no habrá invasión. La cancillería asegura que no se aceptará presencia militar extranjera. Pero aquí está el detalle: Trump no les va a preguntar. Ni para enviar drones, ni para operaciones quirúrgicas, ni para perseguir a líderes criminales… ni para poner en la mira a empresarios, alcaldes o legisladores que se hayan financiado, directa o indirectamente, con dinero sucio.
¿Y si en la lista caen figuras cercanas al oficialismo? ¿Un superdelegado con historial turbio? ¿Algún gobernador “estrella” de la 4T que presume paz y desarrollo mientras su estado es corredor de metanfetaminas? ¿O —por qué no— un contratista consentido de obras públicas que también lava para un cártel? El decreto no discrimina, y el Pentágono tampoco se detiene a preguntar de qué lado de la foto oficial estaba el sujeto.
Lo más incómodo es que esta orden ejecutiva permite actuar de forma unilateral. Ni videollamada, ni diplomacia de pasillo. Si en Washington deciden que hay un blanco legítimo en territorio mexicano, la operación puede ocurrir. Después vendrá el comunicado, con un lacónico “se trató de una acción para proteger la seguridad de Estados Unidos”.
Y sí, habrá indignación pública, discursos inflamados sobre la soberanía, y conferencias mañaneras donde se denuncie el “intervencionismo imperialista”, a la vez que se solicita información al gobierno de Trump. Pero en los hechos, si la operación deja a un funcionario incómodo fuera de circulación, más de uno en Presidencia de la República respirará aliviado… aunque jamás lo admitan. Esa es la puritita verdad.
Mientras tanto, ciertos empresarios aplauden —unos en público; todo el resto en privado—: “por fin alguien hará algo contra los cárteles”. Ricardo Salinas Pliego incluido, siempre listo para soltar una declaración que combine bravata con espectáculo.
El problema es que la historia latinoamericana demuestra que cuando una potencia extranjera se toma atribuciones de policía, juez y verdugo, el resultado suele ser un país más debilitado, no más fuerte. Y eso obviamente tampoco queremos.
Pero en la lógica TACO (Trump Against Cartels Overseas… o cualquier eslogan que quepa en un sombrero MAGA), la narrativa es perfecta: enemigo externo, misión noble, ejecución rápida. El votante estadounidense —bueno, la gran mayoría— no necesita ni le interesa conocer los matices de la política local mexicana; basta con que le digan que “se acabó con un cártel” o “se detuvo a un corrupto”.
La presidenta puede seguir declarando que “México no permitirá” la presencia militar de otro país en su territorio. Puede repetirlo tantas veces como quiera para las cámaras, para sus propias clientelas. Pero la verdad incómoda es que, si Trump decide actuar, no le va a preguntar. Vaya, ni por cortesía. (¿Ismael “El Mayo” Zambada suena conocido?).
Y quizá, lo más inquietante para ella, es que la primera vez que se entere de una operación no será por un cable diplomático… sino por un tuit del mandatario gringo celebrando la captura de alguien que, hasta ayer, era recibido con sonrisas en Palacio Nacional.