¿Pero qué quiere que haga?... No lo sé, usted es el especialista de crecimiento con dinero y sin dinero (Javier Milei entrevistado por Eduardo Feinmann).
Imposible sustraerse a lo que acontece en Argentina. En ese país lo que está en juego no solo es la vigencia de un modelo económico, sino la necesaria articulación de la ciencia económica con la teoría moral.
El intelectual argentino Alejandro Katz puso los puntos sobre las íes: ahora la discusión no se centra en si debe haber más o menos Estado, o más o menos impuestos; ahora lo que se discute es si está bien o está mal causar dolor. Importa más la eficiencia que el juicio moral; lo que lleva a encumbrar a la crueldad, dentro de un claro retroceso civilizatorio. En seguida, añade:
Judith Clark decía que la principal preocupación de una sociedad liberal debería ser “evitar el sufrimiento ajeno”. Adam Smith hablaba de la simpatía como base de la prosperidad. No coincido con Milei, ha introducido a la crueldad como herramienta política.
Adam Smith entendía a la simpatía como la capacidad natural de ponerse en el lugar de otra persona; es decir, de compartir los sentimientos y las emociones del otro, imaginándose en su misma situación. En su Teoría de los sentimientos morales - a diferencia de Hobbes y Locke - Smith advierte que no es el miedo lo que explica la junción humana, sino la capacidad empática de sentir lo que sienten los demás. Se trata de no hacer daño, de desear el bien, de vivir con camaradería.
La simpatía, entonces, “es la mano invisible de todas las manos invisibles” porque crea un orden moral a partir de individuos perceptivos y compasivos; siendo esto lo que armoniza naturalmente las relaciones humanas.
Se puede discutir sobre si es procedente o no la teoría moral de Smith, pero es obvio que la compasión ha sido un sentimiento que ha prevalecido en las más altas y dignas acciones humanas. A los socialistas utópicos - en lo particular, a Robert Owen - los movía esa empatía, entendiendo que la sobreexplotación no solo provocaba fatiga física, sino fatiga emocional; lo que llevaba al retroceso moral, cognitivo y productivo a las capas trabajadoras. Estos utópicos que se preocupaban por favorecer la condición humana eran en esencia liberales en el sentido smithiano.
¿Puede un gobernante no sentir empatía por la mayoría de sus gobernados, pensando que la ortodoxia económica lo soluciona todo? Milei ha actuado en contra de todo lo que le molesta: los derechos sociales, incluyendo salud y educación; los ancianos y las personas con discapacidad que representan para él solo una carga fiscal; y le tiene una fe ciega a la flexibilidad laboral, sin importar que los salarios se ubiquen por debajo de la línea mínima de bienestar.
La motosierra ha dejado de ser emblema de cambios profundos, para convertirse en una herramienta ruidosa que describe a un gobernante con delirios aberrantes y crisis nerviosas graves, que además se concibe a sí mismo como un incomprendido. Paranoia explican los psiquiatras.
Al presidente argentino no parece preocuparle las políticas de shock, por el contrario, converge teóricamente con lo que vuelve a dictar el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ha cumplido con su cometido, los ajustes radicales en el gasto han propiciado el equilibrio fiscal. Pocos presidentes argentinos pueden presumir que han alcanzado superávit fiscal primario: 1.8% con respecto al PIB en 2024 y 1.6% proyectado para 2025. Conforme al acuerdo de facilidades extendidas signado con el FMI, el gobierno argentino asumió el compromiso de elevar el superávit primario a 2.2% del PIB para 2026; lo que llevará a una astringencia todavía más intensa.
Lo que viene para Argentina en los próximos dos años todavía es más cruel, según lo dicho por Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI: “Hemos visto lideres valientes que recortaron pensiones y salarios en un 40 o 50% y fueron reelegidos. Argentina requiere de ajustes muy drásticos, así lo confesó pálidamente su secretario de Economía, reconociendo que se vienen ajustes con semejantes porcentajes”.
¿Sirvió de algo el rescate del FMI por 20 mil millones de dólares? No, seis meses después al gobierno argentino se le otorgó un swap por ese mismo monto y al parecer para calmar el apetito de los especuladores requieren de otros 20 mil millones de dólares. Vaya coladera, pero Argentina en la Patagonia tiene una riqueza incalculable que sabrá explotar el Tío Sam.
¿Por qué Argentina con superávit primario y sin una aparente presión de deuda recurrió al FMI? La crisis financiera argentina es ante todo una crisis de divisas, impulsada por un mercado cambiario fragmentado y altamente especulativo. Los argentinos desprecian su moneda y el mismo Milei piensa que el dólar puede sustituir al peso argentino como medio de cambio; relegando también sus funciones como unidad de cuenta y reserva de valor, de por sí atrofiadas.
El problema es que el gobierno requiere divisas para pagar vencimientos de corto plazo (olvidémonos de la inversión pública); en tanto que los particulares buscan desenfrenadamente dólares para obtener pingües ganancias mediante operaciones de arbitraje que las propicia un mercado cambiario altamente fragmentado. Esa sed insaciable por divisas provoca dos fenómenos perversos: una sequía continua de las reservas internacionales y variaciones abruptas del tipo de cambio, lo que lleva, a su vez, a nuevas deudas. Un tango que parece no tener fin.
El gobierno recurrió al FMI y ahora al Departamento del Tesoro de Estados Unidos porque su economía no deja de estar fundida, con todo y su equilibrio fiscal. Las burbujas especulativas no acaban por pincharse por persistir fenómenos que las siguen inflando: endeudamiento insostenible, fugas masivas de capital, licuación monetaria y altas tasas de interés. Todos estos fenómenos interactúan y se retroalimentan, entre sí, en forma perversa. El riesgo país no deja de crecer; convirtiendo a los bonos y a los activos financieros en moneda local en “basura”; en tanto que los mercados financieros y de valores se tornan inestables y continuamente crujen: ¡crash!
Las clases mayoritarias no dejarán de sufrir, a los pensionados y a los asalariados se les seguirá reduciendo ingresos, hasta en 50% más. La pérdida del poder adquisitivo de los jubilados se estima en forma acumulada en 45% durante estos dos primeros años del gobierno de Milei, en tanto que el salario mínimo muestra una pérdida de 31%; existiendo diferentes impactos en los diferentes segmentos laborales: en el sector púbico el deterioro salarial fue de 32% y en el sector privado se calcula en más de 9 por ciento.
En torno a la reforma laboral se empiezan a decir cosas absurdas por ser anacrónicas: jornada laboral de 13 horas; aumento de la edad jubilatoria a los 70 y 75 años; salarios dinámicos que podrán aumentar o bajar según los meses del año; flexibilización en los contratos y en los mecanismos de subcontratación (outsourcing); disminución y cancelación de indemnizaciones y supresión del derecho a huelga.
¿Socialmente a quién más podrá perjudicar Milei? Ya fastidió a los médicos del sector público, cuyos sueldos están por debajo de la línea de pobreza; a los discapacitados, a los que les recortó enormes recursos para su atención médica; a los científicos, segmento que ha perdido 4 mil empleos y cuyos investigadores han sufrido la penalidad de ver reducido su sueldo en 35%; a los pensionados que, además de la caída drástica de sus percepciones reales, han sido golpeados y se les disminuyó significativamente la cantidad de medicamentos gratuitos.
La masa de trabajadores se preguntará que culpa tenemos nosotros de la crisis argentina. ¿Qué los dólares se echen en un barril sin fondo? ¿Qué la especulación someta indiscriminadamente a la economía real? Extraña la crueldad de Milei, pero también que el FMI regrese a la idea tradicional de que salarios mínimos más altos desencadenan recesión económica. En 2010, en un documento conjunto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), afirmaba:
“Si se utiliza como guía los efectos de las recesiones pasadas, el costo para quienes pierden su empleo podría ser una pérdida persistente de ingresos, una reducción de esperanza de vida, menores logros académicos y menores ingresos para sus familias”.
Luego agregaba: "Una recuperación de la demanda agregada es la mejor cura contra el desempleo".
Sin contravenir a la OIT, el documento ponía especial énfasis en que las políticas de reducción del déficit deberían estar vinculadas “a una recuperación progresiva de la economía real y el empleo, y sean equitativas en la distribución de los beneficios y la carga del ajuste, especialmente para la protección de los grupos más vulnerables”.
¿Alguien duda ahora sobre la pertinencia de tener una economía moral? Muchos argentinos ahora, ante la crueldad de Milei, añoran el retorno del estatismo, aunque sea trasnochado. La propaganda de la coalición “Fuerza Patria” da justo en el clavo:
“Milei dice que si No los votamos a ellos, volvemos al pasado.
¡Es exactamente lo que queremos!
Volver a comer 4 veces al día.
Volver a tener vacaciones.
Volver al trabajo y descansar (en vez de ir a otro trabajo)
...
Volver a proteger a niños, ancianos y discapacitados”
¿Alguien añora para México el sacrificio cruel que ahora vive Argentina? El mismo que vivimos durante 35 años. Es una buena pregunta.




